Foro de Bleach~ |
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Autor | Mensaje |
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Alexstrasza Novato
Cantidad de envíos : 15 Fecha de inscripción : 04/04/2016
| Tema: Re: Dimensions Sáb Dic 15 2018, 05:09 | |
| Ya habia pasado bastante tiempo desde que volví de mi aventura espacial. ¿Sabeis esa sensación horrible cuando uno vuelve a la rutina despues de unas vacaciones? Pues así me sentía yo cuando retomé mi dia a dia normal. Por un lado me gustaba estar de nuevo en casa, pero ahora todo me parecía aburrido. Las experiencias en Gehena habían sido alucinantes y no había nada en la Tierra que se pudiera comparar con el espectáculo que presenciamos.
Aunque los primeros dias fueron un poco mas amenos. Todo el mundo me preguntaba cosas acerca del viaje y yo me montaba mis historias, como si fuera un abuelete contando sus batallitas. Vale, es cierto que yo fui un mero espectador, pero los combates de heroes que vi fueron impresionantes, y a la gente le encantaba que se los describiera.
Evidentemente, esto no duró mucho. Con el tiempo los demás tambien pudieron permitirse viajar fuera de la Tierra, y los extraterrestres eran cada vez mas comunes de ver por las calles de nuestro planeta. Así que mi historia dejo de ser novedad. Era cuestión de tiempo.
Pero era lo que tocaba, tenia que volver a la rutina. Los dias pasaban sin demasiada novedad. Aunque claro, no podia evitar pensar de vez en cuando en todo lo que vi durante el viaje. Y aun le daba vueltas a las cosas raras que pasaron. Para empezar, me seguía rallando el tema del zorro amarillo. Tenía un aura muy extraña que me inquietaba. Y por supuesto, tambien estaba el lagarto que decia ser Xalcer. No parecia que mintiera, pero me sorprendía que la vida te pudiera dar un giro tan bestia.
El problema es que a veces me evadía pensando en estas cosas en un mal momento.
-¡Alejandro!
-¿Eh?
- Joder, centrate tio. Que te empanas y así no vamos a acabar esto en la vida.
- Vale, vale... perdona.
Malditos trabajitos de la facultad. No eran muy dificiles, pero me ocupaban la mayor parte del tiempo. Bueno, a mi y al resto de mi grupo. Ese día llevabamos ya 3 horas trabajando despues de clase. Historia de la Música no era una asignatura especialmente divertida y el cansancio no ayudaba. Aunque por lo menos, no era "macarronia".
No pasó mucho rato hasta que uno de mis compañeros, visiblemente agotado, se levantó.
- Mirad, yo creo que ya está bien por hoy. Propongo que cada uno siga con lo que pueda en su casa, porque ya estoy que no puedo mas y además tengo cosas mejores que hacer.
Por supuesto, todos asentimos. En realidad dijo lo que estabamos pensando todos. Así que nos pusimos a recoger nuestras cosas y a marcharnos. Pero justo cuando me disponía a salir por la puerta del aula, Jose, otro integrante del grupo, me paró para decirme algo.
-Oye, recuerda que tienes que buscar info del clasicismo para el trabajo. Y ya sabes que al profesor le gusta que saquemos las cosas de los libros de la biblioteca.
Yo ya estaba bastante cansado, así que le di una respuesta para quitarmelo de encima.
- Si, ya lo se. No hace falta que me digas como hacer las cosas.
- Bien, pues a ver que es lo que encuentras.
Dicho esto, el se fue por su lado y yo por el mio. Me molestaba un poco que estuviera todo el rato diciendo a los demas que hacer, pero bueno. De todas formas, tenía razón. Sería buena idea pasarme por la biblioteca de la facultad antes de salir y sacar algun libro del que extraer la información. Sin perder tiempo, me dirigí allí.
Era tarde y estaba a punto de cerrar, asi que no había mucha gente. De vez en cuando se podía ver a alguien leyendo algun libro en una mesa, pero aparte de eso todo estaba casi vacío. Fui directamente a la sección de música y me puse a buscar algo que me sirviera. Durante unos diez minutos, mi busqueda no dio mucho resultado. Los libros que había no se adaptaban a lo que necesitaba, ya fuera porque no hablaban del tema del trabajo o bien porque eran tan densos y tecnicos que no valia la pena intentar siquiera leerlos.
Casi me iba a dar por vencido cuando algo me llamó la atención. En una esquina (en la que juraría que ya había mirado) vislumbré el lomo de un libro que destacaba. Mientras los demas eran de colores grises y marrones apagados, este era de un color azul pastel. Era raro que algo tan llamativo se me hubiera pasado por alto. Fue por ello por lo que decidir cogerlo de la estantería para echarle un ojo. En la portada se podian ver diseños de nubes bastante infantiles, que junto al color azul del fondo parecía como si fuera un dibujo del cielo de un niño. Esto no cuadraba. ¿Que es lo que pintaba un libro que parecía salido de un guardería en una biblioteca universitaría? ¿Quíen lo había dejado ahí?
Pero mi desconcierto solo fue a mas cuando lei el nombre del libro. En letras mayusculas de diferentes colores, escritas imitando el estilo infantil, podía leerse un titulo que me provocó alarma y confusión:
"La gran enciclopedia del Dr. Wondertainment" | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
Cantidad de envíos : 2957 Fecha de inscripción : 09/06/2009 Edad : 30 Localización : Estudiando, hijo. Estudiando encerrado en mi cuarto.
| Tema: Re: Dimensions Mar Dic 18 2018, 01:21 | |
| Pues una semanita en el hospital. Ya estuve el año pasado, y es un coñazo. Además de que aquí no tengo realmente amigos, dado que Trecim lleva escondiéndose desde la última vez que hablamos. Pero esas tres costillas rotas hay que vigilarlas. Así que aquí estoy, empijamado, mirando un poco la tele mientras espero a que pasen las horas. Me acompaña mi padre ahora. -Papá:...Maximirusu, tenemos que hablar de lo que ha pasado. Apago la tele y le miro. -Yo:Ya sé lo que me vas a decir. "No puedes seguir haciendo esto.""Van a matarte.""En casa estarás seguro." -Papá:No. Sé que en casa no estarás seguro, pero tampoco ahí fuera. Y sé que no podremos contenerte eternamente, pero no esto no puede volver a pasar. Ya van dos veces desde que volviste a casa en las que...-Guarda silencio durante unos instantes.-Tienes que prepararte. -Yo:Ya lo intento. -Papá:Blake dijo que te había encontrado a un maestro, ¿no? Que te enseñe. -Yo:Pero lo que dijo antes mamá... -Papá:Sé que no estará de acuerdo. A mi mismo no me hace gracia la idea. No quiero dejarte ir, hijo, pero tampoco quiero que te vayas definitivamente. Tienes que prepararte. Tienes que estar listo para lo que pueda pasar. Si te atacan más como esos, tienes que saber defendenter. -Yo:Si de ahora en adelante me atacan miembros de la Hermandad como esos tres estaré agradecido. Blake me ha contado cosas que pueden hacer. Hasta donde alcanza su poder, y el peligro que suponen. Si son tres locos como los de antes, podré apañármelas. Bostezo. Los analgésicos empiezan a hacer efecto, por lo que no tardo en quedar dormido. ________________________________________________ La voz de Blake es la que me despierta, acompañada por la azorada voz de mi madre. Están fuera, discutiendo. Ella intenta convencerle de que debo quedarme en casa, seguro, sin ningún peligro a la vista. Blake no cesa en su intento de exponer la situación y la realidad a la que me va a tocar enfrentarme. Más gritos. No paran, pero tampoco el hecho de que no voy a quedarme encerrado en mi cuarto, donde lo máximo que puedo hacer es ser un señuelo para la Hermandad. Hago que la puerta se abra, haciendo que los demás me vean. Es entonces cuando la discusión se traslada a mi cuarto, seguida de lágrimas, reproches por parte de los progenitores y más gritos. -Blake: Podemos seguir así todo lo que quieras, Viann, pero los hechos son los hechos. Maximirusu es un caomante y, como tal, desprende un aura que, hasta que no aprenda a controlar, atraerá a gente que no querrá mimarle precisamente. Tiene que entrenarse. Tiene que aprender a controlar sus habilidades, para que pueda vivir todo lo tranquilo que pueda. -Toma asiento.- Llegará a ser poderoso. Un maestro del caos. Un señor del mismo. Lo suficientemente poderoso como para poder proteger Deia de un asalto. Tan grande que ningún nieto que tengáis tendrá que preocuparse por su seguridad. Y vivirá feliz, pero esto no pasará a menos que me dejéis...No. Que le dejéis recibir la educación que merece. Vivirá aquí por temporadas hasta que esté listo. Tendrá una gran tutora. Alguien que le guiará en la duda. Verá decenas de planetas, y lo que vea le hará tener una visión de la vida que le convertirá en mejor persona. Será benévolo, piadoso y justo. Pero solo llegará a eso si le dejáis vivir su vida. Ríos de lágrimas ruedan por las mejillas de mis padres. -Mamá:Pe...Pero mi Max...Mi pequeño acaba de volver y...No puede ser verdad. Se pone a mi lado y me coge las manos. -Mamá:No me dejes. Maximirusu, no me dejes. Me he perdido tu niñez. Tu adolescencia. P-Por favor, hijo. No quiero perderme el resto de tu vida. Noto como lágrimas calientes me resbalan sobre las marcas del caos. -Yo:Me gusta Bimbpep. El olor de sus calles. Ver a daime'é por las calles, haciendo sus vidas. La música de los pájaros. La comida. Adoro ver que tengo una familia que me quiere, a pesar de la lejanía y el tiempo. -Separo mis manos de las de mi madre.- Es por eso que sé que me dejarás ir. Tu amor ya me protegió una vez. Ahora dejará que aprenda a protegerme solo. Agacha la cabeza. Lágrimas caen al suelo. Se lanza a mis brazos y me abraza, lo que hace que mis costillas crujan. -Mamá:No te olvides de nosotros, Maximirusu. Apoyo mi cabeza en su hombro. -Yo:Vamos, podré volver aquí de vez en cuando. Y todavía nos quedan unos días en el hospital. Sigue así hasta que, pasado un minuto, mi padre la separa de mi. -Papá:Blake... ejem...Blake quería hablar contigo. Estaremos esperando fuera. Salen de la habitación, tras lo cual Blake coge una silla y la pone junto a mi cama. -Blake: La Hermandad, ¿eh? -Yo:Tres locos. Y menos mal. -Me pongo la mano en el costado.- La culpa es mía. Tendría que haber esperado más. -Blake: No tienes la culpa de que quieran privarte de libertad, Maximirusu. Ni la Hermandad suele usar métodos así. -Yo:Las consecuencias de darle carta blanca a humanos, imagino. Oah, que misántropo me ha sonado. Ninguno de los dos dice nada durante unos segundos. -Blake: Mi maestro quiere hablar contigo en cuanto estés recuperado, Maximirusu. Quiere ponerte en contacto con quien va a enseñarte. -Yo:¿La conoces? -Blake: No. Pero, según mi maestro, parece que mostró interés tras enterarse de tu existencia. Supongo que averiguaremos más una vez te recuperes. -Se pone en pie y me da un par de toques en la mano.- Tómatelo con calma, que cuando estés listo vas a tener que entrenar duro. Me gustaría que empezases a aprender alguna Yga y a alterar algo más que piedras y hojas, pero eso ya dependerá de ella. Abre el aire, pero le detengo antes de que te vayas. -Yo:Ha pasado algo, ¿verdad? -Blake: ...Sí. Sin más palabras, cruza el portal de vuelta a casa. | |
| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
Cantidad de envíos : 676 Fecha de inscripción : 26/04/2011 Edad : 30 Localización : Entre el reino de la luz y el reino de la oscuridad...
| Tema: Re: Dimensions Lun Dic 24 2018, 21:43 | |
| Lo veo todo borroso, dando vueltas, como si estuviera mareado. Me hallo inerte en el suelo encharcado, expectante. Aterrado. Con esfuerzo, logro vislumbrar una figura retorciéndose en el rojo, alejada a varios metros de mí. Es pequeña y parece tener varias patas. Cinco consigo contar. A medida que paso el tiempo enfocándome únicamente en esa silueta inquieta, más recupero la vista. Finalmente, llega el punto en el que consigo verla bien. Es una mano. Manchada de rojo, sin dueño, pero viva y haciendo movimientos erráticos. De pronto, una fuerza ajena a mí me pone boca arriba, haciéndome mirar hacia el techo. Tengo contacto visual con ese monstruo que emergió del lago rojo. Un enorme y escalofriante… ¿chiguagua?
Despierto de un sobresalto, con la respiración agitada y lágrimas recorriéndome las mejillas. Tardo varios minutos en calmarme y desperezarme para poder comprobar que me hallo en una cama, dentro de un cuarto vacío en el que predomina un color verde metálico. Voy a levantarme de la cama, pero me llevó un gran susto al momento de intentar apoyar mi mano derecha. Es una sensación muy extraña. Cuando me decido a levantar el brazo para examinarlo mejor, me da un vuelco en el corazón. No hay mano. Sólo un muñón cubierto por una especie de plástico. Mi respiración vuelve a agitarse. Mi corazón vuelve a latir muy deprisa. Mi cabeza se llena de “No está”. Siento que me ahogo. Caigo desmayado.
Vuelvo a abrir los ojos una vez más. ¿Por cuántas veces más debo pasar por lo mismo? Pero esta vez hay algo diferente.
-Saludos, joven- me dice una voz en mi cabeza antes de que termine de ser consciente de mi situación. Miro hacia la derecha, encontrándome a una criatura que apenas alcanza el metro de altura, con grandes semejanzas a un perezoso terrícola, el cual se sostiene sobre dos patas traseras y tiene la espalda encorvada. Viste una túnica verde que llega hasta el suelo y porta un bastón que tiene incrustado una gema brillante y verde-. No te alarmes, no te haré ningún daño.
-Yo: ¿Quié…?- apenas me salen las palabras-.
-Perezoso: Permíteme presentarme. Soy Lariard, el último Maestro de Luz. Me encantaría decir que esperaba que descansaras bien, pero sé que tus sueños han sido… inquietos- le echo una pequeña mirada a mi brazo derecho, pero sin llegar a verlo por completo-. Siento mucho lo que te ha pasado, muchacho. De verdad te lo digo. Pero tienes que saber que, en momentos como estos, es cuando más puede brillar una vida. Has sufrido una pérdida importante, pero te puedo asegurar que has ganado una gran oportunidad al haber llegado hasta aquí.
-Yo: … ¿Dónde es “aquí”?
-Lariard: Estás en el planeta Greon. Siendo más concretos, en la Central de los Guardas de Luz.
La “Central”. Sí, he oído varias veces esa palabra de Michelangelo, a lo que me lleva a la siguiente pregunta.
-Yo: ¿Dónde está Michelangelo?
-Lariard: ¿La “tortuga” de la Tierra? No ha venido en mucho tiempo. Llegaste solo- eso último me sorprende-.
-Yo: ¿Cómo?
-Lariard: Todo aquel que porte un Anillo de Luz por primera vez, es llevado hasta aquí. No importa la distancia ni en la situación en la que se encontrara el portador- “estoy solo”, pienso pesimista, ¿y en qué momento me puse uno de esos anillos?-. No te desanimes. Desconozco las circunstancias que te llevaron a usar un Anillo, pero, como te he dicho, estás a las puertas de la mayor oportunidad de tu vida.
-Yo: ¿Oportunidad?
-Lariard: No estés ansioso. Céntrate primero en recuperarte. En cuanto encuentres fuerzas, ven a verme a la Sala de Conferencias.
Con esto dicho, se desvanece delante de mis ojos, lo que me deja estos abiertos como platos. Me dejo caer en la almohada de la cama y miro el techo.
Tras unas pocas horas de sueño, finalmente decido levantarme. Me aventuro y salgo del cuarto, encontrándome con un frío pasillo. Otro detalle que advierto es que todo parece estar cubierto por una fina capa de polvo, como si ya hubiera pasado su tiempo desde que alguien se encargara de limpiar el lugar. Giro hacia la derecha y empiezo a caminar.
-Lariard: Ah, veo que estás mejor- oigo en mi cabeza-. Sigue adelante, estás en el buen camino-.
Aún con dudas, sigo las indicaciones de la voz anciana y amable que proyecta el Maestro en mi mente. Así llego a una enorme sala, decorada con estatuas en las paredes, un tanto sucias, de probablemente héroes que una vez estuvieron en aquel mismo sitio. En el centro se halla una gran mesa, donde hay depositada lo que parece ser comida. Me rugen las tripas, pero lo que capta mi atención es Lariard. Más bien, el tamaño que tiene. Sentado en uno de los tronos que se encuentran en el fondo de la sala, el “hombre-perezoso” mide alrededor de 6 metros, lo que me convence que el Lariard que había visto con anterioridad no era más que un holograma muy bien hecho.
-Yo: Ah…
-Lariard: Entiendo bien que te intimide, pero confía en mí, estás a salvo. Come un poco y hablaremos. Debes de estar famélico.
Me acerco a la mesa y observo los platos. Estos consisten en una sopa y lonchas cortadas de carne. Una comida sencilla para lo que sugiere un mueble tan grande. Me siento en la silla que está enfrente. La verdad es que huele bien. No puedo evitar la tentación de coger una cuchara que tenía al lado y metérmela en la boca tras recoger un poco de sopa con ella.
-Lariard: Puedes estar tranquilo, he hecho mi propia investigación para averiguar qué podías comer de lo que queda en la despensa- voy comiendo con más confianza-. Te pido disculpas por el desorden y la presentación. Antes éramos muchos más, ¿sabes?
-Yo: ¿Qué pasó?- pregunto tras tragar el trozo de carne que estaba masticando-.
-Lariard: Verás, los Guardas de Luz somos protectores jurados y ofrecemos nuestra ayuda a muchos mundos. Siempre poníamos la seguridad de los demás por encima de la nuestra y llevábamos con nosotros un mensaje de paz y justicia. Pero un día, un gran número de estos planetas, liderados por una organización llamada “Órbita”, se opusieron a que siguiéramos protegiéndoles, alegando que nosotros les habíamos “impuesto” nuestra protección, que no la necesitaban, que no teníamos derecho a intervenir en sus días. No todos los mundos que protegíamos estaban bajo la bandera de Órbita, por supuesto, y podríamos haber continuado nuestra labor, pero, por desgracia, aquella primera negativa nos llevó a cuestionarnos entre nosotros. Esta tormenta de dudas terminó con la disolución de los Guardas de Luz. Y todos se marcharon. Todos menos yo.
-Yo: … ¿Somos los únicos que estamos aquí?
-Lariard: Me temo que así es, por eso habrás encontrado el lugar tan descuidado. Tengo poderes que me facilitan el día a día, pero no daría a basto para transformar esta reliquia de lo que fue una vez. Pero tú, jovencito, puedes cambiar esta terrible situación.
-Yo: … ¿Cómo?- me da miedo a preguntar-.
-Lariard: Eres el primero en mucho tiempo que llega a la Central tras ponerse un Anillo de Luz. Si me ayudas, pronto serán más. Y así, de nuevo, los Guardas de Luz recuperaremos la gloria. Y reinará la... paz.
-Yo: ¿Qué? ¡No! Yo tengo que volver a casa. No debería estar aquí.
-Lariard: Tonterías, chico. Puedo verlo en esos ojos soñadores tuyos. Eres alguien que espera una vida mucho mejor, una vida que le sepa llenar. Y esa vida es la que te ofrezco- se acerca flotando hacia mí un anillo muy parecido al que lleva Michelangelo, si no es el mismo-. Éste es el mismo anillo que te trajo. Adelante, reclama lo que es tuyo- un pitido retumba en mi cabeza. Hay algo que no está bien y a lo mejor mi subconsciente trata de advertirme-. Entiendo. No es algo que decidas inmediatamente- deja de insistir tras unos largos segundos de indecisión por mi parte-. Puedes pensarlo- el anillo se retira-. Después de todo, la libertad es uno los derechos que siempre tratamos de proteger. Lo guardaré junto a tus pertenencias.
-Yo: ¿Pertenencias?
-Lariard: Oh, sí, viniste cargado, no solamente con el anillo. Déjame guiarte.
Una bola de luz verde se forma encima de mi cabeza y empieza a revolotear por la sala. Yo ya había terminado de comer, así que me levanto y empiezo a seguir el orbe luminoso. Éste me lleva a través de los pasillos hasta llegar delante de una puerta. La luz se queda flotando quieta en la misma posición, como si esperara a que abriera yo. Es lo que termino haciendo, pero con lentitud y estando en alerta. Lo que me encuentro es un pequeño cuarto, básicamente un trastero, en el que me llevo la sorpresa de ver el exo-traje de la utrom llamada Ma’Riagg.
-Yo: ¿Ma’Riagg?- no responde, lo que confirma mis sospechas de que no hay piloto-.
Me acerco al cuerpo y, una vez más, me quedo maravillado de lo que se parece a un cuerpo humano real. Si no fuera porque le falta la cara, si no supiera que sirve para acosar a gente como yo sin delatar su verdadera naturaleza, ahora mismo estaría muy inquieto, creyendo que veo un cadáver. Y a pesar de todo eso, me incomoda el pensamiento de examinarla en busca de pistas. Lo primero que hago es sentarme al lado. Sujeto la cabeza y miro los ojos en un rostro robótico, como si esperara ver un atisbo de vida. Sin embargo, lo que logro ver es un destello. Me aparto rápidamente, dejando paso a un holograma que se forma encima del exo-traje. En él, puedo verme a mí mismo, derribado en un suelo encharcado. | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
Cantidad de envíos : 2957 Fecha de inscripción : 09/06/2009 Edad : 30 Localización : Estudiando, hijo. Estudiando encerrado en mi cuarto.
| Tema: Re: Dimensions Vie Dic 28 2018, 00:19 | |
| Estamos en el cuarto día de ingreso. Me paso casi todo el día medio aletargado por culpa de los calmantes, por lo que tardo un poco en reaccionar cuando Deveios, Dareka y Zekkan están en el dormitorio, abrigados hasta los ojos. El segundo lleva un dispositivo en la mano que, posiblemente, le ayudará a que nos entendamos.
-Yo:Ah. Hey, chicos.
-Deveios:Nos han contado lo que te pasó al volver a la Tierra. ¿Cómo estás?
-Yo:Bueno, tu sabes. Tres costillas rotas, un traumatismo leve en la cabeza y calmantes hasta los ojos, así que nada mal. Ayer vino a visitarme un conocido y su novia. Estaban metidos en un embrollo, pero parece que gracias a la base van a poder solucionarlo. Mañana parte allí, de hecho. ¿Sabéis que hay gente que trabaja allí y no usa caos? Y hablando de Caos...
-Dareka: Ya sé, ya sé. Dehena le manda saludos. No pudo venir por...-Hace un gesto, señalando el cuarto-razones obvias. De los demás no sé, aunque ese maloso de Gyu no creo que viniese.
Me incorporo pesadamente.
-Yo:¿Quién os ha traído?
-Zekkan:Ese tal Kyuremu. Parecía bastante consternado por lo de los asesinatos.
El corazón me da un vuelco. Eso es lo que ha pasado.
-Yo:¿Qué asesinatos?
-Zekkan:Se han encontrado e identificado cuatro cadáveres de caomantes. Por las señales, parece que a mano de la Hermandad.
-Deveios:¿Y de quién si no?Se encontraron fragmentos de ese mineral que evita que usemos nuestros poderes.
-Zekkan:Ha causado un gran revuelo, ciertamente. Parece ser que hacía bastante que la Hermandad no atacaba a caomantes ya desarrollados de manera tan evidente. Posiblemente se deba al avance de Órbita, pero es algo pronto para sacar conclusiones.
Nos quedamos en silencio.
-Deveios:Así que...Deia.
-Yo:Sssssep. Imagino que no habéis podido ver nada.
-Zekkan:Nos dejaron directamente aquí. Nos preocupamos un poco al ver que no reaccionabas.
-Yo:Sí, bueno, ya sabéis. Calmantes, el día se hace eterno y uno se pierde en sus pensamientos...Pero bueno. Quizás ahora no sea conveniente que no os vea nadie. Órbita ha llegado aquí hace unos días, y ya sabéis como se pone la gente con la llegada de aliens. Sería raro que vieran a un pobre daime'é, al cual han dado una paliza, rodeado de tres ellos.
-Dareka:No se preocupe. Ya me acostumbré a que me miren con temor.
-Yo:Lo siento.
-Dareka:Es normal.
Otro silencio. Los médicos están pasando por las habitaciones, haciendo su ronda habitual.
-Deveios:Oye, nos hemos enterado de que ya tienes maestra.
-Yo:Eso parece, pero no la conozco.
-Zekkan:Es una experta en Xilliox y Vizr al parecer.
Resoplo airado.
-Yo:No puedo con este hombre. Otra cosa más que a Blake se le ha olvidado explicarme. No sé ni cómo se acuerda muchas veces de venir a verme.
-Zekkan:No me extraña. Según me contó Bi-ank'a, quien me llevó a la Tierra en su momento, ha estado tratando con Órbita para tratar de eliminar un cierto problema que tenéis aquí en tu ciudad.
Doy gracias a que no se me vean los colores, pues me he sonrojado de la vergüenza.
-Yo:...¿Qué es eso de Xilliox y Vizr?
Los médicos cada vez se acercan más.
-Zekkan:Ramas de conocimiento creadas por los caomantes. Son esotéricas esas dos al parecer. No estoy muy enterado al respecto, dado que mi maestro no me ha contado nada. Es normal, dado que ayer fue nuestro primer encuentro.
-Yo:¿Todos tenéis ya uno?
-Zekkan:Ies, Aajax y Gyu no.
-Yo:La...¿diablesa y la rarita?
Deveios sonríe.
-Deveios:A ti también te lo pareció, ¿eh?
Están a solo dos habitaciones.
-Yo:Os agradezco la visita, chicos. De verdad. Pero tenéis que iros. No los habréis olido, pero los médicos están ya están al lado. Si os ven...
-Dareka:No se alarme.
Pulsan un botón del dispositivo. A los pocos segundos, Kyuremu se presenta en la sala.
-Kyuremu:Te veo bien, Max.
-Yo:Ja, ja. -Me lo quedo mirando un momento, mientras abre el portal.- Dale las gracias a Blake de mi parte, por favor.
Asiente con solemnidad. Tras despedirse, los cuatro abandonan la sala. Me da tiempo a tumbarme antes de que entre el médico a pasar revista. Tres días más y la libertad estará al alcance de mi mano.
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| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
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| Tema: Re: Dimensions Jue Ene 03 2019, 23:30 | |
| Me veo a mí mismo, retorciéndome de dolor en un charco de esa salsa roja, con mi brazo recientemente cercenado. La vista de esta “grabación” se alza y se encuentra con la mirada perdida de una bestia con forma de perro, empapado en esa sustancia maldita.
-¡MICHELANGELO!- grita una voz desde el fondo de la sala-.
Se ve a lo lejos a dos individuos en una de las entradas a la sala. Uno es un hombre sin piernas y un brazo, quien va en una silla de ruedas llevada por otro, un joven de aspecto poco destacable más allá de la piel gris que comparte con los habitantes de esa ciudad.
-Dra. Apothek: ¿Qué?- pregunta sorprendida- ¡¿Qué haces aquí?!
-¡Michelangelo, dame el artefacto, deprisa!
La tortuga cruza la pantalla holográfica con un vuelo veloz. La grabación le sigue y ve cómo el Guarda toma la salsera con el poder de su anillo.
-Dra. Apothek: ¿Qué piensas hacer?- pregunta la doctora con una mirada desquiciada- ¡Es muy tarde! ¡Es demasiado tarde! ¡Los Primogenitos vendrán y nos bañarán a todos en la gloriosa Salsa! ¡Seremos uno con ellos!
-No, tengo otros planes en mente- responde seguro el hombre en silla de ruedas, al momento de recibir la salsera por parte de su ex-compañero de trabajo-. Heffler- mira al joven que tiene detrás y éste le entrega la hoja arrancada de algún libro. A continuación, vierte en ella una gota de salsa que había manchado el “artefacto”-.
-Dra. Apothek: Espera… ¿de dónde…?
A continuación, el inválido comienza a recitar unas palabras, pero entre que lo hace estando lejos y no alza la voz para hacerse escuchar más, no logro oír lo que dice de la grabación. Entonces algo más pasa, consecuencia del hechizo que acaba de conjurar sin lugar a dudas. La atención vuelve a dirigirse hacia la criatura que había surgido de la sustancia roja. Éste tiembla, se deshace y sus restos viajan hacia la pareja de intrusos.
-Sí. ¡Sí, sí, SÍ!- dice entusiasmado el inválido mientras, lo que fue una vez el llamado “Primogénito”, es engullido por la salsera cual genio por una lámpara mágica, volviendo a ésta completamente roja-. Aaah… Puedo sentirlo-.
-Dra. Apothek: ¡NO!- se levanta y corre desesperada hacia los recién llegados-.
Es entonces cuando la “cámara” que está grabando todo aquello se alza, pero no se aparta del camino de la alocada médica.
-Ma’Riagg: De licenciada a licenciada, doctora- arremete una patada que manda a volar unos pocos metros a la mujer-. Cállese. Uh, espero que esa frase haya quedado grabada- dice con esperanzas en un susurro-.
A continuación, el foco de atención vuelve a estar en la tortuga brillante y voladora.
-Beggar: Heffler me ayudó a investigar y a aprender lo que necesitaba para usar el plan de Apothek en su contra. Ahora tenemos este poder, un poder terrible, de acuerdo, pero que podemos darle un buen propósito si me ayudas, viejo amigo- hay una pausa, como si esperara a que alguien contestara-. En el ataque de ese… ese monstruo, me di cuenta de una verdad “incómoda”; los Guardas de Luz no son suficientes. Esto sí podría serlo- señala a la salsera que tiene entre manos-. O al menos nos ayudará a mejorar- otra pausa-. No, no espero que lo hagan y no necesito su aprobación. NADIE necesita su aprobación. Perdieron toda autoridad sobre nosotros en el momento en el que nos abandonaron a nuestra suerte.
En este punto entiendo que está teniendo una conversación. Luego caigo en que Michelangelo se comunica con telepatía, de ahí que su voz de Bruce Willis no fuera recogida en la grabación.
-Beggar: Nos han fallado igualmente, tanto si era su intención como si no- una pausa silenciosa más-. ¡Ellos ya nos han dejado a nosotros! Michelangelo, sé muy bien lo que te esfuerzas, más que cualquiera de nosotros, me atrevería a decir, pero desperdicias tu empeño en quienes no les importas. Quieres demostrar algo, eso puedo verlo, pero así, como eres ahora, no llegarás a ninguna parte. Por favor, déjame mostrarte hasta dónde podemos llegar juntos. Lucha con una fuerza que hemos ganado con nuestro propio esfuerzo y no con otra que nos han impuesto.
Hay un silencio. Los presentes esperan una respuesta por parte del reptil, pero éste se piensa bien lo siguiente que va a decir. Se gira y me mira. Bueno, más bien al “yo” que se halla todavía en el suelo. Mi mano parece haber sido tratada para entonces, con el mismo plástico que ahora envuelve el muñón que me habían dejado. Sospecho que fue cosa de Ma’Riagg, mientras grababa todo lo que pasada. Michelangelo desciende hasta colocarse en el suelo. Entonces, su anillo verde se resbala de su pata, provocando que la capa de luz que siempre cubre a la tortuga se desvanezca, junto a su traje de Guarda.
-Beggar: Te prometo que pronto verás que has escogido la mejor opción.
El estudiante en prácticas, Heffler, recoge a la mascota familiar. A su vez, Ma’Riagg coge el anillo y lo lleva hasta mí.
-Dra. Apothek: ¡No vais a saliros con la vuestra!- proclama la doctora una vez ha recobrado el sentido y puesto en pie-. ¡Los herejes serán castigados!
Más que una amenaza, es una orden, pues un montón de personas, quienes llevan uniformes de Happy Smile, aparecen por las entradas a la sala y se disponen a capturar a los enemigos de su culto. En ese momento, la utrom coloca el anillo en uno de los dedos de mi mano izquierda. En seguida éste empieza a brillar con intensidad, lo que hace que los siguientes minutos de grabación sean de un completo verde pálido. Y hasta ahí llegaría, pues el holograma se deshace.
Me quedo sumido en mis pensamientos, sin pronunciar palabra, atando los cabos sueltos en mi cabeza. Michelangelo me había abandonado y Ma’Riagg se había quedado a mi lado. Me cago en la ironía hasta que recuerdo que no tengo ni idea de dónde está la utrom ahora. Algo le habrá pasado, pues siempre va montada en ese cuerpo falso e inerte que ahora tengo delante. Aunque más o menos pensaba lo mismo sobre Michelangelo y el anillo. Y ahí está, siendo ofrecido por ese perezoso gigante para que me convierta en uno de sus Guardas de Luz. Quiero irme a casa. ¿Es tanto pedir?
De repente, el vientre del cuerpo artificial se abre, saliendo disparado de él varios objetos que ya he visto anteriormente; mi bandolera, la pistola con aspecto de juguete de Tinky Winky y el libro que la Dra. Apothek utilizaba para conjurar sus hechizos. Estos objetos caen al suelo y yo me cubro con mis brazos para protegerme, o al menos amortiguar, del impacto de cualquier cosa que me caiga encima. Una vez compruebo que nada me ha golpeado, observo lo que acaba de ser expulsado del exo-traje. Me acerco primero al mismo libro que me sometió una vez, lo cojo entre mis manos y lo abro. Todo en blanco. Luego me dirijo a mi bandolera azul y compruebo mis pertenencias. Aquí sigo teniendo mi teléfono móvil, mi cartera, el llavero, la toalla que extrañamente cabe sin reventar el bolso y… un colgante. No tardo en recordar quién me lo había entregado. “Si alguna vez necesitáis decirme algo, sólo tenéis que pulsar el botón de la parte de atrás”. Compruebo que es cierto al darle la vuelta el medallón. Veo en este extraño objeto, aunque sumamente conveniente, una salida. O una nueva forma de meterme en más problemas. | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
Cantidad de envíos : 2957 Fecha de inscripción : 09/06/2009 Edad : 30 Localización : Estudiando, hijo. Estudiando encerrado en mi cuarto.
| Tema: Re: Dimensions Dom Ene 06 2019, 00:46 | |
| Sexto día. Y es de noche, así que no puedo estar más nervioso. ¡Mañana por fin salgo de aquí! Como es normal, el entusiasmo me está haciendo un poco imposible conciliar el sueño. Mi madre se ha quedado esta noche a hacerme compañía, pero no ha podido resistirse a las garras de Morfeo o, como se llama el Kehafka del sueño, Iluruk. Doy gracias a que los daime'é no hacemos ruido, pues me tropiezo al bajar de la cama por primera vez desde que ingresé. No han querido arriesgarse. Haciendo uso del caos, salgo de la habitación, evitando así hacer más ruido del necesario. El pasillo está tenuamente iluminado con luces cada pocos metros, las cuales solo ayudan a proyectar siniestras sombras que se sumergen en la lejana oscuridad casi infinita, aunque también es verdad que no necesitamos mucho más. No se escuchan voces en la planta, y es solo el leve chirrido de las ruedas del portagoteros que llevo en la mano lo que perturba la quietud nocturna. Una tos seca ocasional se une a mi paso lento tras tantos días sin apenas usar las piernas. Tomo el ascensor y, tras llegar a la planta baja, hago un alto en el camino, ahora con una botella de agua como única compañía. A diferencia de lo que ocurre en la Tierra, la vigilancia nocturna no prohibe a los enfermos danzar por el hospital a estas horas, posiblemente por el paso sigiloso. -Yo: La última noche antes de volver a clase. Y con "Erasmus" en la base además. -Me froto las costillas, ahora en mucho mejor estado que hace unos días. Miro a la mascota de la marca de agua: un opit(lo que vendrían a ser los gatos de Deia) animado.- Estoy empezando a cansarme de tanta mudanza, ¿sabes? Cuando empiezo a acostumbrarme a un sitio, ¡tracatá! Nuevo cambio. Nueva casa. "Pero Maximirusu, podrás venir a Deia cuando quieras. Y fuiste tu el que accedió a venir a la base a que te entrenaran." Sí, Blake. Pero porque no me queda otra. Ya te lo dije en su momento antes de...Antes de dejar de ser humano. Solo quería seguir con mi vida. Una vida tranquila.Me quedo mirando a la mascota hasta que decido arrancar la etiqueta y tirarla a la basura. Sigo allí un rato, disfrutando de la quietud nocturna. Al poco entra personal de Órbita en el edificio. Aún reticentes con ellos, los recepcionistas les señalan mi zona, donde podrán esperar hasta que el directivo a cargo a estas horas pueda atenderles. Una de las voces de los recién llegados me suena. Es la de una mujer que empieza a estar entrada en años, aunque todavía conserva su vigor. Alzo la vista. Pelo corto que comienza a ser cano. Ojos avellanados y acunados por incipientes arrugas. Lleva una camiseta naranja fosforescente, con una banda media gris y otra negra. Sus pantalones siguen el mismo patrón. Como sus compañeros, lleva un petate a la espalda. Se sorprende al verme. Cuando hago el amago por levantarme, me indica que me quede sentado. Pide un momento a sus compañeros y viene a verme. -Yo:Buenas noches. -Mujer:Eres el de aquella vez, ¿no? Asiento. -Mujer:Sí, te he reconocido por...-Hace un gesto, imitando con él las marcas de mi cara. -Yo:Ah, sí. Claro. Disculpe lo de aquella vez. He de admitir que lo recuerdo regular, y que estaba pasando por un momento bastante malo, pero hice bastante el ridículo. Siento haberla hecho pasar por ese apuro. -Marta:No te preocupes, hijo. Pero intenta no pasarte bebiendo. Y menos delante de una médica -Suelta una risita.- Soy la doctora Salas, pero puedes llamarme Marta si quieres. -Yo:Maximirusu Pauaa. Encantado. Me ofrece la mano. Sonrío a la vez que se la estrecho. -Yo:Le recomiendo no hacer eso cuando conozca al encargado. En Pallex(este país), dar la mano es un símbolo de pésame. Cuidado con el choque cultural. -Marta:Lo tendré en cuenta. ¿Qué te ha pasado? -Yo:Oh, bueno. Un pequeño accidente en las escaleras, ya sabe. Tres costillas rotas, pero ya estoy bastante mejor. Mañana me dan el alta, de hecho. ¿Y usted, Marta? Sus compañeros con olor a pólvora puedo llegar a entenderlo, pero dudo que usted y la que huele a etanol puedan ayudarnos a los daime'é más allá de un rasguño. -Marta:Somos parte del rotatorio con tu planeta. La acogida a Órbita parece haber sido bastante buena por parte de tu planeta, por lo que no van a tardar mucho en venir humanos de visita a Deia. Somos los terceros en llegar. Por lo que pueda surgir, claro. ¿No has visto a los otros? -Yo:No me dejaban salir de la habitación por precaución, no fuera a pasarme algo...¿Y cómo vais a comunicaros con los daime'é? Llama a sus compañeros. -Marta:Jonah -Uno de sus compañeros, de piel morena, asiente.- es miembro de Órbita desde hace tiempo. Va a ser nuestro intérprete, dado que lleva estudiando tu idioma desde hace bastante tiempo. Uno de los recepcionistas se nos acerca para informarnos de que el encargado está listo para recibirles, y que la directora no tardará en llegar. En esto, mi madre se acerca, algo azorada. -Mamá: ¡Maximirusu!¡¿Qué haces bajando solo?!-Yo: Me apetecía dar una vuelta y, como te vi tan profundamente dormida, no quise despertarte. Y antes de que digas nada, recuerda lo que dijo el doctor.-Mamá(sentándose a mi lado tras besarme la cabeza): ...No me pegues esos sustos, hijoLe presento a la recién llegada a la doctora, actuando nuevamente como intérprete. -Marta:Bueno, pues...Misheg...M-sae... -Yo:Max. -Marta:Max. Nos vemos por aquí. O no. Me da una palmada en el hombro. Cuando se están alejando, noto como me llega un olor conocido a la nariz. Cierro los ojos e intento poner en práctica algo que llevo ensayando desde que me ingresaron:detectar a personas no solo por eso, sino por su esencia. En algo tenía que entretenerme. Y no me gusta lo que detecto. Olor a sudor seco, con matices a sangre y colonia con aroma a hieru. Huele también a metal. El alma que la acompaña es inequívocamente de alguien que conozco. Y no va sola. Un latigazo de dolor de las costillas recorre mi cuerpo cuando me pongo en tensión. -Mamá: ¿Maximirusu?-Yo: Mamá, ayúdame a levantarme.La doctora está lo suficientemente cerca todavía, y nada me asegura que no vaya a verme, pero otra no queda. Me concentro en las puertas del centro. Poco a poco, estas van cobrando una apariencia más consistente y metálica. -Yo:¡MARTA! -La doctora y sus acompañantes se acercan a toda prisa. Pongo una mano en el hombro de uno de los policías.- No sé si les han dicho el problema que tenemos en Bimbpep, pero Órbita se está encargando de eliminarlo. Drogas. Y eso no está haciendo gracia a ciertas personas. Ciertas personas que están fuera. Creo que he conseguido ganar algunos minutos, pero no sé si valdrá para retener a los 7 que hay fuera. Sé que acaban de llegar, pero... Escuchamos gritos fuera. "¿Dónde están esos humanos?""¡PUTOS CABRONES ROSA!". Un par de disparos suena, y el olor a sangre llega a los daime'é que estamos allí. Los humanos no entienden lo que dicen, pero el tono, los disparos y golpes hacen que saquen las armas de las fundas. -Recepcionista 1: ¡No tenemos línea!La luz del edificio se va. -Mamá: Necesitamos a Blake, hijo.-Yo:: Yo no...no puedo avisarle, mamá. Mis cosas están arriba.Se me enciende la bombilla. -Yo:Marta, acérquese. Usted también. Mamá, voy a crear un portal a mi cuarto. Mi móvil está en el cajón junto a la cama. La contraseña es 252252. Avisa a Blake. No voy a poder volver a hacer esto hasta que descanse, así que necesito que esté atenta. -Hago una señal a los recepcionistas para que se acerquen. La puerta está empezando a mostrar serias abolladuras.- Y no le digan a nadie esto. Miro a la enfermera. -Yo:¿Puede quitarme la vía? -Enfermera:E...Es peligroso. No conozco vu- -Yo:No somos tan diferentes de los humanos. ¿Puede? -Enfermera:S-sí... Genero un portal a mi cuarto, el cual provoca una exclamación ahogada en los humanos y los recepcionistas. La enfermera desenrrolla su petate y coge unas gasas. Mi brazo no tarda en estar libre. -Mamá: ¡Maximirusu, vamos!Las piernas me tiemblan. Mi esfínter vacila durante un momento, y noto como los pantalones de mi pijama se mojan. -Yo: Es...Es mi primera prueba, mamá. Posiblemente yo haya sido quien haya hecho que Órbita de el paso para que Deia entre en su círculo. Quizás no haya sido yo...Pero... -Trago saliva.- Los refuerzos no van a llegar. Y si Blake no llega, esos de ahí fuera van a entrar.Una bala atraviesa la chapa. Hago que se cierre, a lo que escucho una exclamación quejosa en el exterior. -Yo: T-Tengo miedo. Pero tengo que ayudarles. Ellos...Ellos también son mi gente, mamá. Y el resto de pacientes también. -Otro disparo. Este ha pasado muy cerca.- D-Date prisa...Me abraza con fuerza y, tras un beso, arrastra a la doctora y a la enfermera a través del portal, el cual cierro. Escucho como una ventana se rompe bastante cerca. Se escucha movimiento arriba, posiblemente de esos que, como la doctora dijo, llegaron hace unos días, pero también de los que acaban de irrumpir en el edificio. Otro golpe. Mucho más contundente esta vez. -Militar 1:¡Están usando un ariete! El olor a sudor está dentro del edificio y se acerca. Está a pocos metros. La puerta cada vez está más abollada. -?????: Te huelo, chico. Vas a pagar por lo que me has hecho en la cara...Un golpe metálico a mi izquierda. Otro disparo, ahora en la planta superior. Más olor a sangre, acompañado ahora por gritos. El golpe se convierte en repiqueteo, y cada vez está más cerca. Los militares toman posiciones, preparándose para la irrupción. Por mi parte, me alejo de la entrada. No me va a servir de nada ocultarme, pero al menos no estaré entre dos conflictos. -?????: ¡SAL DE UNA PUTA VEZ!Algo sale volando y se estrella contra una puerta. Está muy cerca ya. Miro a mi alrededor. Sólo tengo el portagoteros a mano, así que me agarro a él como un clavo ardiendo. Mi última línea de defensa si llegamos al cuerpo a cuerpo. La puerta se abre y Gasha, con una barra de metal en una mano y un cuchillo al cinto, aparece por ella. Una sonrisa siniestra cruza su cara a la vez que un gran chirrido metálico cruza la habitación, lo que hace que cerremos los ojos de dolor durante unos instantes. -Gasha: Hola, saco de mierda. ¿Unas últimas palabras?-Yo: Gasha, no tienes p--Gasha: ¡CÁLLATE LA PUTA BOCA, ENANO MARICÓN!¡VAS A PAGAR CON CADA GOTA DE SANGRE DE TU CUERPO LO QUE ME HICISTE EN LA CARA!Me tira uno de los cuchillos, el cual me roza el costado, desgarrando la parte superior del pijama y haciéndome un corte. Intento hacer algo, pero estoy demasiado nervioso como para centrarme en como atraparlo. Antes de darme cuenta, lo tengo encima. Le lanzo un golpe con el portagotero, pero ahora mismo estoy demasiado débil como para que presente una amenaza real. Me obliga a retroceder mientras esquivo los golpes de su garrote. -Gasha: Aquí no tienes sombras con las que atarme.Me pone la barra al cuello y, con la otra mano, me propina un puñetazo en la cara. Otro más. Antes del tercero, le lanzo un puñetazo al bíceps del brazo que sujeta la barra. Aparta su brazo, dolorido. Antes de que pueda hacer nada, me da un rodillazo en el estómago, con el que me doblo por la mitad. Estoy a punto de vomitar cuando me lanza al suelo y se pone sobre mi. -Gasha: No es suficiente. Tienes que aprender tu lección, media mierda.Me cubro la cara. Noto como me hace un corte en uno de los antebrazos con sus garras. Desesperado, miro a mi alrededor. Los pelos de la nuca se me ponen de punta. Hago que la barra se acerque. Mis brazos no van a aguantar muchos más golpes, y las gotas de sangre que caen sobre mi cara son testigo de ello. Algo hace click en mi. Gasha para al escuchar un siseo a su espalda. -Gasha: ¿Q-qué es eso?Donde antes estaba la barra, ahora hay una serpiente, reptando con rapidez hacia mi agresor. El reptil se lanza a por el traficante, mordiendo así su brazo y quedándose aferrado al mismo. Gasha se aparta y chilla de dolor, dejándome vía libre para alejarme. Cojo nuevamente el portagoteros y le doy un golpe en la cabeza, dejándolo así inconsciente. Es ahora cuando me doy cuenta de que el edificio está ahora silencioso. -Yo: A...A ver si te mueres, cabrón.Me siento algo alejado de Gasha. Estoy exhausto tras tanta agitación y caos. El reptil repta hacia mi, lo cual hace que me recorra un escalofrío. Sus colmillos refulgen con un brillo carmesí pero, a diferencia de con el traficante, la sierpe sube por mis piernas hasta mis hombros y allí se queda, medio aletargada. Los brazos me duelen horrores, y un hilo de sangre baja de uno de ellos. El cuchillo que antes me hizo un corte en el costado está a mi alcance. El mismo cuchillo que podría haberme matado. Noto como se forman lágrimas en mis ojos y se me cierra la garganta. Casi vuelve a pasar, y esta vez han faltado solo unos centímetros. Gimoteando, consigo ponerme en pie y salir de la sala para llegar a paso lento hasta la recepción. Lo que antes era la puerta es ahora un gran boquete, cerca del cual busca mi madre como loca. Cuando me huele y ve mi estado, me abraza entre lágrimas. -Yo: He...He ganado, mamá. He...Hundo la cara en su hombro y rompo a llorar. Los militares y guardias de seguridad no tardan en ir a por Gasha y reunirlo junto a los demás en una sala, todos bien atados y asegurados. Mi madre no me suelta mientras todo esto ocurre. ______________________________________________ -Blake: Estoy orgulloso de ti, Maximirusu. No sólo has podido detener a Gasha, sino que has conseguido retenerlos hasta que he llegado. Estamos de vuelta en mi cuarto, donde me están cosiendo el corte del costado y tratando los golpes de los brazos, no sin antes darme una ducha. Bajo supervisión médica, claro. Mi madre no deja de acariciarme la cabeza, incapaz de apartar la vista de mi. -Yo: Tu nos has salvado, Blake. Si no hubieras llegado...El maestro del caos se sienta frente a mi. -Blake: Pensé que Órbita los había capturado. Yo mismo me encargué de capturar a algunos, pero...Ha sido culpa mía, Maximirusu. -Yo: Has sido tu el que ha conseguido desmantelar esa banda, Blake. Nadie...Nadie podía esperar que se escaparan algunos.Esta vez, Viann Pauaa no abre la boca para reprochar nada a Blake, pero sí que le mira. -Mamá: ¿Podrá estar a salvo de este tipo de cosas, Blake?Si se entrena, ¿estará a salvo?El caomante asiente. Todos nos quedamos en silencio hasta que el enfermero, no sin antes agradecer a Blake por haberle salvado y por su labor con el tema de las drogas, abandona la sala. Marta, la médico recién llegada, dejó antes también medicina que Órbita importa a su base, con la cual podré curarme con mayor celeridad y ayudará a evitar que quede cualquier cicatriz en mi cuerpo. Abrazo de nuevo a mi madre cuando, de repente, algo suena en el cuarto. Es un tono que no me suena, pero que sé perfectamente de donde sale: mi bandolera. Al abrirla, el corazón me da un vuelco, pues lo que suena no es otra cosa que el pequeño dispositivo que hace las veces de intercomunicador con una los medallones que repartí a mis amigos y a mis padres. Siento como mi boca se seca. -Mamá:: Vamos, hijo. Responde.Con manos temblorosas, oprimo el botón que abre la línea. Escucho una respiración entrecortada al otro lado del dispositivo. -Yo:...¿Hola? | |
| | | Xalcer Adepto
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| Tema: Re: Dimensions Vie Ene 11 2019, 02:38 | |
| El irritante sonido del despertador me arrancó abruptamente de mis sueños. Sin siquiera volverme le solté un guantazo de entre las sábanas al botón de silenciar como de costumbre. El golpe de mi mano contra la dura superficie de la mesita me sacó de mi sopor lo suficiente como para recordar que no tenía despertador, Irala ya se encargaba de ello con su música todas las mañana. Cuando conseguí reunir unas pocas neuronas me percaté de que el pitido no era otro que el timbre de la puerta. Saliendo a regañadientes del cálido confort de mi cama, me arrastré hasta la entrada para detener ese incesante sonido que me penetraba la cabeza.
- Griffith: Hey, buenos días. - susurró desde el pasillo al abrir.
- Yo: ¿Griffith? - Me apoyé contra el canto de la puerta restregándome los ojos. Aquella mañana me encontraba especialmente cansado. - ¿Ocurre algo? Creía que hoy teníamos el día libre.
- Griffith: Así es, pero Rollon ha creído oportuno adelantar el día de checkeo estando tu aquí. - Viendo mi cara de sueño y de no entender ni papa, continuó. - Cada cierto tiempo, una vez al mes o así, Rollon nos llama para hacernos un par de pruebas y análisis para comprobar nuestro estado. No es más que rutina, ya te acostumbrarás. Había pensado que como era tu primera vez te gustaría que te acompañara.
- Yo: ¿Ahora mismo? ¿No podemos desayunar algo antes al menos?
- Griffith: Tenemos que estar en ayunas para los análisis. Venga, solo son un par de pruebas de nada, ya comerás algo cuando termines.
- Yo: Uuugh... vale. Dame un minuto que me cambie al menos.
La invité a entrar para no dejarla esperando allí sola. Aún debía de ser muy temprano, ya que no había ni un alma en el pasillo, ni el más mínimo ruido. No me extrañaba que tuviera tanto sueño. Griffith se puso a deambular por la habitación mientras yo buscaba algo de ropa.
- Griffith: Sabes que la expresión de "quedarse pegadas las sábanas" no es más que una forma de hablar, ¿verdad? - puntualizó señalando mi espalda.
Las sábanas habían vuelto a quedarse enganchadas en las numerosas espinas que recorrían mi cuerpo, otra vez. Tenía ya tantos agujeros y cortes que más bien podía servirme como disfraz de fantasma en ese estado. Entre ellas y las alas, dormir bien una sola noche se había vuelto un lujo para mí. Con cuidado de no destrozarla más, desenganché la sábana y terminé de cambiarme en el baño. La estación parecía otra a aquella hora de la mañana. Solos aquellas luces imprescindibles se mantenían encendidas con un tenue brillo, alargando nuestras sombras al pasar y sumiendo el resto de zonas en la completa penumbra. Podía ver todo lo que ocurría en la oscuridad gracias a la "visión térmica" de mi hocico, pero aún así aquel silencio sepulcral me ponía las escamas de punta. El crujir de la estación, el sonido de la maquinaria funcionando tras las paredes, los lejanos pasos de los del turno de noche... Un oído tan fino podía llegar a ser muy útil, pero en aquellos momentos echaba de menos el bullicio del día a día.
- Griffith: No pongas esa cara, ya verás como no es nada. - dijo entrando y pulsando el botón de bajada del ascensor.
- Yo: Me has sacado de la cama a las seis y cuarto de la mañana, ¿qué cara quieres que tenga? - respondí desencajándome la mandíbula de un bostezo. - Nadie en su sano juicio se levantaría a estas horas voluntariamente...
- Griffith: A Rollon le gusta trabajar de noche, sobre todo después de descubrir esa cosa que llamáis café. "Si te estás muriendo, hazlo en silencio y lejos de mi", como suele decir.
- Yo: Encantador...
- Griffith: Se le acaba cogiendo cariño con el tiempo.
El ascensor se detuvo, dejándonos junto a la plaza central, la misma que visité en mi primer día en la estación. Si mis recuerdos de aquel día no estaban equivocados, el laboratorio de Rollon se encontraba yendo a través de uno de los pasillos circundantes. ¿Pero cuál? Aquel día tenía muchas otras cosas de las que preocuparme como para fijarme por dónde íbamos. Eché un vistazo rápido al lugar tratando de recordar el camino, pero en vez de eso me topé con una cara familiar en uno de los bancos.
- Ciare: Buenos días. - saludó con su usual jovialidad al acercarnos donde estaba sentada.
De pie frente a ella se encontraba una pequeña, de no más de nueve o diez años, que, como cabría esperar, no era humana. Su piel era grisácea y correosa, como la de un anfibio. A ambos lados de su cabeza crecían dos apéndices prolongados con forma de rayo, que al fijarme más detenidamente me percaté de que eran cartilaginosos, y parecía ser capaz de moverlos a voluntad. Coronando la parte posterior de su cabeza se perfilaba el contorno de un suave cuerno con cierta semejanza a la aleta dorsal de un delfín. Su cara, joven e infantil, se contorsionaba en un hocico, de no más de uno o dos dedos de largo, del cuál se podía entrever la punta de un diminuto colmillo asomando. Corrió junto a mi y comenzó a dar vueltas a mi alrededor, observándome con curiosidad agitando alegre su delgada cola.
- Ciare: Invime, no seas maleducada. - le llamó al atención. - Perdónala, se emocionó mucho cuando le dijimos que ibas a venir.
- Yo: Eeeh... ¿Y eso por qué?
- Ciare: Oh, desde que supo que había otro híbrido más abordo lleva días preguntando por ti a todas horas. Estaba tan ilusionada de poder conocerte anoche... Hasta me la he encontrado ya levantada y todo cuando he ido a recogerla.
- Yo: Espera, ¿ella...?
- Invime: ¡Griff, Griff! ¿La mía llegará a ser igual de grande y fuerte como la suya? - le preguntó agarrando mi cola con ambas manos intentando levantarla por encima de su cabeza.
- Griffith: Mucho mejor, incluso. - le dijo acariciándole la cabeza, antes de volverse hacia mi. - No somos los únicos híbridos, ¿recuerdas?. Invime aquí es la cuarta y última en unirse al grupo, al menos por ahora.
Miré a la pequeña, tocando inocentemente las púas que recorrían mi cola con el dedo. Para ser sinceros, siempre pensé que el resto de híbridos serían como Griffith. En ningún momento se me llegó a pasar por la cabeza que pudieran ser mucho más jóvenes que yo.
- Invime: Yo me llamo Invime. Abu dice que significa "brisa de la mañana" en la lengua de mi madre. ¿Cómo es el tuyo?
- Yo: Xalcer.
- Invime: ¿Xalcer? Es un nombre muy rarito.
- Ciare: Invime... - la reprimió con la risa de Griffith de fondo.
- Yo: T-tranquila, no pasa nada. No es la primera vez. - Ni la última, os lo puedo asegurar.
Un leve sonido nos informó de que uno de los ascensores a nuestras espaldas estaba llegando hasta nuestra planta, abriendo sus puertas tras unos segundos.
- Invime: ¡Fer, mira quién ha venido! - exclamó corriendo hacia el recién llegado y señalándome.
Un gruñido seco fue toda respuesta que recibió. Cola moteada escondida entre las piernas, ligeramente encorbado, manos metidas en los bolsillos de la chaqueta y un hocico fruncido bajo la sombra de la capucha. No había vuelto a ver a la joven hiena desde nuestro incómodo encuentro, y por su mirada, su opinión sobre mi persona no parecía haber cambiado en absoluto durante todo ese tiempo. Resopló mezcla del cansancio de la mañana y del malhumor, y pasando de largo a Invime, se marchó sin mediar palabra a través de uno de los pasillos colindantes, dejando la plaza y a todos nosotros detrás.
- Griffith: Alguien se ha levantado más gruñón de lo habitual esta mañana. - susurró para ella misma. Se acercó a la pequeña, abrazada a su propia cola con las orejas caídas.
- Invime: ¿Se ha enfadado Feren conmigo? - preguntó con débil voz temblorosa.
- Griffith: No, cariño, no. - trató de calmarla agachándose junto a ella y acariciándole la mejilla. - Solo está nervioso por las pruebas. ¿Recuerdas lo que pasó la última vez cuando Rollon le puso la inyección?
- Invime: No sabía que Feren pudiera saltar tanto.
Suspiré al oír su inocente risa de nuevo, aliviando un poco el nudo que tenía en el pecho. En cierto modo me sentía culpable indirecto de aquella situación. Puede que les conociera desde hacía poco, pero lo que menos quería era causarles problemas innecesarios a los demás.
- Ciare: No le des vueltas, hijo. - me susurró dándome un suave toque en el ala, como si leyera lo que pasaba por mi mente. Antes de que pudiera preguntar a qué se refería, Griffith se nos acercó con una Invime bastante más animada cogida de la mano.
- Griffith: Vamos a ir tirando, no vayamos a hacer esperar a Rollon. - Asentí con la cabeza. - Gracias por encargarte de Invy, Abu. Ya me ocupo yo a partir de aquí.
- Ciare: ¡Tonterías! - exclamó empujando a Griffith por la espalda para que comenzara a andar. - Es vuestro día libre. Invime y yo iremos a buscar a Feren para desayunar algo cuando terminen, mientras vosotros disfrutáis de una mañana tranquila por una vez.
Cualquier intento de disuadirla de ello fue en vano, por lo que comenzamos la marcha. Griffith y la pequeña Invime iban delante, jugueteando entre ellas, mientras Ciare y yo les seguíamos.
- Yo: Entonces... - comencé a decir sin pensar, tratando de romper el silencio - ¿Feren también es...?
- Ciare: Así es. El tercero, estando tú aquí. Siento mucho su comportamiento, está en una edad difícil de tratar.
- Yo: N-no pasa nada. Abu... ¿Todo el mundo te llama de la misma manera?
- Ciare: Oh, no, no. Es como me llamaba Griffith de pequeña, cuando aún le costaba pronunciar todas las letras. Era casi lo único que podía balbucear con el pequeño pico que tenía. Cuando Feren e Invime llegaron no tardaron en imitarla. Supongo que Feren ya es lo demasiado mayor como para seguir llamándome así.
Al hablar, su voz tenía un tinte de orgullo y melancolía a la vez, como el de un padre que ve marchar a su hijo de casa, y por la forma en que miraba y sonreía al ver a Griffith y a Invime jugar mientras caminábamos, estaba claro les profesaba un gran afecto.
- Yo: Se nota que les tienes mucho cariño.
- Ciare: No te haces idea. He cuidado de ellos ya tantos años... Les he visto crecer desde que no eran más que unas simples crías incapaces de abrir los ojos. Les he contado cuentos antes de arroparlos en las frías noches, cantadoles una nana cuando despertaban temblorosos y con miedo por culpa de una pesadilla, regañado cuando tiraban la comida o se colaban donde no debían. Son mis pequeños. No es mucho, pero son lo más preciado que estos viejos huesos podrían desear.
Aquellas palabras hicieron que algo dentro de mi se revolviera. ¿Cómo habría cambiado mi vida si no hubiera salido "defectuoso", si hubiera regresado a la estación cuando sólo tenía un par de años? Junto a aquellos que compartían mi condición y quienes podía conectar de una forma más profunda, bajo la tutela de alguien que siempre velaría por mi bienestar. ¿Habría sido... mejor que mi vida en la Tierra?
- Ciare: ¿Cómo llevas tu brazo, por cierto?
- Yo: Ah, b-bastante bien. -espeté saliendo abruptamente de mis pensamientos. Alcé y apreté el puño, dando fe de ello. - La herida ya casi está curada del todo, pero el médico dice que espere a que crezcan las escamas del todo antes de quitar el vendaje.
- Ciare: Eso es bueno. - murmuró cogiéndose de sus cuatro manos con su usual sonrisa. - Y... ¿cómo lo llevas tú?
Frené ligeramente el paso, sintiendo cómo una punzada me atravesaba el pecho. Temía que fuera a hacer esa pregunta después de mi patético espectáculo en los comedores la última vez. Tomé aire y suspiré, reanudando el ritmo.
Yo: Bien, supongo... Mejor que antes, al menos. G-gracias por preguntar.
- Ciare: No tienes que darlas.
Lo que siguieron fueron unos silenciosos segundos, en los que Ciare me miraba de reojo sin perder su sonrisa, como si estuviera esperando a que yo siguiera. En serio, ¿es que su especie era capaz de leer la mente o algo? Suspiré de nuevo, haciendo de tripas corazón y reuniendo el coraje necesario para continuar.
- Yo: Creo que... debería darte las gracias también por lo del... viaje y todo eso. No tenía ni idea de cuánto lo necesitaba. Me ayudó a abrir los ojos. Ale, Migue, Max... Ni siquiera Franky llegó a creerme cuando les dije quién era en realidad. - Tomé una pausa para tomar aire y calmar mis nervios del sudor frío que me recorría la espalda. - Supongo que... necesitaba aceptar que mi anterior vida había acabado del todo antes de poder comenzar esta. Aún hay muchas cosas que cuesta asimilar, pero todo es bastante más llevadero. Griffith es de gran ayuda, pero... no estoy seguro si solo lo hace porque se lo hayan ordenado.
- Ciare: Dale tiempo. Los tres te necesitan, más de lo que se pueden llegar a imaginar.
Alcé una ceja, intentando comprender lo que acababa de decir, pero la puerta al laboratorio de Rollon no tardó en aparecer frente a nosotros, marcando la llegada a nuestro destino.
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| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
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| Tema: Re: Dimensions Mar Ene 22 2019, 23:35 | |
| -Yo: Ho-hola. ¿Eres… eres Maxm… Maximi...?- rebusco en mi mente el nombre que quiero pronunciar-.
-Maximirusu: … Maximirusu- me contesta una voz que detona decepción a través del colgante-. Maximirusu Pauaa.
-Yo: Eso. Perdona, mira, estoy metido en un lío y eres el único que puede ayudarme; He acabado en otro planeta y no sé cómo voy a volver a casa.
-Maximirusu: Espera, espera, ¿cómo has acabado en otro planeta?
-Yo: Es una larga historia y no sé si tengo tiempo suficiente. Te la cuento luego si quieres, pero por favor, ven o manda a alguien para llevarme a la Tierra.
-Maximirusu: Claro- empieza a responder algo nervioso-, entiendo, ¿dónde estás?
-Yo: A ver, estoy… ¿como era?- yo también empiezo a ponerme nervioso-… en el planeta Glen, Gron, no, ¡mierda!… ¡espera, la Central de los Guardas de Luz!
-Maximirusu: ¿”Guardas de Luz”? ¿Quiénes son esos?
-¿Joven?- escucho de pronto la voz de Lariard en mi cabeza. Mi reacción es alejar mis labios del medallón y pulsar su botón otra vez, pensando que así se apagaría-. ¿Ya has revisado tus pertenencias?
Intento calmarme y no pensar en la idea de que mi conversación haya sido escuchada por un tercero.
-Yo: S-sí.
Reaparece en la puerta una imagen de Lariard reducida, como la que vi la primera vez.
-Lariard: Me gustaría mostrarte el lugar. Te ruego que me sigas- me da la espalda y empieza a andar- recojo todo lo que puedo meter en mi bandolera, con todas las complicaciones que puede acarrear una mano menos, y salgo del trastero. No tardo en alcanzar a la lenta figura que anda por delante de mí, pero, una vez lo hago, ésta aumenta la velocidad de paso-. La Central es una ciudad del tamaño de un país, donde se gestionaba la actividad de todos los Guardas de Luz. Sígueme por aquí-.
Nos adentramos a una larga sala que parece la exposición de un museo. Allí hay muchas estatuas, todas hechas con un excelente nivel de detalle. La escultura en piedra es un arte que siempre termino encontrando fascinante, pues me cuesta imaginar cómo alguien puede tallar una roca para definir un cuerpo o un rostro casi sin imperfecciones. El Maestro de Luz me va relatando sobre los grandes héroes que representan las estatuas. Todos muy nobles y valientes, según quien lo cuenta, pero yo sé que está haciendo todo esto para que me atraiga la idea de ser un Guarda. Me limito a observar esas grandes figuras, de entre las cuales las hay similares a la mía propia, mientras que otras eran tan amorfas que escapaban a mi imaginación hasta ese momento. El perezoso sigue parloteando, pero yo ya le he dejado de prestar atención. Hay otra cosa que me perturba. Aprieto mi mandíbula y muevo la lengua en el interior de la cavidad bucal. El ritmo de mi respiración aumenta. Siento que tengo el antojo de algo. ¿Es hambre? He comido hace un rato y creí haberme saciado. Incómodo, trato de coger mi mano derecha con la izquierda, pero, claro, no cojo nada. Ya no está ahí.
Estamos en una habitación llena de paneles de controles y monitores. Me recuerda por un momento al lugar que usaba Ma’Riagg para vigilarme. No es un recuerdo que me agrade.
-Lariard: Aquí, los técnicos especializados vigilaban esta zona de la Central y mandaban y recibían mensajes de los Guardas de Luz que estuvieran repartidos por otros sistemas. Por desgracia, la tecnología nunca fue mi fuerte y por eso no soy capaz de mandar un mensaje que traiga de vuelta a aquellos que fueron abandonados por mis hermanos. Cuánto me gustaría decirles que sigo aquí, esperando- algo parece llamar su atención y se acerca a una de esas pantallas- aunque aún puedo defender este santuario. Y no descansaré hasta que alguien tome mi relevo. Observa una imagen en la que se ve a una nave acercarse a la superficie. Quizá esté viniendo hacia esta dirección-. Ven, aún tengo que mostrarte lo más importante-.
El Maestro de Luz me lleva al exterior del edificio, donde hay un jardín dejado a su suerte y sin cuidado desde hace mucho tiempo. Miro al cielo. Es de noche. Lo puedo decir por el cielo negro y los puntos luminosos que son las estrellas. La temperatura es un poco baja y el frío me golpea cada vez que sopla el viento. Miro al frente. Hay una luz. Una luz verde al horizonte. Allí es donde nos dirigimos. Me doy cuenta que Lariard dejó de hablar hace un rato. No vuelve a decir nada hasta que nos acercamos al lugar donde surge esa luz.
-Yo: ¿Qué…?- no me salen las palabras-.
-Lariard: He aquí la fuente de poder de los Guardas de Luz- dice con una voz que parece querer dejar claro que se refiere a algo épico-.
No sé qué es lo que le ve. Yo veo una plataforma hecha con tecnología aparentemente avanzada y rodeada de focos de luz verde. Todos estos focos señalan a un mismo punto; una cúpula de cristal que tiene en su interior una piedra. Ni si quiera es una grande; podría cogerla yo mismo con una mano.
-Yo: ¿Una piedra?
-Lariard: Esta “piedra” llegó a este mundo hace siglos. Un viajero de las estrellas bajó hasta estas tierras y se la entregó a quien, en un futuro lejano, se convertiría en el primer Maestro de Luz. Lo que quiero que entiendas es que estás ante un inmenso poder.
-Yo: ¿Que será mío si me convierto en un Guarda?- me atrevo a preguntar-.
-Lariard: No era esa la dirección hacia donde quería ir ahora mismo, pero también es cierto. Tal como ves, es un objeto que cualquiera podría coger y llevarse. No te estoy diciendo que temo que se lleven el poder de los Guardas de Luz. Te estoy diciendo que tengo miedo de en qué manos podría caer- en ese momento, dos nuevas luces se acercan volando-. Necesita ser protegido.
Dirijo mi mirada hacia lo que se avecina. Al acercarse más, puedo ver que se tratan de dos vehículos voladores con forma de motocicletas. Llevan a unos tipos embutidos en armaduras. Uno parece tener la cabeza alargada, mientras que al otro se le ven dos pares de brazos. Es lo que puedo ver que más me llama la atención sobre ellos.
-Yo: ¿Quiénes…?
El cetro del perezoso empieza a brillar con intensidad.
-Lariard: Por cierto, muchacho, todavía no te lo he preguntado- un rayo de energía surge del bastón y reduce a polvo los intrusos junto a sus transportes-. ¿Cuál es tu nombre? | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
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| Tema: Re: Dimensions Dom Ene 27 2019, 05:43 | |
| La voz de Franky se corta súbitamente. Con el corazón aún a mil por hora, miro a Blake. El maestro del caos suspira.
-Yo:El hospital ya está bajo control, Blake. Sólo va a ser entrar y llevarlo de vuelta a la Tierra.
Antes de que abra la boca, y ayudado por mi madre, empiezo a quitarme el pijama. Empiezo a notar el dolor de los golpes de Gasha, pero eso no me hace parar.
-Yo:...¿Qué era eso de "Guardas de Luz"?
Blake se sienta, algo perplejo.
-Blake: Los...Los Guardas de Luz era una especie de policía espacial. Existían a través del Universo, sirviendo al bien y protegiendo a todo aquel que lo necesitara. Algunas veces ayudaron a Órbita. A veces, a nosotros. Muchos fueron héroes. Otros desertaron y prefirieron pasarse al bando crim-
-Yo:No te enrolles, que no tenemos tiempo. Eran los Green Lantern, vale. ¿Qué es lo que ha hecho que te preocupes así? Porque la verdad es que estás haciendo que me preocupe aún más.
-Blake: Se supone que estaban extintos.
Termino de vestirme y cojo la bandolera. Me tomo los analgésicos y le doy un abrazo a mi madre.
-Mamá: Blake puede ir a rescatarlo solo, hijo.
-Yo:Vamos. No me digas eso después de haberme ayudado a vestirme.-Quiere decirme algo, pero alzo la mano.-Si accedes a que Blake me lleve a aprender a defenderme, esto es lo mínimo. Y seguro que no será peor que lo que acaba de pasar aquí. Además, posiblemente estará igual o más asustado que yo ahora mismo. Si va solo Blake, al que no conoce, no sé si se dejará rescatar.
-Blake: Pero si quieres que te lleve tienes que estar bien repuesto. Para no sufrir un accidente por cualquier tontería, ¿sabes?
-Yo:Eh...Uh...Pues mira...
-Blake: No lo habías pensado, ¿verdad? En el saber entra cuando esperar y en la virtud está delegar en los demás. Vas a venir, Maximirusu, pero solo para que veas cual es tu realidad ahora mismo. Como intentes hacer algo vas a tener serios problemas. Y te aseguro que el enfado de tus padres será el mínimo de ellos.
No respondo nada. Blake abre un portal, el cual nos lleva a una sala preñada de estatuas de diversas especies.
-Blake: Puede que tenga caocita, así que tampoco tendrás opción de intentar nada. Sígueme.
Nuestros pasos resuenan en la vacía habitación. Blake tiene que reducir el paso para ir a mi par.
-Yo:...He escuchado lo de los caomantes muertos.
-Blake: ¿Entiendes por qué no quería que vinieras?No sabemos con que vamos a encontrarnos. Los Guardas estaban desaparecidos. Eso implica que no sabemos que nos vamos a encontrar, Maximirusu. No puedo encargarme de defenderos a ti y a tu amigo a la vez si hay caocita en este lugar. Y estoy seguro de que te has dado cuenta de que hay. Si la situación se vuelve violenta tu eres mi prioridad. No voy a admitir réplica.
La voz de Franky me llega a los oídos. Noto como Blake hace que podamos entendernos todos, momento en el que un timbre a muy baja frecuencia suena.
-Yo:¿Lo has oído?
-Blake: ¿A qué te ref-?
Me coge y nos tiramos a un lado, momento en el que un haz de luz pasa por donde instantes antes estábamos nosotros. Las puertas por las que íbamos a pasar están abiertas de par en par, mostrando un jardín en penumbra. El cielo oscuro y los focos perfilan las formas de lo que parece ser un perezoso de seis metros y a Franky. El aire tiene un olor que me pone los pelos de punta.
-Perezoso:Hoy contamos con bastantes visitas inesperadas. Y de dos caomantes al parecer.
-Blake: Disculpe que hayamos entrado sin su permiso, señor. No queremos causar ningún problema. -Da un paso adelante.- Mi nombre es Blake, Maestro del Caos de tercera clase. Él es Maximirusu, un reciente adepto a las artes. Ese chico de ahí es amigo de mi acompañante, y lleva buscándolo desde hace mucho tiempo. Sólo queremos llevarlo de vuelta a su casa.
-Perezoso: Disculpa mi falta de cortesía, hijo. Soy Lariard, el último Maestro de Luz. Os pido amablemente a tu acompañante y a ti que deis media vuelta. Este joven debe quedarse.
-Blake: Está herido, y su familia lo busca desesperadamente.
Franky, al igual que yo, reacciona ante esto último.
-Lariard: Mucho me temo que eso no va a ser posible. Por favor, déjennos a solas. -Su bastón comienza a brillar.- No habrá un segundo aviso.
Blake levanta el suelo y lo endurece, formando un muro que bloquea los láseres que nos habrían calcinado.
-Lariard: Es una lástima. Sé que son escasos los caomantes. Ninguno de nosotros sale beneficiado de esto, Don Blake.
Blake me mira. Una figura luminosa bordea el muro, tras lo cual es envuelta en llamas por Blake.
-Blake: Cambio de planes. ¿Crees que puedes crear un portal?
-Yo:Estoy seco. Si me das unos minutos quizás, pero sigue- Blake me coge a la vez que genera un portal, el cual nos aleja de nuestra posición actual.- Sigue estando el tema de la caocita.
Estamos sobre un tejadillo, algo alejado del patio.
-Blake: ¿Y lo de la serpiente?
-Yo:Caos, Blake. Caos.
-Blake: No estás de buen humor, ¿eh? -Me señalo entero.- Sospecho que no es caos como tal, pero está bien. Pensaremos...pensaremos en algo.
Más figuras de energía se nos acercan. Cuando nos tienen a tiro lanzan nuevos rayos, los cuales Blake desvía. De repente, una jaula luminosa nos rodea. Blake da un salto y, antes de darnos cuenta, estamos flotando en el aire. Me aferro a Blake con todas mis fuerzas, muerto de miedo. Las figuras crean sendas cadenas con las que casi nos atrapan, llegando a rozar a Blake con una daga energética, pero de nuevo es un portal el que nos salva. En esta ocasión volvemos al lugar de antes. Blake jadea.
-Blake: Ha estado cerca, ¿eh?
Un cascote sale volando en nuestra dirección. Blake consigue trocearlo, pero un fragmento de algo que había dentro le golpea en la cara y le tira al suelo. Cuando se levanta veo como tiene un corte bastante feo en el pómulo. Además, las marcas bajo sus ojos han desaparecido. Intenta crear un nuevo portal, pero nada ocurre.
-Blake: Asg-iishek kleios
Un nuevo golpe a nuestra espalda. Blake empieza a quitarse los fragmentos más superficiales de la cara.
-Blake: Maximirusu, mie hei...hei queidaba sin kaos. Su meirceid deibei huir.
Me coge del brazo y me arrastra hasta otra cobertura.
-Yo:M-sheireus diik'e Franky-a heru, Blake!
Blake repasa lo que tenemos a nuestro alcance con la mirada. Mientras tanto saca un medallón parecido al que di a Franky y lo pulsa. Me llevo una mano al costado. Noto el tacto de la sangre filtrándose a través de la camiseta. La fiebre empieza a subirme.
-Blake: No sei hablo pollux, Maximirusu.
-Yo:Creo que puedo abrir un portal hasta Franky, Blake. Pero no sé como vamos a salir de aquí.
Blake agita su medallón. Abro un portal, el cual me conduce a la espalda de Franky. Blake y yo lo agarramos, cerrando el portal justo cuando está a nuestro lado.
-Franky: ¿Cómo-?
-Yo:¡Corre!
Empezamos a correr, estando ayudados Franky y yo por Blake. Las figuras nos siguen cuando, de repente, todo se queda en silencio, interrumpido solo por unos leves pasos. Como por arte de magia, todos los fragmentos de roca que Blake tenía incrustrados desaparecen, volviendo con ello las marcas a su cara. Los pasos están más cerca.
-Blake: Siento haberle llamado. Yo...
-????: Esperaba algo más, Blake.
Los pasos se paran cuando Ygksza, el maestro de Blake, aparece frente a nosotros. Noto otra vez ese cosquilleo. Me dirige una mirada, tras lo cual sonríe.
-Ygksza: Te espero en tu nueva habitación dentro de 20 horas. 20 horas de tu planeta. -Se dirige ahora a Blake- Te aconsejaría que os fuerais lo más rápido que podáis. Sólo lo he dormido un poco.
Tras esto, desaparece. Algo mareado, me apoyo en Franky.
-Yo:Blake, llévanos a Mairena. Sus padres y hermanos tienen que estar que se tiran de los pelos.
Franky me mira alarmado.
-Yo:¿A él también le vigilas?
-Blake:Si ha tenido contacto contigo, puede que quede algún remanente de caos temporalmente. Es mejor prevenir.
No tardamos en estar frente a la casa que buscamos. Hace un día magnífico de principios de Diciembre. Antes de que Franky diga nada, atravesamos de nuevo el portal, dejándolo sólo frente a la incrédula mirada de sus vecinos. | |
| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
Cantidad de envíos : 676 Fecha de inscripción : 26/04/2011 Edad : 30 Localización : Entre el reino de la luz y el reino de la oscuridad...
| Tema: Re: Dimensions Vie Feb 01 2019, 11:54 | |
| Y ahí estoy, en frente de mi casa. Todo había pasado muy rápido, pero me sentía exhausto. Miro incrédulo a mi alrededor, ordenando los recientes acontecimientos en mi cabeza. Vuelvo a mirar hacia la puerta de mi casa. Normalmente usaría mi llave para abrir la cancela negra que me separa de mi hogar, pero descarto la idea en cuanto intento abrir mi bandolera con mi mano derecha, dándome cuenta, de nuevo, que ya no está. Uso la mano izquierda para pulsar el timbre. Escucho las voces de los vecinos, pero les ignoro. Espero con impaciencia a que me abran la puerta, a volver a ver a mi familia, a ver sus ojos acuosos por mi llegada. Estoy en casa.
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Abro los ojos. Noto que estoy tumbado en algo blando. Probablemente una cama. Giro la cabeza para ver lo que hay a mi alrededor. Pero apenas levanto mi espalda para tener una visión mejor, alguien me abraza. Tardo unos segundos en darme cuenta quién es. Es mi madre. Le correspondo el abrazo y empiezo a llorar junto a ella.
Mi padre y mis hermanos también vienen a visitarme. Quieren que les cuente qué me ha pasado, qué le ha pasado a mi brazo. Trato de hacerlo, tal y como había hecho antes con mi madre, pero en ambas ocasiones uso la excusa de la amnesia para saltarme las partes que, a mi parecer, son las más ridículas, como que nuestra tortuga es un policía espacial, mi novia una alienígena encubierta, la Salsa y que mi secuestrador era un perezoso gigante. Que no les pude contar mucho, vamos. Les preocupo y eso no me gusta.
Mi madre suele ir por las mañanas a trabajar, pero estos días se está quedando a mi lado mientras estoy postrado en la cama. Mi padre viene al hospital por las tardes para hacernos compañía y se marcha al anochecer para atenderles la cena a mis dos hermanos. Se los agradezco, aunque no con palabras. Los médicos me hacen pruebas. Han detectado algo extraño, pero no nos dicen qué es porque ni si quiera ellos lo saben todavía. Nada peligroso, espero. O eso quiero creer.
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Algo anda mal. Bueno, no es como si hubiera estado de fiesta últimamente. Ya estaba teniendo sueños extraños desde que regresé a la Tierra. Estos me hacían vivir partes, un tanto extravagantes, de otras vidas. Unas veces me veía en un bar tratando de ligar con chicas utilizando una política que desconozco. Otras soy alguien quien es capaz de pelearse con una niña pequeña con tal de conseguir una figura de una especie de escarabajo de colores. Pero es en mi último sueño donde he pasado miedo de verdad. Me había levantado de la cama, no como si estuviera somnoliento, sino como si estuviera lleno de energía. No, más bien estaba lleno de ansias, ¿pero ansias de qué? Ignoré a mi madre, quien estaba dormida en un sillón que hay al lado de la cama. Recorrí los pasillos en la noche. Estaba buscando algo y ese algo puede que se encontrara en la cocina, razón por la que entré allí. Abrí neveras y congeladores, saqueé sus contenidos y me dí un festín, no importando el estado de lo que tragaba. Sin embargo, no parecía estar allí lo que estaba buscando. Para la desgracia de mi irrefrenable deseo, mi búsqueda se ve interrumpida por los guardias del lugar. Peleé contra ellos como si fuera un animal salvaje acorralado. Recuerdo que lo único que tenía para defenderme era un objeto metálico y puntiagudo. Lo curioso de esto es que parecía estar sosteniéndolo con mi brazo derecho. Aún así, me rodearon y consiguieron someterme.
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Me despierto dando una bocanada de aire, como si en mi sueño hubiera estado a punto de ahogarme. No me cuesta darme cuenta de que estoy en otro cuarto, uno completamente blanco, vacío salvo por la cama y sin ventanas. Trato de levantarme, pero estoy atado de pies y manos. Con esfuerzo, logro liberar mi brazo derecho, pudiendo entonces ver algo nuevo. Una mano esquelética de brillante metal había sido colocada en mi muñón. No puedo evitar gritar, asustado.
-Francisco Javier- dice una voz por megafonía-. ¿Puede oírme?
-Yo: ¿Eh, qué-qué me han hecho? ¿Qué es esta mano?
-Nosotros no se la hemos puesto- responde la misma voz-. Necesito que se tranquilice si quiere saber lo que está pasando- permanezco en silencio. Cierro los ojos y trato de poner la mente en blanco-. Siguiendo su historia sobre su reciente viaje a otros mundos, fuimos a la ciudad Sdatt, en Oidion, para investigar la causa de su condición. Creo que usted ya sabe lo que nos encontramos. La mayor parte de los ciudadanos están bajo la influencia de una sustancia todavía desconocida para nosotros. Usted tuvo contacto con ella, ¿no es cierto? La que en Sdatt llaman “La Salsa”. Dado los síntomas y su reciente comportamiento, podemos decir sin lugar a dudas que usted es adicto a esa sustancia, señor Francisco Javier.
-Yo: … ¿Qué va a pasar conmigo?
-Pasará por un proceso de desintoxicación, pero le ruego paciencia. Tenga en cuenta que usted es el primer humano adicto a la sustancia, pero encontraremos una forma, se lo prometo.
-Yo: ¿Y-y esto?- por supuesto, me refiero a mi nueva mano-.
-Me temo que no tenemos ninguna pista todavía. En lo que a nosotros nos concierne, esa “mano” le ha crecido de su propio cuerpo. Nadie más se la colocó. Pero no se preocupe, también lo estamos investigando.
Miro a mi alrededor.
-Yo: ¿Dónde está mi madre?
-Hemos dejado a su familia en la Tierra, donde están más seguros.
-Yo: ¿Qué? ¿Dónde estoy?
-De camino al Centro de Salud e Investigación Muirota. No se preocupe, allí será bien tratado. | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
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| Tema: Re: Dimensions Miér Feb 06 2019, 06:03 | |
| Llega la mañana, y con ella el momento de que me den el alta...y de irme de casa. De nuevo. Y con una diferencia con respecto a la vez anterior de menos de un par de meses. -Yo: Joder.No voy a decir que mi habitación se ha quedado vacía porque no es verdad, pero entre que una buena parte de lo que me traje de la Tierra ha ido a la basura y que llevo bastantes mudas en las maletas, el cuarto que hasta ahora estaba empezando a arroparme con un calor hogareño parece bastante frío. Cargando ahora con las maletas, voy escaleras abajo. Cual es mi sorpresa cuando descubro que no es Blake quien me espera junto a mis padres, sino Ygksza, su maestro. -Yo:Buenos días. -Ygksza:Ah, joven Maximirusu. Buenos días. He tenido ocasión de conocer a tus padres. Dos personas encantadoras, desde luego. Te preguntarás por qué no está Blake, imagino. -Yo:Estará de misión o algo, imagino. -Ygksza:Digamos que sí. -Genera un portal a su espalda.- ¿Nos vamos? Suelto las maletas para despedirme nuevamente de mis padres. -Yo:Parece que no quieren dejarme tranquilo, ¿eh?Pero tranquilos, que volveré lo antes posible. Mi madre me abraza con fuerza, y no es hasta que mi padre le toca suavemente el hombro cuando me suelta. -Mamá:Ten mucho cuidado, hijo. Si hay algo de lo que no estés seguro, pregunta. Y si no crees que algo sea seguro para tu salud, no lo hagas. Dirijo una rápida mirada a mi padre. Tras asentir les doy un beso a cada uno y, cargando con las maletas, atravieso el portal. Es la primera vez que voy a la base y no aparecemos en las afueras, haciéndolo en esta ocasión en una sala que, a todas luces, es un dormitorio. -Ygksza:Bienvenido a tu dormitorio. Deja tus cosas a un lado y siéntate, pues me gustaría hablar antes de que te acomodes. Hago lo que me dice. Aún en la lejanía me llegan algunos olores conocidos, lo que me confirma mis sospechas: todos los Estelas empezamos hoy. -Ygksza:En primer lugar, me gustaría que no volvieras a cometer el error de ayer. Somos muy escasos, Maximirusu. No podemos permitirnos perder no solo a uno, sino a dos de los nuestros por la vida de...un humano cualquiera. Ni de cualquiera. -Cuando estoy a punto de abrir la boca hace un gesto con el que impide que despegue los labios.- Vivimos mucho, pero somos pocos. La vida de un simple humano es un suspiro en comparación con la nuestra, y menospreciable en comparación con nuestra grandeza. Noto como la sangre empieza a hervirme. No puedo creerme lo que este tipo asqueroso me está diciendo. -Ygksza:También te agradecería que dejaras de meterle ideas extrañas a Blake en la cabeza. Somos una línea de defensa frente al avance de la Hermandad, no un grupo que trabaja por caridad. Si se pierden algunas vidas por el camino no importa, Maximirusu. Nuestro objetivo es detener y, si podemos, acabar con la Hermandad del Órden. Hundo las uñas en la cama, pues sé que no valdrá de nada una reacción violenta contra él. El Maestro del Caos me sonríe. -Ygksza:Y dicho esto, hablemos de tu nueva vida, aunque será Maievel quien te explicará en profundidad. No sé mucho de tu especie, pero al parecer tenéis un buen vínculo con los espíritus, por lo que probablemente se te considere un Xilliox, Vizr o Pissua. No sé que método seguirás, pero ten por seguro que te espera una vida más grande de lo que habrías tenido en tu planeta natal o siguiendo oculto en la cuna de humanos que es la Tierra. Siento como vuelvo a tener boca, pero de ella no sale voz. Ygksza me lanza una mirada condescendiente. -Ygksza:Pobres Estelas. Tantos años perdidos sin saber la grandeza que se ocultaba en ellos... Se baja de la cama. Antes de salir del cuarto me indica como ir al lugar en el que me espera la persona que me instruirá. Tengo tres horas hasta ir para allá, tiempo en el que espero que se me pase algo el cabreo y en el que deseo no ver Ygksza. Aún sentado en la cama, miro mi nuevo dormitorio. Las paredes son de un agradable color azul grisáceo, con tres puertas de color blanco: una que da a un pasillo, otra al baño y la última a un vestidor, donde meto las maletas. Sobre la cama hay una ventana que da a un jardín, tras el cual puedo ver el edificio principal de la base. La cama es de tamaño matrimonio, y junto a la misma hay una mesita de noche. En una de las paredes hay un tocador (sobre el cual hay una llave), mientras que en la de enfrente se encuentra un aparador. En una esquina cercana a esta hay un pequeño armario, en el cual hay ropa que, por lo holgado de algunas y lo ajustado de otras, sirven para entrenar. Pero no es esto lo que más me llama la atención, sino el cartel que hay en la puerta, el cual parece ser una serie de normal que, tras echarles un vistazo, se pueden apreciar dos cosas. La primera es que es una autochupada de polla de los más veteranos. Y la segunda es que claramente que de algún lado cojean. - Normas del Caomante:
1. Un caomante no puede modificar a otro caomante una vez este empiece a usar el Caos. No obstante, esta regla no es aplicable en casos en los que la diferencia de poder de Caos sea muy amplia (>300 años). 2. Un caomante no puede curarse a si mismo con Caos hasta que consigue cierta soltura con el mismo, pudiéndose dañar a si mismo en caso contrario. 3. Hay criaturas inmunes a las modificaciones por Caos. No obstante, podrán seguir siendo controladas por objetos creados o modificados por este. 4. Es sabido que los caomantes se reencarnan. 5. Todos los caomantes cuentan con una manifestación de su energía en su cara o lugares igualmente reconocibles. 6. Las marcas de Caos desaparecen cuando el caomante está inconsciente o cuando muere. 7. Los caomantes están condenados a vivir entre 9000 y 10000 años. 8. El Caos, al ser usado, deja un rastro, y es rastreable. 9. El caos puede ser inhibido con ciertos materiales, algunos más comunes que otros. Para caomantes con un gran dominio(>1000 años), los más comunes no son restrictivos. A partir de los 3000, ninguno lo es. Según la concentración del mismo, puede mitigar levemente o punto 10. 10. Existen planetas con tal concentración de dichos materiales que el uso del Caos es imposible. 11. El alcance del Caos es limitado, y aumenta con la edad. 12. La potencia y habilidades disponibles del Caos aumentan con la edad. 13. A pesar del punto 3, la mayoría de seres con consciencia son inmunes al Caos hasta que el caomante el cuestión alcanza los 30-40 años, momento en el que puede empezar a manipular brevemente a seres con consciencia. 14. Cambiar el género del caomante no deja rastro energético debido a los pocos cambios necesarios para ello. 15. Un caomante no puede convertirse en otro. 16. Cada caomante tiene una habilidad única. 17. Un caomante podrá viajar en un mismo espacio y entre dimensiones y/o universos con este. 18. Ciertas habilidades, tales como volar o reducir la resistencia de objetos a la fuerza del usuario, pueden ser aprendidas e interiorizadas, de modo que se elimina el rastro energético, a la vez que se cambia el consumo de energía por consumo energético del organismo. 19. El Caos, para los principiantes, cansa físicamente. 20. Los caomantes con alto grado de poder, o ante una situación de vida o muerte, pueden liberar una forma de "energía pura". En el segundo caso, ese estado dura poco menos de un minuto y deja a caomante inconsciente durante un periodo de tres a cinco días. 21. Hay una dimensión en la que solo existe el caos.Ahí,cada caomante está en estado de energía pura. Ahí hay seres de poder inenarrable, a los que nada les importa lo que ocurra fuera de su dimensión. 22. La profecías no dictaminan el futuro. Hablan de hechos que pueden despertar la atención de las bestias de la dimensión del Caos. 23. Existen diez tipos de caomantes. "Escuelas" especialistas en las diferentes ramas del caos: ⦁ Ysvet: Hábiles creando entramadas trampas. ⦁ Ghakka: Señores del clima. ⦁ Vizr: Susurran a la vida. ⦁ Pissua: Susurran a la muerte. ⦁ Laagaxa: Manipulan emociones. ⦁ Xilliox: En comunión con los espíritus. ⦁ Quboa: Maestros de las ilusiones. ⦁ Tefjask: Amos de las transformadores. ⦁ Wyuwm: Cañones de energía. ⦁ Ducliam: Portadores de escudos.
Hago una pedorreta y empiezo a sacar y ordenar la ropa. Cuando termino, cojo la llave y salgo del cuarto, cerrando con la misma la puerta. Me encuentro en un pasillo de colosal altura. Por una. Me dirijo a una habitación cercana, pues de ella me llega una voz familiar. Llamo a la gigantesca puerta, abriéndome Dehena, la aparente pariente de Anubis. -Yo:Buenas. -Dehena:Te veo bastante bien para lo que me contaron, Maximirusu. -Yo:Sí, bueno. Nada que no arregle algo de reposo. -Miro de refilón su cuarto, de apariencia similar al mío.- Acabo de llegar, y quería dar una vuelta antes de ir a la cita con mi maestro. Zekkan me dijo que ya tenías uno, así que supongo que conocerás mejor que yo esto. Mira hacia dentro un momento. -Dehena:Me encantaría, pero me temo que ahora...estoy algo ocupada. Si me disculpas. Cierra la puerta. Tras la puerta se escucha una conversación en la que la pharah habla con alguien a quien llama "maestro". Percibo el olor de seis de los nueve Estelas restantes, pero de manera tan sutil que sé que no están en sus respectivos cuartos. Miro por la ventana con la vana esperanza de encontrarlos, viendo solo un patio interior. Impresionante, pero no es lo que necesito ahora mismo. Salgo del pasillo en busca del lugar en el que he sido citado. La base resulta ser un entramado interminable de pasillos bordeados por puertas, con puestos de atención cada cien o doscientos metros. Gracias a ellos soy capaz de orientarme y llegar a la puerta YG-287, a nombre de "Maievel Lem". El paseo me ha venido bien, pues donde antes había enfado ahora hay nervios. Me doy un repaso en el flequillo, ajusto bien mi ropa y llamo. Del interior sale un repliqueteo de cascos que, al abrir, descubro que pertenecen a lo que bien podría ser un personaje de dibujos animados: un pequeño diablillo con forma de cabra, cuya ropa únicamente es la parte de arriba de un traje de ceremonias cirquense. La verdad es que es bastante mono. -Diablillo: ¿Desea algo? -Yo:Eh...Buenas tardes. Venía buscando a Maievel Lem. Se supone que voy a ser su alumno. Me mira de arriba abajo. Acto seguido, se aparta y me hace paso al interior. -Diablillo: Por supuesto, señor. El ama le espera. Atravieso un pasillo iluminado con una luz tenue y decorado con elementos que a todas luces valen una suma considerable. Finalmente llego a un salón decorado con estilo victoriano. -Diablillo: Tome asiento, señor. Mi ama acudirá enseguida. Noto como me dirige una mirada desdeñosa antes de desaparecer por una puerta lateral. No es de extrañar, pues desentono totalmente con la elegante sala. -Yo: Así que una maestra. Pues si es enseñando igual que decorando, no veas como se las gasta.No tarda en abrirse de nuevo la puerta, de la cual vuelve a salir el diablillo, esta vez acompañado de una mujer de algo más de metro y medio. Tiene el pelo oscuro algo corto y negro como el ébano, cubriéndole el flequillo uno de los ojos de esclerótica negra, iris dorado y pupila similar a la de las cabras. Bajo estos caen dos marcas del caos con apariencia similar a cruces invertidas. Sus orejas son largas y puntiagudas. De los lumbares le surgen dos alas de mediano tamaño, negras y con una leve capa de pelo. Tras ella se mueve tranquilamente una cola fina y cubierta de pelaje duro y negro. Su piel blanca está cubierta por un vestido púrpura, con festoneado blanco en las mangas de las hombreras y el bajo de la falda. Calza botas cortas y negras. Sus afilados dedos están cubiertos por unos guantes largos de color negro. Siento varias cosas al verla. La primera es que destila una elegancia clásica que a día de hoy podrías atisbar como mucho en películas. La segunda es una extraña familiaridad. Y la tercera es que es un ser antiguo, y con una presencia que me hace sentir como un insecto ante un elefante. Me levanto torpemente cuando se me acerca. -???????:Maximirusu, ¿no es así, querido? -Asiento mientras siento que se me encoge el corazón.- Soy Maievel Lem, tu maestra de ahora en adelante. Es un placer. Me ofrece la mano. Los nervios me pueden, así que en lugar de dársela la cojo y se la beso. Luego me daré un par de chocazos contra la pared para compersar. -Maievel:He de decir que esperaba a una joven, y no a un muchacho de pelajes dorados. -Yo:L-lo siento, Maiev-...Maestra. -Maievel:No es algo por lo que te debas disculpar, Maximirusu. Por favor, siéntate. Gyphook, tráenos algunas bebidas. ¿Te gustan los dulces? Trae algunas pastas y galletas también. El diablillo hace una reverencia y parte en busca de lo requerido. -Maievel:Bien. Háblame de ti, querido. ¿De dónde vienes? -Yo:Bien, pues...Eh...Mi nombre completo es Maximirusu Pauaa. Vengo de Deia, que es un planeta de la galaxia Gishev. Soy uno de los Estelas, así que crecí y me crié en la Tierra, por lo que ha sido hace poco cuando me enteré de todo esto del caos y, a la vez, recordé que no era humano. A grosso modo eso es todo, creo. -Maievel:Sí, ya me comentaron lo de los Estelas. Permíteme presentarme ahora a mi. Mi nombre es, tal y como dije antes, Maievel Lem. Soy una matraphius o, como se nos conoce en la Tierra, demonio. He sido conocida también, por nombrar algunos, como Abrahel, la reina de los súcubos, Lilith, la madre de los vampiros, Azrael, el ángel de la muerte y, como se me conoce en tu planeta, por Cagliostor, el hilvanador. Soy maestra de maestros, y llevo sirviendo a esta organización desde hace más de 5000 años. Estuve presente en la fundación de la Forja de Wopesh. Presencié el nacimiento de Kravius, Aquel Que Mide. Batallé en la Guerra de Orius. Fui testigo de la caída del Imperio de la Emperatriz Blanca, y ayudé a dar a luz a la fundación que hoy se conoce como "Órbita". Gyphook entra en la sala, arrastrando un carrito de té en el que hay varias bebidas y dulces. Tras dejar algunos en la mesa que hay junto a nosotros, el diablillo se retira. Tras esperar a que ella coja algo, me lanzo a por un par de galletas. -Maievel:Supongo que eres vagamente consciente de las amenazas de nuestra realidad. Si no lo eres tendrás tiempo sobrado para aprender. Considero que un adepto de las energías caóticas como lo eres tu no debe saber solo cómo detener o eliminar a un enemigo. ¿Que despropósito sería ese? Imagino que, dada tu situación, estarás aprendiendo todavía conocimientos básicos de tu planeta natal. Mucho me temo que tendrás que aprender las bases de nuestra historia, mitología y ramas de conocimiento. Por supuesto, tus habilidades no quedarán en segundo plano, pues tengo intención de someterte a un intenso entrenamiento, el cual empezaremos mañana mismo. Ahora bien: ¿qué conoces del caos? -Yo:Según me dijo Blake Zennusen, quien me ha estado enseñando hasta ahora, es la habilidad que tenemos para modificar nuestra realidad circundante con nuestra alma. -Maievel:El joven Blake raspó sólo la superficie. Modificar la realidad, como él dice, es un procedimiento agresivo según sobre lo que se aplique, e implica sólo cambios en la materia. Generar energía, u objetos, confundir, hipnotizar y otra plétora de artes es más útil y menos dañino, y es a lo que me gustaría que llegaras de aquí a una o dos décadas. En ese tiempo nos basaremos en lo que sabes hasta ahora, pasando mientras tanto por los cambios materiales. Cuando alcancemos esa meta, pasaremos a la siguiente, de la cual te hablaré en profundidad llegado el momento pero de la cual posiblemente leerás antes. -Yo:¿Y todo eso será aquí? -Maievel:Esa es una buena pregunta, y la respuesta es no. Tras darte las herramientas básicas, me gustaría que viajases. El conocimiento de campo es de los mejores, y encerrado en una habitación no vas a conseguirlo. Pero antes de eso deberás aprender a defenderte de manera básica, así como a realizar algunas tácticas que, para aquel que no preste atención, pueden resultar suficientes para despistarlos, tales como la alteración del género propio o la telekinesis, muy útil para crear distracciones. Mi maestra crea una campanilla y la hace sonar. Gyphook vuelve a entrar en la sala. -Gyphook:¿Sí, mi ama? -Maievel:Siento haber sido la única que ha hablado en esta ocasión, aunque estoy segura que la impresión tampoco te habría permitido hablar demasiado en esta ocasión. Tenemos toda una vida para conocernos y que hables todo lo que desees. Sin embargo, no será hoy cuando empecemos. Estoy convencida de que estás deseoso de conocer algo más esta nuestra base, y no me gustaría truncar tu primer día. -Mira al diablillo.- Acompaña a mi joven pupilo a la salida, por favor. El sirviente hace una inclinación de cabeza. Me levanto y, tras volver a besar su mano, salgo al pasillo que conecta con el resto de la base. El día es mío para explorar la inmensidad del lugar.
Última edición por Maximirusu Pauaa el Jue Feb 21 2019, 06:00, editado 1 vez | |
| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
Cantidad de envíos : 676 Fecha de inscripción : 26/04/2011 Edad : 30 Localización : Entre el reino de la luz y el reino de la oscuridad...
| Tema: Re: Dimensions Miér Feb 13 2019, 16:22 | |
| Un pitido zumba en mis oídos, haciendo que despierte. Dejo que suene mientras reordeno la situación actual en mi cabeza. Al cabo de unos 20 o 30 segundos, la alarma, que está situada encima de la mesa de noche, deja de sonar. Me levanto y miro al suelo, como si contemplara un abismo infinito. Al poco llaman a la puerta y entra una enfermera. No es humana, como compruebo al fijarme en su aspecto, pues tiene la cabeza hinchada, cabello azul encima de ésta, un par de ojos completamente blancos, con extremidades muy delgadas y largas, además de tener dos pares de brazos. Lleva ropa similar a la que llevan otras enfermeras que he visto en la Tierra, pero modificada para adpatarse a su cuerpo.
-Enfermera: Buenos días, Francisco Javier- saluda con una voz cordial-. Hoy desayuna en la cafetería, ¿cierto?- asiento-. ¿Necesita ayuda para levantarse y andar?
-Yo: No, creo que puedo solo.
Y así es, como demuestro al levantarme sin dificultad. Ciertamente me encuentro bien. Pero, claro, no estoy aquí porque esté afectado por una enfermedad normal. Miro una de las razones de mi estancia, mi mano derecha. Ya no es la misma mano esquelética de metal que me asustó más de una vez, sino una que está "completa", una auténtica mano biónica.
La enfermera me acompaña hasta una gran sala donde hay mesas y sillas en las que sentarse, muchas ocupadas por distintas especies extraterrestres. Al fondo hay un mostrador, donde reparten la comida.
-Enfermera: Coja una bandeja y confíe en el cocinero, conocemos la dieta humana.
-Yo: Vale.
Me alejo de ella, dirigiéndome hacia donde hay colocada una pila de bandejas. Cojo una con mi mano nueva sin problemas, como si fuera la antigua. Me pongo delante del mostrador y, sin decir nada, otro alienígena me pone un sándwich caliente, una taza llena de lo que no me puedo creer que no sea Cola Cao y una manzana pelada.
-Cocinero: Que lo disfrutes, amigo, y que tengas una feliz recuperación.
Miro sorprendido por esas palabras a quien me acababa de dar la comida. Es robusto y musculoso, con escamas cubriendo su cuerpo y viste un delantal blanco. Me sonríe con una boca llena de dientes pequeños y puntiagudos, lo que me parece inquietante. Me dirijo hacia una de esas mesas largas para comer. La más vacía tiene a otros dos individuos sentados en un extremo; un alienígena de piel morada y lo que me parece a mí que es un robot. Yo me siento al otro lado, lo más alejado posible. Nada más coger el sándwich para llevármelo a la boca, una fuerza ajena a mí sostiene mi brazo.
-¿Esto es una prótesis?- dice una voz femenina proveniente de quien me sujeta la mano mecánica-. Pero no recuerdo haber visto algo así antes- admite mientras examina con la vista-.
Creo que es uno de los dos que estaba sentado al otro extremo de la mesa. Ahora que está prácticamente pegada a mí, puedo fijarme que las facciones de su rostro son similares a los de los humanos, al igual que la forma humanoide de su cuerpo. Tiene la piel morada, como ya vi antes, unas grandes orejas que parecen aletas acabadas en tres puntas, cabello oscuro, liso y largo que le cae hasta la altura de los hombros, además de un par de cuernos ligeramente curvados que surgen de entre los pelos de su cabeza. El iris de sus ojos curiosos son rojos y viste el cómodo pijama del hospital que parecen llevar casi todos los pacientes, incluyéndome a mí.
-Chesky, creo que estás incomodando al nuevo- le dice el robot al acercarse con una “metalizada” y distorsionada voz, nada semejante a una humana-.
La máquina tiene un cuerpo antropomórfico coloreado de azul, con un torso desproporcionadamente grande. Sus manos no son manos como tal, sino cinco tentáculos pequeños en cada brazo que puede manipular como quiera. La cabeza tiene una forma cónica, alargada, hueca y un pequeño led encendido de color amarillo es visible en su interior.
-Chesky: ¡Uy!- me mira desconcertada por un momento y suelta mi brazo-. Perdona, me he emocionado demasiado. Hacía mucho que no venía nadie nuevo. E interesante- señala a mi brazo biónico una vez más-. ¿Qué te pasó?
Les miro con recelo.
-¿No deberíamos al menos presentarnos antes?- pregunta la máquina viviente-.
-Chesky: Tienes razón- se vuelve a dirigir a mí-. Mi nombre es Faichesky Pupurnrog Rivach Luns, aunque una vez me aconsejaron acortarlo a “Chesky”, y soy de la Luna de Imsonia. Y este bot tan educado es Fono.
-Fono: Es un apodo que me pusieron. Mi código de identificación real es M-3947023. Soy de Gorlam II.
Se me quedan mirando, esperando una respuesta.
-Chesky: ¡Ekskren!, ¿no serás mudo?
-Yo: No- decido a decir al fin-. Mi nombre es Francisco Javier, aunque me llaman Franky. Soy de la Tierra.
-Fono: Encantado de conocerte, Francisco Javier de la Tierra.
-Chesky: Yo me quedo con “Franky”, suena parecido a mi apodo- dice riéndose-. Franky, ¿no quieres venir a comer con nosotros? Es un poco triste estar solo en una sala con tanta gente.
Pienso en negarme al recordar que casi todos los encuentros con seres no humanos que he tenido hasta ahora han acabado mal, pero tengo que admitir que el robot con aparente autonomía me fascina y el rostro curioso de la chica con cuernos me resulta agradable y amigable.
-Yo: … Vale.
Cojo mi bandeja y les sigo hasta donde estos dos estaban sentados antes, donde les espera su comida. El robot llamado Fono toma cubos y barritas que brillan rosa. Lo que consume lo mete en un compartimento que se abre justo debajo de su cabeza. La de las orejas como aletas parecía estar terminando de comer, pues le veo con lo que parece gelatina de vivos colores, lo que supongo que es su postre. Yo al fin le doy un mordisco a mi sándwich. Lo mastico mientras disfruto de su sabor.
-Chesky: ¿Y cómo es que estás aquí, Franky? ¿Tiene que ver con tu brazo?
De nuevo tengo mis dudas para hablar.
-Fono: Puede ser vergonzoso para uno mismo dependiendo de la condición, Chesky. No deberías presionarle.
-Chesky: Ya, puede que tengas razón.
-Fono: Sin embargo, como sugerencia, recomendaría que empezaras contando sobre tu condición. Quizá así se anime.
-Chesky: ¿Hay algo para lo que no tengas respuesta? Muy bien, te haré caso- dirige su mirada hacia mí-. Yo tengo el Síndrome de Buddush, de vez en cuando tengo ataques de histeria en los que creo que vengo de un futuro apocalíptico. Los doctores dicen que puede ser debido a que me esfuerzo demasiado en mi trabajo como catastrófica.
-Yo: … ¿”Catastrófica”?
-Chesky: Predigo las peores situaciones posibles y me preparo para prevenirlas.
-Fono: Es un oficio que requiere de mucho estudio y preparación.
-Chesky: Oh, calla- le pide avergonzada-. Aunque llevo ya sin hacerlo desde… bueno, desde que entré aquí. Ya sabéis, como parte del tratamiento para el Síndrome de Buddush- mira a Fono-. ¿Quieres decirnos lo tuyo?- pregunta con un tono de preocupación-.
-Fono: De acuerdo. Yo… escucho cosas, voces en la distancia. A día de hoy, ni yo ni los especialistas del centro han averiguado cuál es la causa. Me perturba y, sin control alguno, hace que me comporte de manera errática. Por eso mismo fui retirado y traído aquí. Quiero que me arreglen y me regresen a donde me necesitan.
Quedamos en silencio. Imagino que querrán escuchar mi parte.
-Yo: Estuve en otro planeta. Allí, de entre lo que comí, tomé algo que me volvió adicto. Una sustancia que usan para rituales llamada “la Salsa”. Parece que me vuelvo loco si no la tomo con frecuencia, pero parece que hay salsas y condimentos que me ayudan a calmarme sin lo otro- levanto el pan de mi sándwich y dejo ver que las lonchas de carne están empapadas en un líquido rojo como el ketchup-. Pero entonces me salió esto- señalo al brazo mecánico con la mirada-.
-Chesky: ¿No te la pusieron por una herida?
-Yo: A ver- escudriño entre mis recuerdos-, en el planeta donde me convertí en adicto me cortaron el brazo, pero esto parece que creció de mí después, según los médicos.
-Chesky: … Interesante.
-Yo: Y ahora estoy aquí para que lo investiguen. Ojalá me curen pronto, porque parece que el universo entero está conspirando contra mí para que nunca vuelva a casa.
-Chesky: ¿Quién sabe?- no es la respuesta que esperaba-. Aunque sé de un viejo dicho de mi hogar sobre eso; “El universo tiene un gran sentido del humor, el truco es saber encajar las bromas”. | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
Cantidad de envíos : 2957 Fecha de inscripción : 09/06/2009 Edad : 30 Localización : Estudiando, hijo. Estudiando encerrado en mi cuarto.
| Tema: Re: Dimensions Jue Feb 28 2019, 00:52 | |
| Dos semanas despuésHan sido unos días interesantes. Sí, vale, he entrenado y aprendido a usar mis habilidades mejor, pero lo mejor ha sido aprender de la historia de los caomantes. Y es larga. Mitos, héroes, batallas y descubrimientos. Y siempre la Hermandad de por medio. También he aprendido más de mi propia cultura y especie, que vaya daime'é sería si no supiera lo básico. También he interactuado algo con algunos de los Estelas, pero lo cierto es que todos estábamos bastante ocupados. De hecho, ahora estoy con Maievel, mi maestra, mientras me detalla los pormenores de mi primera misión. Gyphook nos está sirviendo refrigerios mientras tanto, siempre con mirada ceñuda. -Maestra: Bien, Maximirusu. Es hora de que partas a cumplir tu objetivo. ¿Estás listo? -Asiento.- Excelente. Tu objetivo es recabar información de un cierto centro en auge llamado "Miak"". Es una escuela para jóvenes adineradas. Lo extraño de la misma es el personal que la acecha, del cual me gustaría que te informaras. Existen sospechas de que la Hermandad puede estar implicada, pero mucho me temo que hay más. En tu mano queda averiguarlo, mi joven aprendiz. Para ello te dirigirás a la ciudad de Gwyndallow, situada en el planeta O'tia. Órbita lleva allí decenas de años, así que tu apariencia no debería llamar la atención en demasía. No obstante, intenta no llamar la atención. Como ya he dicho con anterioridad, sospecho que la Hermandad puede estar al acecho, y no me gustaría que mi pupilo se metiera en más problemas de los necesarios. -Yo:Todavía no soy capaz de crear portales a otros planetas, maestra. Ni dinero con el que mantenerme una vez llegue, que por lo que dice parece que me llevará algunos días. -Maestra: Soy consciente de ello, Maximirusu. Tendrás a tu disposición fondos suficientes como para poder subsistir durante tres días, así como alojamiento. Por supuesto, del viaje también me he hecho cargo en esta ocasión. ¿Gyphook? El diablillo hace una reverencia y sale de la habitación. Una vez me aseguro de que no viene, bajo la voz, decidido a preguntarle a mi maestra algo que me lleva rondando la cabeza desde hace unos días. -Yo:¿Qué le ocurre a Gyphook?Tengo la sensación de que me mira con...¿recelo?¿Manía? -Maestra:Gyphook...Él fue un regalo. -Toma un sorbo de té.- Sabes que los caomantes nos reencarnamos, ¿verdad? Se me disparan las alarmas. -Yo:¿Es un esclavo caomante? Suelta una delicada risita. -Maestra:¡Por Pissua, no! Maximirusu, estoy convencida de que estás al tanto de que cada caomante tiene una habilidad única. La tuya es crear vida. Costosa y de difícil aprendizaje, pero que sin duda te será útil en un futuro. Estoy segura de que con esto ya intuyes lo que quiero decirte. No me había dado cuenta hasta ahora, pero estaba conteniendo la respiración. -Yo:¿Yo creé a Gyphook? -Maestra:Así es. -Vuelve a tomar algo de té.- En tu vida anterior fuiste Alaran Vysev, maestro del caos nacido en Taria. Mi maestro. Gyphook fue un regalo por su parte. Para que me cuidase e hiciera compañía. -Yo:...No le gusta ver que es ahora de quien una vez fue su creador. Pone una de sus enguantadas manos sobre mi rodilla izquierda. -Maestra:No se lo tengas en cuenta, querido. Se acostumbrará. Sólo necesita tiempo, eso es todo. Pasan unos minutos hasta que el diablillo, cabizbajo, vuelve a la habitación, esta vez con un sobre en la mano. Cuando se acerca me doy cuenta de que sus ojos tienen un brillo lloroso. Nos ha escuchado pero, antes de que pueda decir nada, Maievel me hace un gesto con la cabeza. Crea un portal por el cual se ve una estación. -Maestra: Tu vuelo te espera, Maximirusu. Espero noticias tuyas con la mayor brevedad posible. _____________________________________________ Resulta ser un bueno algo largo. A diferencia de la vez anterior, en el viaje no hay nadie que me insulte sólo por estar ahí. -Yo:Pero...Joder... El cielo es de un tono sepia rojizo. Los edificios son oscuros, y la población local me da la sensación de no ser del todo apacible, cosa que me queda casi confirmada una vez salgo de la estación. Altos y de extremidades sumamente delgadas, con ropas oscuras que en hombres deja solo entrever una piel pálida, cabellos negros como la tinta y ojos que varían entre el púrpura y el rojo, mientras que en mujeres y niños sólo se ven los ojos, pues visten ropas que les hacen parecer sombras. A pesar de la presencia de Órbita, las calles parecen muy descuidadas, pero su limpieza va cambiando a medida que se acercan a un edificio de proporciones considerables situado al final de la avenida: la Academia Miak. Mapa en mano, me dirijo al hostal donde me hospedaré. Me recibe una de esas personas-sombra, la cual me indica mi habitación sin mediar palabra. Es modesta, contando con una cama y un escritorio. También tiene un pequeño cuarto de baño que, a decir verdad, no apetece usar. -Yo:Espero no decepcionarte, Maestra. | |
| | | Xalcer Adepto
Cantidad de envíos : 86 Fecha de inscripción : 03/12/2014 Edad : 29 Localización : Con mi melocotonero
| Tema: Re: Dimensions Lun Mar 04 2019, 17:35 | |
| El laboratorio seguía igual que como lo recordaba, solo que sin todo el suelo lleno de aquel pringue amarillo del que me desperté. Un intenso aroma a café impregnaba el aire de la habitación, dándote un subidón de cafeína por el simple hecho de olerlo. Feren ya se encontraba allí, apoyado contra la pared apretándose un trozo de algodón contra la flexión del codo.
- Rollon: Llegáis tarde. - fue su modo de saludarnos, concentrado en la pantalla holográfica de su ordenador. Dio un sorbo a la taza de café que tenía al lado, despachándonos con un gesto de la mano sin siquiera volverse. - La silla ya este configurada, ya sabéis lo que hacer.
Por la forma que chasqueaban sus colmillos, a Ciare no parecía hacerle mucha gracia su actitud, aunque no dijo nada. Griffith se acercó un momento al escritorio, cogiendo algo de este que no tuve tiempo de ver antes de volverse, mientras que Ciare agarraba a Invime en brazos y la sentaba en el asiento con brazos mecánicos con el que me extrajeron sangre la primera vez. No tenía muy buenos recuerdos de ello, la verdad. Que te corten y arranquen una escama duele bastante más de lo que parece y, para ser sinceros, no estaba muy por la labor de repetir aquella experiencia.
- Rollon: Y tú. - parpadeé un par de veces volviendo a la realidad. El roedor me miraba de reojo desde su silla. - Ya que eres tan difícil de examinar, te va a tocar ser el último. Ponte esto.
Deslizó una pequeña placa metálica circular sobre el escritorio en mi dirección. Su borde era ligeramente más grueso y estaba redondeado. Al cogerlo me sorprendió lo ligera que era, pudiendo pesar un par de gramos como mucho. Ambas eran prácticamente idénticas, con un diminuto punto blanco en el centro. Dijo que me lo pusiera, pero ¿cómo? Abrí la boca para preguntarle, pero no tardé en cerrarla al ver que había dejado de prestarme atención, ahora centrado en Feren y los datos de su pantalla. Una garra amarilla me tocó el hombro.
- Yo: ¿Hmm? - me volví, guardando la placa en el bolsillo para no perderla.
- Griffith: Te toca. - señaló hacia la silla con la cabeza.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo a la vez que algo dentro de mí se encogía. Un par de minutos después, tenía un trozo de algodón donde antes había una de mis escamas. Me levanté de la silla, cediéndole esta vez el turno a la grifo en ella, apoyándome contra una de las mesas y masajeándome la herida para calmar un poco el dolor. Una vez terminó, cogió su muestra de sangre y la guardó junto a las demás en el refrigerador.
- Yo: Ehh... ¿Y ahora? - le susurré al sentarse a mi derecha.
- Griffith: A esperar. - respondió cruzándose de brazos y reclinándose.
Igual que ella, me acomodé como pude contra la dura superficie metálica. ¿Para eso me había levantado tan temprano? En esos momentos Rollon mantenía la boca de la hiena abierta con una de sus manos, sujetando un vial con el que recogía su saliva. Me sorprendió cómo podía alguien llegar a salivar tanto como para llenarlo entero. Entonces recordé lo que el roedor me dijo minutos antes.
- Yo: Oye, Griffith. - la llamé en silencio. - ¿Tienes idea de cómo se usa esto?
Saqué la placa del bolsillo, mostrándosela en la palma. La grifo lo miró con curiosidad, arqueando una ceja.
- Griffith: Póntelo en la sien.
Giró la cabeza y señaló con una de sus garras a su lado derecho. No había reparado antes en ello, pero justo donde indicaba tenía una pequeña cúpula, del mismo tamaño que la placa y con un punto blanco iluminado en su centro.
- Yo: ¿Y qué se supone que es?
- Griffith: Un lector neuronal. Registra toda la actividad del cerebro en tiempo real.
Al igual que ella, coloqué la placa en su sitio, adheriéndose al contacto. Los gruesos bordes de esta se enroscaron hacia el interior, creando una cúpula en su lugar. Una leve luz en su centro indicó que estaba operativo. Miré al resto, pero ninguno parecía llevar uno de esos, solo Griffith y yo. Los minutos pasaron a una velocidad pasmosa mientras esperábamos. Las tres se acomodaron como pudieron en el laboratorio y empezar a charlar entre ellas sobre varios temas, bastante acostumbradas a aquello. La pequeña no tardó en acercarse de nuevo a mi, en busca de saciar su curiosidad sin límites. Me resultaba gracioso cómo siempre acababa comparando mi cola o cualquier otra parte de mi cuerpo con Griffith o Feren.
- Rollo: Ya no eres una cría. Deja de quejarte.
Invime y yo nos volvimos, la pequeña subida a mi espalda agarrándose de mis cuernos y apoyando los pies en las alas. La hiena estaba sentada en el escritorio, de espaldas a Rollon y con el torso al descubierto. Podía ver cómo su pecho vibraba en un grave gruñido. Al percatarse de que le mirábamos, apartó la cabeza con su ya usual ceño fruncido.
- Griffith: Venga, Fer, no estás tan mal. - le picó. Desde donde estaba podía ver cómo la parte interna de sus orejas se sonrojaba.
Tras él, equipado con gruesos guantes de cuero y unas pinzas, rebuscaba entre el pelaje de su espalda. No comprendía muy bien qué estaba haciendo, hasta que dio un fuerte tirón a las pinzas, consiguiendo extraer un leve "yip" de boca del chico. Aferrada entre sus puntas, había una púa. No debía tener medio centímetro de grosor y era casi tan larga como un lápiz. Camufladas entre su denso pelaje, había una centena de estas pequeñas púas cubriendo toda la longitud de su espalda.
- Rollon: Son demasiado cortas. - murmuró, observando la que tenía agarrada de cerca antes de dejarla sobre una placa de petri. - ¿Cuánto hace que no te las quitas?
- Feren: ¿Qué más da? Vuelven a salir al cabo de una semana o así. Es solo una pérdida de tiempo.
A mi derecha Griffith se masajeó lo ojos, maldiciendo en silencio en un idioma que a veces le oía hablar.
- Rollon: Aún las estás desarrollando. Necesitas mudarlas con cierta regularidad. - Arrancó una nueva púa. - O de lo contrario crecerían bajo las que ya tienes y créeme que esto es solo una caricia en comparación con eso, y ya ni hablamos de intentar arreglarlo.
Otra púa fue arrancada, seguida de dos más. Por cómo apretaba los dientes y las diminutas gotas de sangre que había en las raíces de estas, el proceso no parecía ser nada agradable para la hiena.
- Rollon: Con esto debería ser suficiente. - Cerró la tapa de la placa, con al menos una decena de ellas dentro. - Ya hemos terminado. Ciare, ¿podrías hacer el favor de asegurarte de que se las quita al menos una vez al mes antes de las pruebas?
- Ciare: Por supuesto. - Acercándose a este, cogió las pinzas que el roedor le ofrecía. - Feren, cariño, ¿por qué no te las quito en un momento? Seguro que te encuentras mucho más cómodo sin ellas.
- Feren: No-no hace falta.
- Ciare: Ya sabe que no es ninguna molestia, cielo.
El joven ya tenía media cabeza dentro de la camiseta en aquellos momentos, bastante deseoso de marcharse de una vez, pero se vio resignado a quitársela de nuevo.
- Rollon: De acuerdo, no perdamos más el tiempo. Invime, querida, ¿puedes venir un momento? - La pequeña bajó de mis alas, haciendo un esfuerzo por subirse al escritorio ella sola, necesitando que Griffith la aupara al final. - Griffeather, ¿has recogido las muestras?
- Griffith: Sí... - respondió en grave siseo apretando el pico y con todo su plumaje inflándose dos veces su tamaño.
- Yo: ¿Griffea-?
- Griffith: Ni. Se. Te. Ocurra. - me cortó de la forma más seca posible, lanzándome una mirada de reojo que hizo que plegara las alas y se me helara la sangre.
- Invime: Griff odia que la llamen por su nombre de pila. - me explicó entre risas, balanceando sus piernas al borde del escritorio mientras Rollon examinaba sus especie de cuernos.
- Ciare: Yo creo que tu madre eligió bien. Es un nombre precioso, y con mucha historia detrás. - opinó desde el otro lado de la habitación, quitándole púas a Feren, eso sí, con bastante más cariño y cuidado.
- Rollon: Deberías sentirte orgullosa de portar un nombre tan honorífico como el tuyo, Griffeather. No todo el mundo puede decir lo mismo.
La grifo no respondió, pero su plumaje continuaba inflándose aún más. Tenía que admitirlo, era gracioso verla así de hinchada, aunque no tanto para ella. Estaba encogida en el sitio, con la mirada fija al frente apretando con fuerza el pico y de brazos cruzados, y si seguía clavándose las garras en ellos de aquella manera, no tardaría en hacerse sangre. Dudé un par de veces, sobretodo después de la mirada de antes, pero al final extendí el brazo y posé mi mano en su hombro. Ella me observó de reojo con aquella misma furia, así que traté de mostrarle mi sonrisa más cálida. Con un resoplido apartó la mirada y, sacudiendo el hombro, se deshizo de mi mano. Me mordí el labio, suspirando para mis adentros. Sabía que debería haberme estado quieto. Al menos, su plumaje parecía haberse suavizado un poco.
Con todos ocupados en sus tareas y con Griffith sin mucho humor para charlar, no me quedó otra que ver pasar los minutos en silencio haciendo tuituritititua turuituititi tuatututua. Las pruebas de Invime transcurrieron sin mucho evento, si no cuentas la sorpresa que me llevé al verla en su "verdadera" forma. Lo que pensaba que al principio eran cuernos flexibles eran en realidad branquias externas, cuya superficie se cubría de pequeños filamentos rosados, asemejándose a la corona de los ajolotes de la Tierra. Su cola, o más bien su punta, se abría en dos aletas caudales y la piel de entre sus dedos se prolongaba, otorgándole manos palmeadas para nadar. Además, el suave cuerno que decoraba la parte posterior de su cabeza se extendía hasta formar una aleta dorsal completamente funcional.
- Rollon: ¿Te duele alguna parte al hacerlo?
- Invime: Hmm, no. - respondió mirándose las manos palmeadas, dilatando la piel una y otra vez. - Bueno, la aleta trasera molesta un poco al abrirla.
- Rollon: De acuerdo. Mantén la cabeza quieta y echemos un vistazo a esa aleta.
Era impresionante como la pequeña era capaz de cambiar cualquiera de sus características a voluntad, ya fueran a la vez o una por una, pero lo más sorprendente era la naturalidad con lo que lo hacía. Los primeros días me los tiré abriendo y cerrando las alas como un imbécil aún sin creerme que cargara esos dos mastodontes a la espalda, mientras que para ella el poder modificar su cuerpo era lo más normal del mundo.
- Rollon: ¿Mejor?
- Invime: Mh-hm. - murmuró, abriendo la aleta un par de veces con más facilidad que antes.
- Rollon: Listo, ya puedes irte, cariño. Si vuelve a molestarte, ven a verme, ¿de acuerdo?
Era raro ver a Rollon tratar de aquella manera tan dulce a alguien. Siempre que hablaba conmigo por cualquier motivo solía hacerlo con indiferencia, o a veces incluso con cierta molestia, especialmente cuando preguntaba algo que él o los demás consideraban "obvio". ¿Puede que le tuviera un cariño especial a Invime? ¿O a lo mejor solo lo hacía porque era la más joven? Fuera la razón que fuera, era agradable ver ese afecto que mostraba por la pequeña.
- Invime: ¿Te gusta? - saltó de la mesa frente a mi, extendiendo los brazos mostrándome el cambio. - Abu y los demás me tienen prohibido hacerlo delante de desconocidos o fuera de la estación, pero tú eres especial.
- Yo: Te sienta genial. - le respondí con una sonrisa. Lo que ahora sabía que eran sus branquias se le estremecieron de la emoción.
- Ciare: Invime, ¿ya has terminado, cielo? - preguntó acercándose para tirar una buena montaña de púas. Feren le seguía, pasándose una pata entre el frondoso pelaje de su espalda, con esa misma cara de placer que cuando alcanzas a rascarte ese picor que llevas soportando durante horas. - El comedor ya debe de estar abierto, Feren te preparará uno de sus platos, ¿vale?
- Invime: P-pero... - tartamudeó volviéndose hacia ella.
- Ciare: Oh, no te pongas así. Podrás jugar con Xalcer otro día. Los mayores tienen cosas que hacer y quedándonos aquí solo les estaríamos molestando.
La pequeña agachó la cabeza, su cuerpo recuperando su forma anterior. Una parte de mí se derritió al verla tan desilusionada, con las branquias caídas a ambos lados de su cabeza.
- Yo: Hey... - Clavé una rodilla en el suelo, agachándome lo suficiente para estar a su misma altura. - No sé cuanto nos queda para que lleguemos a puerto, pero, hasta entonces, no me voy a ir a ninguna parte. Podemos vernos cuando quieras. Además, me tienes que enseñar como haces eso con las manos.
Los ojos se le iluminaron, dando golpecitos en el suelo con la cola.
- Invime: ¿Prometido?
- Yo: Prometido. Pero tienes que hacer caso a lo que Abu te diga, ¿de acuerdo?
Asintió con energía, corriendo junto con Ciare antes de que los tres se marcharan. Volví a sentarme en la mesa, levantando la vista para encontrarme con la de Griffith mirándome desde el escritorio del roedor.
- Griffith: Parece que te ha cogido bastante cariño. - dijo casi en un susurro, cruzada de brazos dejando que el ratón le arrancara una de las plumas del ala.
- Yo: Eso parece...
Miré hacia la puerta por la que hace escasos minutos se habían marchado, su rastro calorífico aún presente ahí donde habían pisado o tocado. Sin ellos, el laboratorio parecía mucho más vacío e incómodo. Cerré los ojos y suspiré, restregándome los párpados. Estaba deseoso de regresar a la cama y poder procesar toda aquella mañana de lo más extraña.
- Rollon: ¿Duermes bien? - No necesité girarme para sentir la mirada del roedor clavada en mí.
- Yo: Más o menos. He tenido algunas noches difíciles.
- Rollon: ¿Con qué frecuencia?
- Yo: No lo sé, depende del día.
Rollon dejó de preguntar, regresando su atención a la grifo frente a él. No tardó demasiado en despachar a Griffith, lo cual me sorprendió teniendo en cuenta que con Feren e Invime había tardado sus buenos treinta minutos o más.
- Rollon: ¿Te has puesto el lector?
- Yo: ¿Eh? Ah, sí. - respondí girando la cabeza mostrándole la semiesfera conectada a esta.
Tras examinar unos gráficos en su ordenador, me pidió que me sentara como hicieron los demás, subiéndose sobre mi hombro. Griffith se acercó al asiento, observando mientras Rollon me examinaba. Aunque no estaba tan tensa, aún seguía bastante callada.
- Yo: Puedes irte con los demás si quieres. No hace falta que te quedes.
Sus orejas se alzaron, mirándome unos segundos con sus afilados ojos de águila antes de negar con la cabeza.
- Griffith: No te preocupes. - dijo chasqueando el pico con una leve sonrisa. - Nadie quiere estar solo con Rollon en un examen completo. Además, hace tiempo que tengo curiosidad.
- Yo: ¿Curiosidad de quhéhg? - No llegué a terminar de hablar antes de que el roedor forzara mi mandíbula para abrirla.
- Rollon: Dejad la charla para otro rato. Ahora quédate quieto un momento, y ni se te ocurra cerrarla. - ordenó, haciendo un gran énfasis en la última parte.
Cada vez que agarraba uno de mis colmillos para verlo de cerca sentía su corto pelaje acariciando mi hocico. Era extrañamente suave y podía percibir el ligero aroma del café en él. Aún con la cabeza levantada, era capaz ver de reojo a Griffith reír por lo bajo. Me alegró verla un poco más animada, aunque fuera a mi costa.
- Rollon: ¿Bebes mucha leche regularmente?
Se bajó de encima mía, rebuscando en uno de los cajones de las estanterías cercanas, momento que aproveché para calmar los músculos de la boca.
- Yo: No sé, lo normal. Siempre tomo al menos un tazón para desayunar.
- Rollon: No es suficiente. Los drakaras sois los mayores bebedores de leche de la galaxia. Cuernos, colmillos, huesos púas, escamas. Todo ello requiere de calcio, especialmente cuando se es una cría, y por eso necesitas ingerir una gran cantidad de leche al día. Toma un vaso o tazón en cada comida como mínimo, y siempre que tengas ocasión.
Tomé nota mental de aquello a la vez que volvía a ordenarme que abriera la boca, esta vez con un diminuta linterna en mano. Miró unos segundos dentro de mi boca con ella, frunciendo el ceño antes de apagarla. Posó su mano en mi garganta, aplicando presión en ciertas partes, como si buscara algo.
- Rollon: ¿No le has enseñado aún? - preguntó a la grifo posándose sobre mi hombro.
- Griffith: Creo que eso escapa un pelín de mis capacidades, como comprenderás.
- Yo: Espera, ¿enseñar qué?
- Griffith: Si te lo decimos perdería la gracia de tu primera vez.
- Yo: ¿Primera vez de qué?
Miré confundido del uno al otro, pero ambos se negaron a iluminarme, haciendo voto de silencio. Me encogí hacia delante, mi curiosidad insatisfecha, dejando que el ratón siguiera a lo suyo, midiendo la longitud de mis alas, lo cual era complicado teniendo en cuenta nuestra diferencia de tamaños.
- Rollon: ¿Y volar? ¿Le has enseñado?
- Griffith: Aún no. Todavía le falta un poco de entrenamiento antes de que sus alas puedan soportar su peso.
- Rollon: Hmm... - le oí murmurar a mis espaldas, subiéndose sobre mi cola. - Quítate la camiseta.
Desbotonando la parte trasera, hice como me dije, dejándola sobre mi regazo. Sentí las manos del roedor dibujando líneas a través de mi espalda con sus manos.
- Rollon: He de decir que has realizado un gran trabajo con él, Griffith. Su condición física es notablemente mejor que antes.
La grifo se irguió inflando sus plumas, henchida de orgullo ante sus palabras, y tenía buenos motivos para estarlo. El cambio había sido tan gradual que era inapreciable para mí día a día, pero, ahora que lo comparaba a como cuando llegué, era bastante notable. Había perdido bastante peso, más incluso del que perdí en la Tierra, y ganado musculatura en su lugar. Cada vez que estiraba algún músculo podía sentir cómo las escamas se tensaban y adaptaban sobre él. Era una sensación extraña, pero agradable al mismo tiempo.
- Griffith: Rollon, hace tiempo que llevo pensándolo. ¿Qué tiene Xalcer exactamente de híbrido? Por lo que he visto no se diferencia mucho de un drakara de verdad, salvo por la estatura y lo de sus escamas.
- Rollon: No has visto a muchos drakara, ¿verdad? - Ahora que lo mencionaba, yo tampoco. No había ninguno más en la estación a parte de mí, al menos que yo supiera. - Sus características humanas no son visibles a simple vista, al contrario que las vuestras, si es eso lo que preguntas.
- Griffith: ¿Entonces, qué tiene de especial? - preguntó deslizándose una de las garras por el pico con curiosidad. El ratón suspiró, clavando los dedos justo en la base del ala, haciendo que la arqueara.
- Rollon: Los cinco fuisteis concebidos con un objetivo en mente, y, en su caso, fue la de conseguir un híbrido capaz de adaptarse a cualquier entorno. Su cuerpo de drakara le permitiría soportar cualquier factor externo, mientras que sus genes humanos mejorarían su organismo. Por ello, sus sistemas biológicos son mucho más resistentes y potentes en comparación con los de un drakara corriente.
- Yo: ¿A eso se refería Airo al decirme que no me preocupara por las comidas?
- Rollon: Así es. Del mismo modo, tu sistema inmunitario es mucho más eficiente, por lo que será difícil que te contagies. ¿Alguna pregunta más, o me dejáis trabajar de una vez?
Las horas pasaron, con Rollon gruñéndome órdenes continuamente. Agradecí que Griffith se quedara al final, su compañía haciendo que el tiempo pasara con relativa rapidez. Cola, alas, garras, púas, escamas. No había parte que no me examinara. Casi sentí como se me partía un colmillo cuando quiso comprobar la fuerza con la que podía morder, la cual, para mi sorpresa, era bastante. También me dijo cómo hacer para afilar mis garras y púas, ya que decía que estaban un poco romas, y el qué comer para fortalecer las escamas. Hice que Airo tomara nota de todo aquello. Cuando terminamos, no había parte del cuerpo que no me doliera, y mi estómago ya empezaba a demandar algo de comida. | |
| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
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| Tema: Re: Dimensions Miér Mar 06 2019, 15:46 | |
| Se oye un jaleo entrar al comedor. Muchos de los que comían dejan de hacerlo para acercarse. Un murmullo formado por distintas voces invade la estancia a medida que un grupo se acerca.
-¡Es como una cría!
-¡Es como una larva!
-¡Es como Paurge cuando era un bebé!
-¡Mamá!- grita indignada una voz con tono infantil-.
-Yo: ¿Qué pasa?- pregunto una vez me doy cuenta que me resultará imposible ignorar el escándalo-.
-Chesky: ¡No preguntes algo que puedes saber con tan sólo echar un vistazo, vamos!- me dice entusiasmada al tiempo que se levanta-.
Fono le sigue. Finalmente me rindo a la curiosidad tras pasar unos minutos y me acerco. En mi camino por abrirme paso entre la multitud, encuentro a formas de vida similares a mí, a una especie de lagartija gigante bípeda y a un insecto del mismo tamaño con apariencia de cucaracha. Éste último consigue darme tal susto que me hace caer. El peso de mi cuerpo me desplaza hasta el hueco que forma el grupo. El grito ahogado de quienes ahora me rodean me indica que acabo de hacer algo horrible, o al menos que he estado a un pelo de hacerlo. Asustado, miro a mi alrededor. Algunos miran preocupados, pero no por mí, mientras que otros lo hacen airados. Sólo alcanzo a ver un rostro que no está torcido por el odio. Es… es la cara de la niña pequeña más dulce que jamás haya visto antes. Es casi un bebé que acaba de aprender a andar por sí solo.
-Niña: ¿Estás bien?- pregunta con inocencia-.
No puedo evitar mirarla y sonreír con ternura. No quiero que se preocupe desde el fondo de mi corazón.
-¡Eh, ¿qué estás haciendo?!
-¡Aléjate de Waika!
Unos brazos me levantan. Puedo ver sus caras enfurecidas apenas segundos antes de que me arremetan un puñetazo en la mejilla izquierda. Me tropiezo con una silla y me la llevo por delante en la caída. Todavía me retuerzo de dolor en el suelo cuando vienen a por mí a darme una paliza a base de patadas y pisotones. Me duele y no sé qué hacer. Solamente cuando recibo una suela de zapatilla en la nariz y me la aplasta contra el rostro es cuando la ira brota. Me coloco boca abajo y me levanto alzando ambos puños. A uno le rozo y al otro ni le alcanzo. Me da rabia. Haré que se arrepientan.
El que apenas había rozado antes vuelve a acercarse. Da otro puñetazo, que acierta torpemente en mi hombro izquierdo. Yo contraataco, con un gancho por parte del brazo derecho, y le hago volar por los aires. Veo cómo cae encima de una mesa llena de platos y cubiertos. Ésta demuestra el buen material del que está hecha, pues ni se inmuta, al contrario que el capullo que se había atrevido a meterse conmigo. El otro salta encima de mi espalda. Me tira del pelo y me da golpes salvajes. Logro cogerle un brazo y tirarle al suelo. Le sujeto contra el suelo, aunque sigue luchando. Trata de alcanzar mi cara con una mano, pero se encuentra con la mía biónica. Se la aprieto y se la retuerzo. A pesar de que puedo oír los huesos crujir, sigue empujando la mano que le estoy deformando. No veo dolor en su rostro, sólo ira. Sólo hay ira en el rostro de esta chica. Espera, ¿chica? Hostias, ¿pero cuántos años tiene? Al fin recobro la sensatez, pero estoy igualmente perdido. La chica de cabello verde lima y ojos verdes oscuros persiste contra todo pronóstico, aunque yo ya estaba aflojando. Antes que pueda pasar algo más entre nosotros, Fono me levanta y me apresa entre sus amplios brazos.
-Fono: Es suficiente, Francisco Javier.
La chica, a la que yo le echaría unos 15 o 16 años a ojo, se levanta dispuesta a seguir la pelea.
-Waika: ¡Para, Ringu!- la chavala se detiene en seco y voltea para ver a la niña-. ¡No quiero que peleéis más, por favor!- ruega ya llorando-.
La adolescente se acerca corriendo hacia la niña pequeña para abrazarla. A ella también le empiezan a brotar las lágrimas. Me siento patético al contemplar la escena. Veo a quien había mandado a volar antes reincorporarse costosamente de la mesa. Un chico delgado, sospecho que de edad similar a la chica con quien peleaba momentos atrás. Tiene el pelo de color púrpura y sus ojos son naranjas, los mismos que me siguen mirando fríamente.
-Yo: … Fono, por favor.
La máquina capta el mensaje y me libera. Corro a mi habitación, evitando cruzar miradas con cualquiera. Cierro la puerta del cuarto y me desplomo en la cama. Estoy confuso y frustrado. La culpa ha sido suya, ¿verdad? ¿Por qué me tengo que convertir en el villano en un lugar que apenas conozco? Pienso y me tapo con la manta. Dejo que pasen las horas.
_______________________________________________________________________________________________________
-¿Cómo está?
-No parece tener lesiones.
-¿Y los otros dos pacientes?
-El paciente número 15 ha sufrido una leve contusión en el cuello y heridas superficiales en la espalda. A la paciente 33 ya le hemos tratado la mano. Tardará un tiempo en recuperarse del todo.
-Bien.
-¿No tienes nada más que decir sobre nuestro nuevo alborotador? Puede que sea un problema tenerlo aquí.
-De momento seguiremos observándole. No quiero ni una palabra todavía que implique alejarlo de estas instalaciones.
-Ya tienes ideas para este… “Virus Tecnorgánico”, ¿verdad?
-Qué bien me conoces. También entenderás que no quiero dejar pasar esta oportunidad.
-Otra mina de oro, lo sé, lo sé.
-No irás a decirme que no estás entusiasmado por trabajar con él.
-... Tú también me conoces bien.
-¿Podemos volver ya a tu despacho? Quiero ver el catálogo de los nuevos productos.
-Por supuesto, por aquí.
Se cierra la puerta.
_________________________________________________________________________________________________________
La conversación sigue retumbando en mi cabeza a la mañana del día siguiente. Me rugen las tripas y nadie me trae el desayuno. Tengo que ir a la cafetería. No quiero hacerlo, pero soy consciente de que cosas peores ocurrirán si no tomo mi sustituto de la “Salsa”. Hago muchos amagos de abrir la puerta y salir, pero fallidos todos ellos. Estoy así por un eterno cuarto de hora, esperando a que la puerta se abra sola, venga la enfermera con un carrito de comida o cualquier otra cosa que no me haga ir. Me siento en mi cama y miro al suelo. Rememoro las escenas del día pasado. Puedo ver con claridad el momento en el que sometía a la muchacha, sin atisbo de miedo por ser aplastada.
-Yo: Ellos empezaron- comienzo a decirme a mí mismo-. Me caí por accidente y ni si quiera le hice daño a esa niña. Yo nunca… Se volvieron locos y empezaron la pelea. Yo sólo me defendí. Nunca debieron…- mis ojos se están humedeciendo-. Joder.
Suena la puerta. Alguien la está golpeando para que le deje entrar. Me seco las lágrimas y me levanto. Me acerco a la puerta, dispuesto a abrirla. Vacilo, pero los constantes golpecitos empezaban a ponerme nervioso, así que satisfago finalmente el deseo de sea quien sea esté detrás. A quien recibo no es otro que la máquina con conciencia, Fono.
-Fono: Saludos, Francisco Javier de la Tierra.
-Yo: … Basta con Franky.
-Fono: De acuerdo. Saludos nuevamente, Franky de la Tierra- esa tonta respuesta logra arrancarme una leve sonrisa-. Ha sido una broma. Pensé que lo necesitarías.
-Yo: ¿Qué haces aquí?- me atrevo a preguntar-.
-Fono: Deseo hacerte una consulta.
-Yo: Ah… ¿Sobre qué?
-Fono: Amistad.
-Yo: Eh… ¿Qué?
-Fono: Primero expondré el contexto y luego formularé la pregunta. Imagina un hipotético caso en el que tu amigo más preciado vive contento, pero en una vida basada en una mentira. Tú conoces la verdad. ¿Qué harías? ¿Le contarías la verdad a tu amigo o le dejarías vivir feliz? | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
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| Tema: Re: Dimensions Jue Mar 07 2019, 13:02 | |
| Una vez tengo listas y guardadas mis cosas, salgo de la habitación y me dirijo a la gigantesca academia del final de la calle. Por el camino me encuentro con diversas especies de decenas de planetas, aunque los locales, de ojos desconfiados, son los más abundantes. Con esto hay algo que me queda claro: la academia debe ser muy buena para que los padres permitan a sus hijas estar en un lugar donde siempre son evaluadas con ojos de sospecha. Dado que me pasaré casi todo el día fuera, decido acercarme a una estación de Órbita para consultar en que lugares pueden comer los de mi especie. Tras comprar algo para llevar,reviso las tiendas cercanas. Chicas de diversas especies con un uniforme escolar consistente en una falda a cuadros, un polo beige cubierto por un sweater gris y una corbata roja abundan por los locales de ocio. Pero nada que me de a entender la existencia de Órbita.
-Yo:Quizás los temores de Maievel sean infundados. O puede que... -Hago que una tapa de alcantarilla dé un bote. Tras esperar unos minutos, nadie aparece por los alrededores.- O puede que sean infundados, sí.
La academia está cada vez más cerca. De camino a ella me maldigo a mi mismo por hacer la estupidez de emplear caos tan abiertamente. Que no hayan aparecido ahora no significa que no estén. Decido tomar por precaución una medida de seguridad con doble filo: ponerme una pulsera de caocita, pertenencia que estaba entre las cosas que me dio mi maestra. Inhibirá no sólo mi rastro al andar, sino también las marcas del caos. No obstante, mientras más tiempo la tenga puesta, más tardaré en recobrar mis habilidades.
-Yo:Crucemos los dedos para que no las necesite hasta volver al apartamento... -Un escalofrío me recorre la espalda a la vez que desaparecen mis marcas.- ...Por favor.
La academia está bordeada por muros de ladrillo desnudo, tras los cuales se vislumbran unos vastos jardines, con chicas cuyas edades van desde los seis a los 20 años charlando en ellos. Una persona de aspecto bulboso y vestida con uniforme oscuro se me acerca a la vez que se coloca un pequeño dispositivo donde supongo que estará su cuello. En la pechera lleva el símbolo de la academia.
-Vigilante de seguridad:¿Puedo ayudarle en algo?
Su voz, de un sorprendente tono suave, me deja descolocado durante unos instantes.
-Yo:Eh...Sí. Buenos días. Verá, mi planeta se ha unido recientemente a Órbita, y tengo una sobrina a la que me gustaría apuntar a esta academia. Una desgracia su historia, créame. He oído que este centro es brillante, y me gustaría darle la oportunidad de tener un buen futuro. Ha pasado por tanto la pobre...
-Vigilante: Si quiere información, deberá ir por allí. -Un tentáculo sale de uno de sus costados- Aunque le advierto que llega tarde para el horario de visitas.
-Yo:Muchas gracias. -Me alejo en dirección a la entrada señalada.- Vayamierdadeexcusatehasinventado,pavo
Un portón franqueado por dos locales hace las veces de límite con una antesala de la cual salen padres acompañados de niños pequeños. Cuando pasa la marabunta, entro y me acerco al recibidor. Una recepcionista me recibe con una amplia sonrisa.
-Recepcionista:Sea bienvenido a la Academia Miak. ¿Puedo ayudarle en algo, caballero?
Le repito de nuevo la cantinela.
-Recepcionista:Lo lamento, pero los horarios de visita son de 11:00 a 14:00. Puede apuntarse al grupo de mañana si así lo desea. -Accedo a ello. Tras apuntarme, me da un montón de panfletos.- ¡Que tenga un buen día!
Reconozco en uno el símbolo de la Hermandad. Me ajusto bien la pulsera, consciente de que ahora soy presa fácil.
-Yo:Ya sé que está, pero ahora hay que ver hasta dónde llegan sus tentáculos. -Doy un sorbo al refresco que ahora tengo en la mano.- Con lo a gusto que podría estar ahora en Deia. Leyendo un buen libro o disfrutando de las calles sin camellos que quieran apuñalarme.
La gente me mira de refilón al pasar. Bicho nuevo y que habla un idioma extraño. No es de extrañar. Tras un rato inspeccionando el equivalente a Google Maps de este planeta, un olor floral me llega. No tarda mucho en aparecer entre la multitud Brist Lea, la Estela hada. En su muñeca lleva la misma pulsera que yo. Alzo la mano para que me vea. La caomante me sonríe y se acerca a mi. Cuando se sienta en mi mesa, me pasa un pinganillo.
-Brist:Hola, zorrito. ¿Llevas mucho aquí?
-Yo:El suficiente para haber concertado una cita en la academia para mañana. -Le enseño el panfleto.- Y para comprobar que la Hermandad está metida en esto. Tenemos que ver hasta donde.
-Brist:¿Tu maestra no te pidió sólo ver si estaban o no?¿Para qué más?
-Yo:¿Quieres que la Hermandad se expanda más todavía? No, ¿verdad? Pues toca trabajar. -Me levanto.- Vamos, que te llevo al apartamento.
-Brist:Vale, vale. Que soso eres, Max.
La guío hasta el apartamento, donde nos quitamos las pulseras. La sainoe empieza a desempaquetar sus pertenencias mientras yo vigilo por la ventana.
-Brist:Estás haciendo que la pobre Brist se preocupe. ¿Qué te pasa, ojos de panda?
-Yo:Yo...A ver. No es que sea soso. Pero puede que antes usara un poco de caos...en medio de la calle...Para ver si aparecía la...la Hermandad.
Brist empieza a reírse.
-Brist:¿Por eso estabas así?Yo lo he usado varias veces en casa y no me ha pasado nada, así que déjate de tensiones.
Sonrío tímidamente.
-Yo:Es algo que se lo vi usar a Kyuremu, el alumno de Blake. Pensé que podría funcionar. -Me siento en la cama.- Pero se ve que, o bien estaban en otra zona, o no he emitido lo suficiente. Pero lo cierto y verdad es que están aquí. Si no conseguimos averiguar hasta donde alcanza su influencia, ese colegio puede convertirse en un criadero de la Hermandad. | |
| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
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| Tema: Re: Dimensions Miér Mar 13 2019, 23:52 | |
| -Yo: Uff…- suspiro al tiempo que pienso-. Es durilla. Creo que… le diría la verdad- miento-. Lo ideal es que construyamos nuestra felicidad en base a la verdad- “¿de qué anime shonen habré sacado esa frase?”, pienso desde mis adentros-.
-Fono: … Gracias. Me has ayudado mucho- toma una pausa-. No necesito dormir, ¿entiendes? Paso el tiempo en el que todos reposan para escuchar el “silencio”.
-Yo: ¿Silencio?
-Fono: No hablo de una completa ausencia de sonido, sino de ese… “silencio” que queda cuando hay muy poca actividad por vuestra parte, los orgánicos.
-Yo: Ah… ¿Y no te aburres? Porque serán unas cuantas horas ahí...
-Fono: Puedes aprender muchas cosas en momentos así y el adquirir conocimiento siempre es estimulante. Lo siento- vuelve a hablar tras una pausa-, estoy divagando. Nuestras habitaciones están cerca la una de la otra y, en el tiempo en el que casi todos reposaban, pude escuchar una conversación… un tanto curiosa, podríamos decir.
-Yo: … ¡Los que entraron a mi cuarto!
-Fono: Sí, hablaban de ti, de Ringu y de Dakala, los sujetos con quienes combatiste.
-Yo: No crees que estemos aquí para que nos curen, ¿verdad?
-Fono: Tengo mis sospechas y por esa razón deseo encontrar pruebas concluyentes que las confirmen o las refuten. Para alcanzar esa meta, necesitamos a Chesky. Le he pedido que nos veamos en la cafetería. De camino podrías alimentarte y tomar tu tratamiento.
-Yo: Sí, podría…- le respondo vacilante-.
-Fono: Estaré a tu lado. Vamos.
Me armo de valor y le sigo. De camino a la cafetería, observo el andar el robot que marcha por delante de mí, pareciéndome extrañamente divertido. Al llegar, veo a residentes todavía comiendo o simplemente charlando tranquilamente entre ellos. También me percato de un grupo que habla animosamente en una de esas mesas largas. Rodean a esa niña pequeña tan mona, a la misma que llegué a meter en aquella situación tan incómoda cuanto menos. Entre el grupo también distingo a los dos de ayer; la chica llamada Ringu, de rasgos finos, orejas puntiagudas a lo elfo y un cabello verde lima que está peinado hacia arriba, con una forma que puede recordar a un helado; el chaval delgado, de cuyo nombre recuerdo que es Dakala según la máquina que me acompaña, tiene orejas acabadas en punta como la otra, con una cara de adolescente que desprende chulería y pelo azul levantado con un peinado que desafiaría a más de un cosplayer. Me acerco al robot con cabeza cónica.
-Yo: ¿Qué les pasa a los dos de ayer y a la niña?
-Fono: ¿Preguntas los motivos por los que están ingresados aquí?- asiento-. Tanto Ringu como Dakala pertenecen a una raza que responde al nombre de “neutrino”. La hembra no es capaz de sentir dolor físico, mientras que el espécimen macho no ha conocido el miedo hasta la fecha. Rasgos que, a primera vista, pueden ser considerados ventajosos, pero no son más que fuentes de inconvenientes.
-Yo: Ya, eso puedo entenderlo.
-Fono: La niña, Waika, posee un mecanismo de defensa que llama a la ternura de todo ser que esté cerca. Esto impide que cualquier depredador la cace e incluso hay puntos en los que ha llegado a controlar a poblaciones pequeñas.
-Yo: No parece algo por lo que alguien quisiera ser curado.
-Fono: Desea controlar este poder, ya que lo manifiesta inconscientemente. Palabras textuales de ella misma; “¿Cómo podré encontrar algún día el amor verdadero si ya todos me adoran?”.
-Yo: ¿Eso lo ha dicho una niña de 3 años?- le pregunto sorprendido-.
-Fono: Comprendo, tú la ves como a una cría de tu propia especie, que apenas puede razonar.
-Yo: ¿Qué?
Noto la punzada en la mirada de Ringu a lo lejos. Ésta, al ver que nos acercamos “peligrosamente” a la zona donde están, bordea la mesa y empieza a andar en nuestra dirección. Es cuando me doy cuenta de que tiene una mano escayolada.
-Waika: ¡Ringu!- llama en cuanto la otra está apenas unos pasos delante de mí-. ¡Portate bien!
-Ringu: Pero... - se gira y mira con una desconcertada expresión a la niña-.
-Waika: Quiero que os disculpéis- esto lo dice mirándome a mí también, antes de hacer lo mismo con el peliazul-.
La neutrina me mira de manera que me deja claro que no quiere hacer tal cosa.
-Ringu: … Te pido disculpas por empezar la pelea.
-Dakala: Y yo- dice tras aproximarse-. Estuvo mal lo que hicimos.
Tardo en hablar mientras pienso en mis siguientes palabras.
-Yo: Perdón, no debí responder como lo hice- me dirijo al chico-. Perdón por lanzarte a la mesa- ahora a la chavala-. Perdón… por romperte la mano-.
-Waika: Estrecharos la mano.
Dakala es el primero en ofrecérmela y le correspondo. Ahora soy yo quien le ofrezco la mía a Ringu. Ésta me mira la mano mecánica. Lo siguiente que hace es quitarse la escayola con facilidad del brazo izquierdo. Muestra las heridas de ayer. Adelanta esta mano, con una leve sonrisa maliciosa.
-¡Mira el tamaño de esos huevos!
Tengo que contener la risa al mismo tiempo que venzo la tentación de girarme y comprobar de dónde ha venido esa frase. Le termino por dar la mano a Ringu, pudiendo sentir el tacto de la suya maltratada.
-Waika: Ahora daros un abrazo- nos damos un abrazo entre los tres, con desgana, por supuesto-. Y un beso- esto ya empieza a ser ridículo-.
Tras darnos un beso en las mejillas a modo de reconciliación, cada uno puede ir finalmente por su cuenta. Yo, por mi parte, regreso al lado de Fono.
-Fono: Es agradable hacer las paces, ¿no estás de acuerdo?
Le miro con algo de incredulidad. No puedo saber en lo que piensa si ni siquiera tiene expresiones faciales, así que ignoro el comentario.
Pasando al lado de esa lagartija que medía lo que yo, tratando de tragarse un huevo que casi mide su cabeza, voy a que me den el desayuno con lo que necesito para no arrancarle ningún miembro a nadie por las siguientes horas. Fue luego cuando nos encontramos con la misma mesa donde está sentada la piel-morada alienígena que conocí el día anterior. Aquí nos esperaba Chesky, justo como me dijo Fono.
-Chesky: Hola, Franky- saluda sentada e inclinando ligeramente la silla-. Bueno, Fono, ¿qué te parece si empezamos de una vez esta reunión “secreta”. No me puedes tener aquí aburrida sin una buena razón.
-Fono: Tengo sospechas de que los directores de este centro guardan otras intenciones a parte de la de arreglarnos. Franky pudo escuchar una conversación que quizá les delate.
-Chesky: ¿Insinúas que nos mantienen aquí para estudiar sobre nuestras condiciones para crear técnicas, armamento, equipamiento o cualquier otro tratamiento con tal de ganar dinero a nuestra costa y que jamás pretendieron curarnos en primer lugar?
-Yo: … Todavía no había abierto la boca- sólo para empezar a comer el contundente bocadillo que me habían preparado-. ¿Sabías que hacen eso?- pregunto finalmente tras tragar-.
-Chesky: Ah, no, lo he supuesto. ¿Qué? Que haya dejado de ejercer como catastrófica no quiere decir que haya “apagado” mi imaginación.
-Yo: Pero si lo sabes…
-Chesky: La palabra es “supuesto”. No se puede ir acusando por ahí a la gente sin pruebas. ¿Puedes imaginar qué pasaría si me diera por soltar cada sospecha, insinuación, o idea que mi retorcida mente produce al día? ¿De cuántas salas de cine crees que me han echado por soltar en medio de la película mis teorías sobre su final y que acaban siendo acertadas? ¿O las páginas holored de las que me han negado su acceso por destripar series a medio terminar?
-Yo: Eh… Bueno, dependiendo de la historia, mucha gente podría predecir por dónde va.
-Chesky: No como yo- proclama totalmente segura, aunque luego pone una cara que indica arrepentimiento-. Ahora, volviendo a lo nuestro, sí, tenía otras hipótesis pensadas además de la de los científicos locos que sacan millones gracias a nosotros, pero dependiendo de lo que me cuentes, quizá me incline más hacia esa idea.
Da la casualidad de que me había terminado el bocata, quedándome una pieza de fruta similar a un plátano por comer. La máquina andante la mira por un momento y luego me vuelve a apuntar con su óptico.
-Yo: ¿Qué?
De pronto, unas manos son apoyadas en mis hombros, lo que me da un susto que por poco me hace escupir el corazón, además del desayuno.
-Enfermera: Francisco Javier, se le requiere en estos momentos en la sala de pruebas número 4. | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
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| Tema: Re: Dimensions Vie Mar 15 2019, 00:12 | |
| A la mañana siguiente
Ser un caomante no hace que las sábanas no se queden pegadas por las mañanas. Es Brist la que me levanta con las primeras luces de la débil estrella de este planeta.
-Brist:¡Vamos, bola de pelos!¡Tenemos que prepararnos para la visita!
Abro perezosamente los ojos. A pesar de la tenue luz veo perfectamente como Brist está haciendo unos estiramientos cerca de la ventana.
-Yo:Aigh, Pinan...¿Qué hora es?
-Brist:Las...05:20 de la mañana. Hay que levantarse con el sol.
Me siento en la cama, medio aturdido.
-Yo:Rastas de glek...
-Brist:¡Deja de hablar ese idioma tan raro y quítate las legañas!
Suelto un gran bostezo y vuelvo a tumbarme. La sainoe me coge de una mano y tira de mi hasta que caigo al suelo.
-Yo:Imagino que tu especie va al son de las plantas, pero el origen de mi poca energía matutina cuando era humano viene de algo: los daime'é empezamos el día mucho más tarde que el alba.
-Brist:¿Quiere su alteza un café para espabilarse?
-Yo:No me gusta el café. Y los daime'é somos intolerantes a la lactosa.
-Brist:Jo, hijo. Tienes una queja para todo. -Me levanto del suelo, tras lo cual suelto un segundo bostezo.- Todavía quedan cuatro horas para la visita, así que tienes tiempo par-
-Yo:...¿Qué?¿Cuatro horas?
-Brist:Eh, sí, bueno...Es...Es bueno empezar el día temprano y...y eso...
Me siento en la cama, intentando aguantarme los gritos para no despertar al durmiente vecino. Me froto los ojos y respiro profundamente.
-Yo:Mira. Creo que todavía nos está costando adaptarnos a esto de no ser humanos. Entiendo que a muchos les gusta madrugar, y tu serías una de ellas apesardequeestoesexcesivamentetempranohastaparalamedia. A mi me sorprende muchas veces ver mi reflejo en el espejo, de verdad te lo digo. Incluso a veces me sobresalto al escuchar mi voz. Llevo dos semanas yendo al psicólogo cada dos días, vaya. Pero soy un daime'é, no un humano. Los daime'é funcionamos bien a partir de las 11:00. ¿Ves como estoy? Pues da gracias a que anoche me fui a dormir con los Lunis para poder mad- ¡No se te ocurra preguntar que son los Lunis!...madrugar y aguantar la visita. Y no hablemos ya del cambio de horario entre planetas. Pero supongo que no hay nada que hacer ya. -Me levanto de la cama.- Voy a darme un baño y a cepillarme el pelaje un rato.
El hada de planta parece algo cortada.
-Brist:...Lo pensaré la próxima vez. Perdona, Maximirusu.
Ahora me siento mal por ella.
-Yo:No, no pasa nada. Quizás he sido muy brusco. Solo...Ya sabes.
Nos quedamos en silencio.
-Brist:Voy...Voy a buscar el desayuno. ¿Quieres algo en especial?
-Yo:No sé si tendrán comida de mi planeta. Si hay de la Tierra, busca algo sin leche, tomate, pescado azul ni carne roja. -El hada está a punto de salir.- Y Brist...Perdón. Y gracias.
Me guiña un ojo antes de abandonar la habitación. Mientras estoy en la ducha, caigo en que ella era quien no comía nada que arrojase sombra.
-Yo:La he hecho sentir tan incómoda que la he hecho salir del cuarto y todo. Grita Kulu, Maximirusu. Grita Kulu.
Un rato después, mientras estoy cepillándome, huelo a Brist subiendo rápidamente a la habitación, acompañada de un olor delicioso. Viene llamándome a voces, y no tiene reparo ninguno en abrir la puerta de un golpe cuando llega.
-Yo:¡Que estoy desnudo!
Mira mi entrepierna antes de que me de tiempo a cubrirme con las colas. Suelta una risita.
-Brist:No me va la zoofilia, Max.
Fruzo el ceño. Veo que en la mano lleva una bolsa de comida.
-Yo:Pensaba que te habías ido porque te habías incomodado.
-Brist:¿Qué? ¡No! Pensé que tend-¡Eso da igual!¡La Hermandad me ha visto cuando he salido de la tienda!
El corazón me da un vuelco. Todavía medio despeinado voy al cuarto a recoger las cosas.
-Yo:¿Te tienen fichada?
-Brist:¡Como a todos los que nos la hemos visto con ellos alguna vez!
-Yo:¿Sabes si te han seguido?
-Brist:Creo que sí. Tenemos que salir de aquí.
-Yo:¿Y eso que usaste con el tipo este?
-Brist:Lo de Gyu no funciona con todas las especies del universo. Sólo insectoides.
Abro la ventana. Se oyen pasos en la calle. Van casi a ritmo de trote, y se acercan al edificio. Subo a la escalera de incendios a la vez que Brist sale volando de la habitación. Me engancho de un salto a un saliente de la siguiente planta, esperando escapar así de la vista de la Hermandad. Sin fiarme de lo que pueda ocurrir, corro y salto al edificio contiguo, estando a punto de caerme. Gracias, reflejos de daime'é, por evitar hacer un Angelo Fortunato. Cojo un puñado de la grava que hay ahora bajo mis pies y la lanzo lejos, intentando impactar en lo que pueda hacer el mayor ruído posible. Noto como alguien me toca el hombro izquierdo, lo que hace que me gire muerto de miedo, con pelaje erizado y vuelco de corazón incluido. A quien veo no es a otra que a Brist riéndose.
-Yo:¡¿C-Crees que es momento para reírse?!¡Tenemos que abortar la misión e irnos!
-Brist:Ay...Espera, que se me van a salir las costillas de tanto reír... -Se seca una lágrimas brillantes como el rocío mañanero.- A ver, que he visto a gente de la Hermandad, pero no me han seguido.
-Yo:...¿Qué? ¿Me has hecho salir desnudo a la calle y de madrugada...para nada?
-Brist:Eh, que me he visto un escuadrón de verdad. Pero te merecías esto por echarme esa bronca. Buena esa, ¿eh? Seguro que has aprendido que NADIE le echa una regañina a Brist Lea. Menos cuando te llamo para despertarte.
-Yo:...¡BISHAW!¡GEERHU'KAN!¡CASTA DE RAKKAN!¡ME CAGO EN LA PUTA!
Noto como se forma un nudo en la garganta y me lagrimean los ojos. Me siento en el borde del edificio, esperando que la sainoe no me vea llorar.
-Yo:Las cosas duelen, ¿sabes? Puede que no reaccionase de la mejor manera, pero esto no es justo.
-Brist:Oh, vamos. Es solo una bromita de nada.
-Yo:No, no lo es. Te has pasado de la raya. Has dicho que te has encontrado con la Hermandad antes, ¿no?
-Brist:Me vieron una vez, sí.
-Yo:¿Sabes que a mi me ha tocado defenderme de ellos en una ocasión?Literalmente la primera vez que volví a la Tierra por primera vez tras dejar de ser humano. Eran tres nuevos. Unos locos que ni siquiera sabía que hacían. Pero no sabes el miedo que pasé. Casi me estampan una silla en la espalda. Otro llevaba un cuchillo en la chaqueta. Uno me hinchó la cara de un puñetazo, y no me arrancó un diente gracias a la mandíbula que tenemos los daime'é. Me rompieron tres costillas. El cúbito derecho me lo astillaron. Y fui con mis padres, ¿sabes?. Mis padres biológicos. Los mismos que se han llevado 21 años sin ver a su hijo, viendo como le pegaban una paliza de muerte. Pero incluso ahí pensé: "seguro que Blake puede salvarme". ¿Sabes qué he pensado ahora? ¿No? Pensé que me moriría en el olvido de mi familia y amigos de la Tierra. Que mis padres tenían razón. Que tenía que haberme quedado en Deia. En Bimbpep, a salvo. Que esta vez ni Blake ni mi maestra llegarían a tiempo.
Enjugo mis lágrimas mientras carraspeo.
-Yo:¿Conoces el cuento de Pedro y el Lobo?Imagino que sí. Hasta en Pallex tenemos uno llamado Tyrregk et Rakkan. -La miro- Quizás la próxima vez sí que estén en la calle. Quizás estén subiendo a tu cuarto. O entrando en la base. Y entonces el lobo se los comerá a todos, con dientes como cuchillas. Y entonces Brist Lea...Hannah Stevens llorará, pero no de risa.
No espero ni a que hable. Me levanto y vuelvo al apartamento mientras las primeras luces del alba empiezan a teñir el cielo de un azul grisáceo. | |
| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
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| Tema: Re: Dimensions Sáb Mar 30 2019, 13:57 | |
| En estos momentos me hallo en una sala de consultas. Estoy sentado en una silla, mientras el doctor me explica sobre mi condición. Este doctor es bajito y rechoncho, cubierto totalmente por un traje que le protege del exterior. Lleva un casco que le cubre toda la cabeza, con la parte frontal que recuerda a una máscara de gas.
-Yo: … ¿”Virus Tecnoorgánico”?- pregunto finalmente tras una larga pausa-.
-Doctor: Así es como hemos decidido bautizarlo- a pesar de que no tiene una boca visible, puede hablar con una voz clara y tranquila-.
-Yo: ¿Me está transformando poco a poco en una máquina?- más que una pregunta para él, es un intento para que yo mismo pueda asimilar esta nueva información-.
-Doctor: Justo como le acabo de contar. Lo lamento mucho. Aunque otra cosa a notar es que el proceso parece acelerarse en aquellas zonas que han sufrido daño, como el caso de su brazo.
-Yo: ¿No hay una cura?- me apresuro a preguntar-.
-Doctor: Eso mismo estamos investigando. Es usted el primer caso que llega a nosotros, ¿sabe? Me es imposible decir una fecha, pero le prometo que pondremos nuestros esfuerzos en ayudarle a recuperar su antigua vida- empieza a examinar mi mano mecánica con sus cortos y gordos dedos-. Una mano excelentemente hecha, si se me permite la alabanza.
-Yo: … pero no es mía- susurro como en una especie de trance-.
-Doctor: ¿Has tenido algún problema con ella?
-Yo: No. Puedo usarla como la otra sin problemas- casi opino que mejor-. Incluso me olvido del cambio cuando me distraigo- aunque no puedo evitar pensar que “no es mía” cada vez que la miro-.
-Doctor: ¿Te parece bien hacer algunas pruebas físicas?
-Yo: … Vale.
Me lleva hasta otra sala, muchísimo más grande que la otra y claramente equipada para llevar a cabo actividades deportivas. Allí puedo ver a, supongo yo, otros pacientes. A un extremo, de lo que es similar a una cancha de baloncesto, hay una persona de figura que, para mí en particular, encuentro andrógina, con una gran cantidad de plumas grises que adornan su cabeza como si fuera cabello. Está quieto en el sitio, botando una pelota con la mano.
-¡Vamos, Paurge, trabajo en equipo!- dice el individuo con una entonación grave-.
-¡Eres tú quien siempre pierde el ritmo, papá!- dice también la misma persona, esta vez con un tono más infantil-.
-¿Podemos ir a comer ya helado?- ahora como si imitara a una niña-.
-Después de hacer ejercicio, cariño- la frase parece dicha por una madre-.
En frente de este peculiar personaje, se encuentra otro ser humanoide. La piel que deja ver el pijama es rugosa y amarillenta por los brazos y piernas, mientras por el resto del cuerpo es morada, a excepción de la cara, que tiene un color marrón. Su cabeza tiene la forma de un huevo, con un rostro que me parece completamente humano.
-¡Venga, adelante, lanza!- le insta a quien tiene el balón-.
-¡Allá va!
Lanza el esférico con fuerza, convirtiéndolo en apenas una mancha para mi vista. Lo que viene a continuación jamás lo habría esperado. Veo cómo el cuerpo de ese individuo se parte en trozos ante el paso de la pelota. Las distintas partes se esparcen por el suelo mientras tengo esta sensación de angustia recorriéndome. Al tiempo que recobro del impacto, el otro de los cabellos de plumas se acerca al destrozado cuerpo.
-¡Perdónanos, Balyed, no hemos controlado bien nuestra fuerza!
-Ah, no os preocupéis- responde la cabeza ahora despegada-. De verdad pensaba que esta vez lo conseguiría. ¿Me echáis una mano?- dice cuando mueve desde la distancia una de éstas-.
Ambos se ríen y yo sigo saliendo de mi asombro.
-Doctor: Balyed y la familia Texera, encantadores como siempre- no soy capaz de distinguir si es sarcasmo o no-. No te preocupes por ellos, están bien. Sigamos.
Nos alejamos a una zona apartada. Nos acercamos a un banco. Debajo de éste se encuentra agazapada una niña. No es la misma niña que vi en ocasiones anteriores en el comedor. Ésta es mayor, imagino que rondando los diez años. Su piel es azul y de su frente asoma un cuerno rosa.
-Doctor: Buenos días, Eshill- saluda con un tono amable al agacharse para ponerse a su altura-. ¿Estás jugando?
La niña asiente tímidamente.
-Eshill: Estoy jugando a “encuéntrame” con Nabel- hace movimientos son su mano, probablemente indicando que nos vayamos antes de que la localicen por nuestra culpa-.
-Doctor: Bien, bien, os dejaremos jugar en paz.
Estamos a punto de irnos, pero el doctor se da cuenta de que no aparto la mirada de cierto elemento que está en otro banco cercano. Es el cuerpo inerte de una joven. Su piel es de un color blanco “sucio”, con tatuajes negros y tribales dibujados por toda la piel. Su cabello largo y oscuro está mal cuidado y sus ojos están perdidos y blanquecinos. Está completamente quieta, sentada en el banco y apoyada contra la pared. Ni siquiera soy capaz de disernir su respiración.
-Yo: ¿Ella… está…?
-Doctor: No hay necesidad de alarmarse. Por su reacción, puedo decir que le ha engañado por completo como a muchos otros, de entre los que yo me incluía hace bien poco. A pesar de su aspecto, podemos asegurarle que simplemente está… descansando. ¿Le parece si continuamos? Ya hemos hecho demasiadas paradas.
Y así lo hacemos, nos dirigimos con prisa hacia donde el profesional deseaba ir. Aunque tampoco es que nos topáramos con nada más interesante o digno de mención en nuestro camino. Nos detenemos en una zona del pabellón donde se concentran un montón de instrumentos, de entre los cuales reconozco algunos por sus semejanzas a otros aparatos usados para ejercitarse en la Tierra. Me hacen empezar por lo que parece una cinta de correr, haciéndome ver lo equivocado que estaba al pensar que tan sólo testearían mi nueva mano.
Al poco de acostumbrarme al ritmo de la cinta, sin distracción alguna a mi alcance, mi mente empieza a sumergirse en pensamientos. Más que nada son recuerdos, recuerdos de momentos violentos. Van de los más recientes a los más antiguos, sin un rango definido. Aún puedo sentir el tacto de la mano de la neutrina mientras la aplastaba. Las luces cegadoras de las linternas que me apuntaban en el hospital, cuando ocurrió el incidente que me llevaría lejos de mi madre... lejos de mi familia otra vez. El fuerte olor a quemado de aquellos pobres imprudentes que osaron adentrarse en los dominios del Maestro de Luz. El sabor de la salsa cuando fui entregado a la locura por primera vez y me enfrentó a mi “ex-novia” y a mi “ex-mascota”. El latigazo de frío que recorrió mi espalda, al ver caer al suelo a aquel desconocido que disparé en Happy Smile. No se detiene ahí. Ojalá hubiera parado ahí. Esta introspección me lleva más allá, mucho antes del tiempo en el que el mundo entero se enterara de la presencia de Órbita. Huelo la humedad, siento la lluvia caer en mi piel. ¿O era el viento lo que me golpeaba en la cara? Los recuerdos se tuercen a medida que pasa el tiempo. Es lo que me digo al menos para no pensar que fue TAN malo. ¿Por dónde iba? Ah, sí. Tenía a alguien cogido por el cuello.
-Doctor: Muy bien, hemos terminado por hoy- me dice mientras extrae de mí una aguja del brazo izquierdo-. Le mantendré informado de los progresos. Puede marcharse.
Me levanto desorientado de la silla. Estoy en la sala de consultas de antes. Menudo viaje he debido de dar como para no enterarme. Salgo y me dirijo hacia la cafetería, ya que parece ser el único lugar al que sé ir solo con seguridad, a excepción de mi propio cuarto.
Nada más entrar, soy asaltado por la alien de piel morada con cuernos y orejas de aleta.
-Chesky: Franky, tengo un plan. | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
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| Tema: Re: Dimensions Vie Abr 05 2019, 17:43 | |
| Ya en el apartamente empiezo a vestirme. Brist entra en el piso y se acerca a mi.
-Brist:No dramatices, hombre. Ha sido una bromita de nada.
Aparto su mano con un movimiento brusco.
-Yo:Te espero en la academia. Mientras antes lleguemos, antes podremos volver.
Salgo de la habitación a sabiendas de que la academia todavía no está abierta ni mucho menos, pero un paseo me vendrá bien para despejarme. Hay locales 28 horas abiertos en la calle, donde decido comprar algo para matar el gusanillo. Dentro del mismo encuentro a padres con sus hijos esperando a que abra la escuela para hacer la visita, así como personas que parecen volver ahora del trabajo. Sin embargo, lo alarmante y peligroso es la pareja con el uniforme blanco y la enseña de la Hermandad en el brazo. No me da tiempo a salir antes de que me vean, pero cual no es mi sorpresa cuando uno de ellos me sonríe durante un momento. El otro baja la mirada, azorado. Viendo que no corro aparente peligro, decido entrar. Además, creo que ahora mismo no me importaría darme de hostias con uno de esos fanáticos. Noto sus miradas en mi nuca en todo momento mientras busco algo apto para mi sistema digestivo. No tardan en empezar a cuchichear.
-Hermandad 1:¿Y dices que ese es un caomante? No es como esperaba.
-Hermandad 2:Deberíais empezar a estudiar más, joven. Mas no es inesperada tu confusión, pues limitada es la fuente de información de aquellos que viven del caos en nuestra gloriosa Hermandad.
-Hermandad 1:Puar. Pero deberíamos estar atentos por si ataca. -Les echo una mirada de refilón.- ¿Crees que deberíamos desalojar el local?
-Hermandad 2:Ni modo, mi apreciado Vigab. Parece que solo quiere algo de comer, por lo que la idea de perturbar esta tranquilidad es cuanto menos absurda. Además, los sensores de ondas me indican que es un zagal. Dejémosle comer en paz.
Voy a la caja a pagar el sándwich y, tras un leve gesto de cabeza a los de la Hermandad, salgo del local. El día ya empieza a clarear, por lo que voy acercándome a la academia. Brist no tarda mucho en llegar.
-Brist:No voy a pedirte perdón.
-Yo:Bien por ti, campeona. -Le echo una mirada de refilón.- Me he encontrado con la Hermandad. Los de verdad, no los que te hacen salir corriendo desnudo a las cinco de la mañana en putas bolas. Y me han puteado menos que tu, mira por donde.
-Brist:Perdón, zorro snowflake, por gastar una bromilla. Seguro que papi y mami te tenían en una burbujita en la que el pequeño Maxnosequenombreimpronunciable estaba sin que nadie le perturbase.
-Yo:¿Tenías amigos en la Tierra que te soporten o te llevaste el premio de la soledad por gilipollas?
Las puertas se abren antes de que pueda responder. Unos amables guías nos van mostrando las impresionantes instalaciones. Clases con profesores atentos. Aulas con impresionante equipamiento y mobiliario. Un comedor digno de ser candidato a una Estrella Michelín. Gimnasios dignos de grandes eventos deportivos, con gradas para que los adinerados progenitores de las estudiantes puedan ver a sus tesoritos. Incluso los laboratorios parecen sacados de películas de ciencia ficción. Teatro, coro, piscina... Y unas alumnas encantadoras, de todas las especies que uno pueda pensar. Unas alumnas que, tras verlas en acción a mitad de una lección, hacen que un escalofrío recorra mi espalda y se una a la sensación que me invade desde el momento que atravesé las puertas de la academia. Ese brillo en los ojos sólo me hace creer más en mi sospecha: hay algo siniestro en este lugar.
-Yo:Brist. -La sainoe me ignora.- Brist Lea.
-Brist:¿Qué te pasa ahora?
La arrastro algo lejos del grupo.
-Yo:¿No te parece que a las niñas tienen algo raro?
-Brist:Gracias por señalar lo evidente, ojos de panda. Pero creo que pasas por alto que no estamos en la Tierra. No todos tienen que comportarse como humanos, ¿sabes?
Ignoro su puya y recorro el techo con la mirada mientras retomamos la marcha. Olfateo el aire.
-Yo:Hay algo sobrenatural aquí. -Me mira con sorna.- Los daime'é vemos cosas que los humanos ignoran. ¿Por qué no deberían estar ese tipo de cosas aquí?
La visita prosigue sin mayor incidente, pues estos llegan una vez salimos del edificio. Es entonces cuando me doy cuenta de que los dos de antes no venían solos. Por desgracia, parece que sus ocho acompañantes no vienen con las mismas intenciones, pues no tardan en correr hacia nosotros al vernos.
-Hermandad: ¡7622 avistados!¡Código azul!
Brist lanza una salva de agujas en dirección al grupo, el cual bloquea uno de ellos con un escudo plegable, el cual recuerda a todas luces al de los antidisturbios. Hago levitar unos cubos de basura cercanos y se los lanzo, pero parece que los cinco segundos de gracia que nos dan no serán suficientes, pues no tardan en perseguirnos. La sainoe está cada vez más lejos del suelo, pero eso no evita que parte del grupo de la Hermandad salga volando tras ella gracias a los propulsores de sus botas. Uno de ellos se le acerca lo suficiente como para poder cogerla de un pie. Hago levitar una silla y la lanzo al aire, obligándole a soltarla. La gente se aparta de nuestro camino mientras los de la Hermandad están cada vez más cerca. Uno de ellos me lanza unas boleadoras que me hacen caer y que, sorpresa, llevan caocita. No tardan en rodearme mientras me quito las cuerdas. Uno de ellos me da una patada en el costado para luego ponerme uno de sus múltiples pies en la espalda.
-Hermandad 6: Por orden de la gloriosa Hermandad quedas arrestado. Obon, que tu chico sea las ponga.
-Obon(Hermandad 2):Raudo como una centella, maese Zop. Acercaos, mi apreciado Vigab.
Lo primero que hacen es quitarme el comunicador. A partir de ahí no entiendo nada, pero llega un momento en el que el que estaba sobre mi me suelta y el tal Obon me levanta. Parece no poner demasiado esfuerzo en apresarme, pues antes de que puedan ponerme esposas o vayusté a saber que le doy un empellón. Ante la sorpresa, los demás sacan porras con las que intentan aturdirme, pero me tiro al suelo antes de que ocurra. Lanzo un zarpazo que, por el reguero de sangre, sé que ha acertado en el tobillo de alguien. Intento levantar el suelo, pero la concentración de caocita tiene otra idea. De nuevo en el suelo. De nuevo a punto de que me pongan las esposas. Esta vez me coge uno de los compañeros del dúo dinámico, en el cual me apoyo para dar una patada al frente, la cual acierta al aire.
-Hermandad 5:¡Lak! -Su puño se hunde en mi estómago y plexo solar, cortándome la respiración.- Uetor ita na...
Coge mi mano derecha y tira de uno de los dedos hasta un punto que, de seguir siendo humano, me lo habría partido con total seguridad. De repente, alguien dispara. Instantes más tarde cae el de la Hermandad al suelo, ahora con donde supongo estará su cerebro perforado. Miro a mi alrededor, asustado. Otro puñetazo, ahora en la cara.
-Hermandad 6:Es cosa de tu amiga, ¿verdad? -Ese pollux tan tosco que usa me perfora los oídos. Saca lo que parece ser una pistola. Las piernas me tiemblan como hojas al viento- D-
Cae al suelo, muerto. Los que siguen vivos se miran entre ellos. Intento zafarme de la presa, pero no tengo fuerzas. No hace falta que lo haga, pues noto como las manos que hasta ahora me apresaban sueltan su agarre. Sin pensármelo dos veces salgo corriendo. Que le den a la ropa y al dinero. No me empiezo a relajar hasta que me encuentro en una nave de vuelta a Deia con escala en la Tierra.
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| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
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| Tema: Re: Dimensions Jue Abr 11 2019, 19:07 | |
| -Yo: ¿Plan? ¿Plan para qué?
-Chesky: Para averiguar por qué estamos aquí, por supuesto. Bueno, en realidad no he empezado a pensarlo todavía- responde indecisa-. Digamos que es más bien la iniciativa para... - olisquea el aire-. ¡La Devstven!, ¿qué es ese olor?
-Yo: Ah- me doy cuenta que estoy empapado en sudor-. He hecho antes unas pruebas físicas y…
-Chesky: Vale, entiendo- intenta taparse la nariz con disimulo, con poco éxito en esto último-. Vete a darte una ducha y vuelve aquí, tenemos cosas de las que hablar.
-Yo: Vale- le contesto poco convencido-.
Regreso a mi habitación, sin saber siquiera si tenía un cuarto de baño en el que ducharme, cosa que confirmo nada más llegar. No es como si hubiera explorado mi propio cuarto desde que llegué. Me desvisto y entro a una bañera que hay. Justo antes de abrir el grifo, miro muy preocupado a mi mano artificial. ¿Cuándo fue la última vez que tomé una ducha? ¿Me habrán limpiado en el tiempo que estuve dormido entre el hospital y estas instalaciones? ¿Es seguro que le caiga agua encima a mi brazo robótico? Quiero decir, ¿qué pasa si me electrocuto, se me oxida la mano o... O ALGO? Estoy, dicho mal y pronto, acojonado.
-Yo: Jodeeer...
Esta última inquietud me deja paralizado sin saber qué hacer. Pasan como entre 5 y 10 minutos eternos dejándome carcomer por la duda. Salgo del cuarto de baño con una toalla tapándome de cintura para abajo. Me quedo quieto por unos minutos más, escudriñando la habitación, buscando alguna milagrosa solución o esperando a que algo suceda. Observo que en la mesita de noche, además de un dispositivo que me despierta con un pitido a modo de despertador, aunque no posea un reloj, hay acoplado un micrófono con un botón en su base. La lógica me dice que me ayudará con mi problema, así que, lentamente, me siento en la cama y acerco mis labios al dispositivo de comunicación, cosa que hago también con mi dedo hacia dicho botón. Mantengo pulsado el botón.
-¿Sí, desea algo?- pregunta una voz proveniente de alguna parte de la estancia-.
-Yo: S-sí- contesto tras unos segundos ensimismado-.
-Es usted el paciente de la habitación 73, ¿me equivoco?
Intento hacer memoria, pero no caigo en estos momentos si es acertada la afirmación o no.
-Yo: Sí.
-¿En qué puedo ayudarle?
-Yo: Que-quería saber si es seguro ducharme con el brazo que tengo. Ya sabéis, el mecánico…
-Por supuesto, puede ducharse con tranquilidad- lo dice con una confianza que logra despejar mis dudas por un instante-. Por las pruebas que se le han ido haciendo, podemos decir que su brazo protésico no sufre ninguna reacción negativa ante el agua. ¿Puedo ayudarle en algo más?
-Yo: No, era eso. Muchas gracias- dejo de presionar el botón y me alejo del micrófono-.
Esta vez entro al cuarto de baño mucho más tranquilo. Una vez compruebo que el agua caliente recorre mi brazo de metal sin efecto perjudicial alguno, me enfoco en ducharme con rapidez. Me pongo un recambio limpio de pijama y salgo de la habitación. Una vez en la cafetería, no tardo en avistar la mesa donde están sentados Chesky y Fono. La chica de la piel morada y ojos rojos está concentrada escribiendo en una servilleta, de entre las que hay cosas tachadas, mientras que el robot la observa en silencio. De camino hacia ellos, veo a muchos otros en otras mesas, haciéndome preguntar si aquel lugar quedaba alguna vez vacío.
-Chesky: Vaya, mira quién se digna a aparecer- me dice al levantar la cabeza y mirarme-.
-Yo: Perdón, he tenido algunos problemas.
-Chesky: Al menos ya no hueles como un ameboide radiactivo- dice con tono divertido-. Toma asiento- da unos golpecitos con la mano a la parte de la banqueta que está junto a ella. Sigo su indicación y me siento a su izquierda, estando Fono a su derecha-.
-Yo: Dijiste que tenías un plan.
-Chesky: Cierto, y empieza contigo. O al menos así habría sido si hubieras llegado antes.
-Yo: Lo siento.
-Chesky: Tranquilo, no es como si importara mucho esta vez, aunque déjame decirte que me gusta la puntualidad. Vamos a pasar ya a lo que nos importa- se levanta levemente y vuelve a sentarse para acomodarse y tenerme en su campo de visión-. Quería que vinieras para saber si estabas con nosotros en esto de saber qué pretenden los encargados del centro. No sólo saber si estás de “nuestro lado” y ya, sino que podemos contar contigo a la hora de planificar, que estarás allí cuando se te necesite y entregarás tu máximo esfuerzo. ¿Qué dices?
Vacilo en mi respuesta. Lo que me propone me suena a exponerme a más peligros innecesarios y creo que he tenido más que suficiente. No sé cómo soltarle esta opinión mía a la cara. Aparentemente estoy transmitiendo mi indecisión con la espera y mi expresión facial, pues la catastrófica acerca su rostro al mío y mantiene el contacto visual, como si de nuevo fuera a tomar la palabra.
-Chesky: Puedo entender por lo que estás pasando.
-Yo: Ah, ¿sí?
-Chesky: Apenas ha pasado tiempo desde que pudiste salir de tu habitación, viniste aquí y encontraste esto lleno de gente muy diferente a ti. Apuesto a que vienes de un mundo en el que no es muy común todavía ver a otras razas inteligentes alienígenas pasear tranquilamente por tu vecindario. ¿Llevo razón?
-Yo: Sí… entre otras cosas.
-Chesky: A eso vamos a agregarle tu historia con la “Salsa” y el cómo obtuviste esta pequeña maravilla de ingeniería- comenta señalando mi brazo mecánico-, lo cual sigue siendo un completo misterio para ti. Estás asustado por no saber qué viene a continuación. En estos momentos te cuesta mucho confiar en alguien, mucho menos si ese alguien no pertenece a tu misma especie. Hasta que nos conociste a Fono y a mí. Es cierto, apenas sabemos el uno del otro, pero sentiste algo diferente con nosotros, un “buen presentimiento” podríamos llamarlo. ¿Estoy equivocada?
Me hace pensar. Puede que tenga razón, aunque no lo expreso, no abiertamente al menos.
-Chesky: Puede que ahora estés pensando “¿qué dice esta loca?”, pero piensa por un momento que, en el remoto caso de que realmente te hayamos agradado de alguna manera, tiene que ser por alguna razón. Yo digo que sigas esa corazonada, que confíes en ti mismo y des el primer paso para demostrar quién eres en realidad- ya estoy esperando a que me pida alistarme a la Marina o algo así por el estilo-.
-Fono: Si me permites la intromisión- empieza a decir tras un silencio incómodo-, pienso que te has sobrepasado en esa última frase.
-Chesky: ¿En serio?- se gira para afrontar a la máquina-, pensaba que lo estaba bordando.
-Fono: Lo que quiere decir Chesky, Franky, es que nosotros tres nos encontramos en el mismo estado de incertidumbre. Y la confianza mutua será un requisito para contestar nuestras preguntas para con este centro de salud.
-Chesky: Exacto- vuelve a dirigir su mirada hacia mí-, nos cubriremos las espaldas. Además, quita cuidado, nuestro objetivo es reunir información. No debería haber nada peligroso en eso.
-Yo: … ¿Estás segura?
-Chesky: Oye, hice un juramento como catastrófica, ¿sabes?; “nadie morirá estando yo de guardia”. Te prometo que mientras estés a mi lado, no te pasará nada.
-Yo: … - la miro todavía con inseguridad, soltando un resoplido-. Supongo que le tengo más miedo a este sitio que a vosotros.
-Chesky: ¡Esa es la actitud!- dirige su atención nuevamente a la servilleta y tacha un conjunto de símbolos que supongo es una palabra en su lengua-. Pues uno menos. ¡Esto está avanzando!- dice con un más que notable entusiasmo-. Va a ser muy emocionante…
-Yo: Eh… - miro con una cara interrogativa al robot-.
-Fono: Déjale tener esto. Hubo una temporada en la que se aburría tanto que empezó a hacer un registro sobre sus deposiciones en relación a los distintos alimentos que consumía.
-Chesky: ¡Eh, qué parte de “es un secreto” fue la que no entendiste!- le reprocha indignada-.
-Fono: Lo entendí todo. Ahora es un secreto para tres.
-Chesky: En fin- continúa tras unos segundos en los que nadie se rió de aquella “broma” y me da tiempo a quitarme de la cabeza una imagen un tanto desagradable-. Id preguntando a los que queden en la lista, ¿de acuerdo?
La alienígena con cuernos y orejas como aletas golpea la mesa con la mano abierta, dejando la servilleta allí donde había puesto la mano, y se marcha para encargarse de sus asuntos. Recojo el papel e intento leer lo que tiene escrito, pero no reconozco las letras utilizadas. Supongo que, lo que me hace entender el habla de otros seres que viven al otro lado del firmamento, no me enseña a leer lo que escriben.
-Yo: No entiendo, ¿qué quiere que hagamos exactamente?
-Fono: Quiere que convenzamos a más pacientes para que se unan a nuestra causa.
-Yo: Oh… Pensé que le bastaba con nosotros- no digo esto con decepción-.
-Fono: Quiere saber de cuántos activos dispone antes de empezar a hacer planes.
-Yo: Ajá, entiendo.
-Fono: Podemos quedarnos por aquí y esperar. Según mis bancos de memoria y mis cálculos, falta poco para que muchos de nuestros posibles compañeros vengan para consumir sus nutrientes.
-Yo: ¿”Cálculos”?- recuerdo mi despertador, el que no marca la hora-. ¿No tenemos relojes por aquí?
-Fono: No. En este lugar no disponemos de ninguna manera para medir el tiempo, además de yo mismo. De hecho, es una de las razones por las que Chesky sospecha de los directores de este centro. Cree que intentan desorientarnos, engañarnos sobre el tiempo que de verdad pasamos aquí.
-Yo: Ah…
En estos momentos no tengo ganas de saber cuánto tiempo terrestre he pasado en este sanatorio. Aún así, como un acto reflejo, miro mi muñeca derecha, esperando ver la hora en mi reloj de pulsera. Por supuesto, no está. En su lugar, vuelvo a encontrarme con este brazo de metal que tengo ahora pegado al cuerpo. Recuerdo las palabras del doctor que me había atendido. Cada vez que me repito en la cabeza “me estoy convirtiendo en un robot”, puedo oír una voz en la lejanía gritando “¡Eso es estúpido!”. Sí, lo es, parece el argumento de una película mala de antes de los 90. Y me está pasando a mí. Fono parece leer mis expresiones en el rostro.
-Fono: ¿Hay algo que quieras consultarme?
-Yo: … ¿Cómo… cómo se siente ser un robot?- pongo mi mano derecha sobre la mesa-.
La máquina no contesta inmediatamente, como si estuviera procesando la pregunta.
-Fono: ¿La consulta es sobre cómo se siente alguien como yo, como unidad existiendo?
-Yo: Algo así.
-Fono: No estoy seguro de cómo responderte, pues ésta ha sido mi única forma de vida y, por ello, no podría compararla con otra. ¿Cómo describirte cuando me enciendo, cuando me relaciono con mi entorno o cuando me recargo sin un punto de referencia para ambos? ¿Te sería fácil a ti describirme cómo te sientes como forma de vida orgánica?
-Yo: Bueno, así ahora mismo…
-Fono: ¿Tienes miedo de ser como yo?
-Yo: ¡No, yo…!- cierro la boca por un momento y reflexiono sobre eso último-. ¿Sí?
Hay otro silencio incómodo entre los dos, sin contar con el ruido de ambiente típico de una cafetería que se va llenando.
-Fono: Puedo entenderlo. | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
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| Tema: Re: Dimensions Lun Abr 15 2019, 01:50 | |
| 13500 Quan. Lo único que llevo encima, mientras que en la habitación del hostal se han quedado los 1600 créditos de Órbita que mi maestra me había dado. ¿Qué hago con 16 euros asquerosos en España? Con esos 80 al menos podría haber buscado hospedaje hasta mañana, cuando ya vuelvo a Bimbpep. Ojalá pudiera abrir ya portales entre planetas. Que buen dinero me ahorraría. Pero bueno, la cosa está como está. Acabo de aterrizar en el puerto espacial de la capital hispalense. Parece mentira que tengan ya uno, cuando fue poco después de la llegada de Órbita cuando anunciaron uno. Mejor para mi, supongo. Reviso mi bandolera. Cartera de la Tierra, cartera de Deia, las llaves de casa de ambas, el transmisor con el que mantengo contacto con mi maestra y el móvil, ya sin batería alguna. También está el comunicador que, con suerte, sonará para avisarme de que alguien me recuerda.
-Yo: Pero nadie parece hacerlo...Y eso que ya ha pasado un tiempo.
Todavía es temprano para comer, y además me apetece dar una vuelta por la ciudad. Ya me siento bastante más cómodo con mi cuerpo, por lo que me importa menos que se me queden mirando. Aunque ya verás cuando a Franky le de por postear que me recuerda. Un bus me lleva al centro de la ciudad, donde la presencia casi absoluta de humanos me choca un poco tras pasarme tanto tiempo entre Deia y la Grieta. También me sorprende ver la decoración navideña que adorna las calles. No soy consciente hasta ahora de que ya estamos en Diciembre, y tanto la susodicha decoración como un frío que hasta hace unos meses me obligaría a llevar sudadera y chaquetón parecen empeñados en recordármelo. Puedo percibir el olor a bollería recién hecha en el aire, y el relativamente bajo nivel de peatones me permite ir hasta la fuente, pero me detengo antes de entrar. Mis padres están dentro de la tienda. Los mismos que se han olvidado de mi y que a punto han estado de verme a través del escaparate. Doy media vuelta aceleradamente, chocándome con una guardia civil en el proceso. Tras pedirle perdón sigo andando en dirección contraria, mezclándome entre la multitud. El transmisor de mi bandolera suena. Me lo pongo en la oreja, escuchando la voz de mi maestra al instante.
-Maestra: Maximirusu, querido, ¿alguna novedad de la misión? -Le cuento el encuentro lo extraño de las chicas, así como la extraña presencia que sentía en el edificio y los encuentros con la Hermandad.- Tuvisteis que salir de allí entonces, ¿cierto? ¿Y Brist Lea?
-Yo:No sé nada de ella desde que empezaron a perseguirnos, Maestra. Bueno, sé que consiguió huir, porque todos los que nos seguían consiguieron rodearme. Ytambiénséquelaasquerosamedejótiradoamisuerte
-Maestra: ¿Pudiste deshacerte de todos tu solo?He de decir que estoy impresionada, mi querido alumno.
-Yo:Alguien me ayudó. Disparó a dos de los de la Hermandad y... -"Disparó a dos de los de la Hermandad". He visto morir a dos personas de un disparo a escasos centímetros de mi. Trago para aguantar las nauseas.- Y...y conseguí huir. Parece que no se atrevieron a hacer nada más cuando cayeron esos dos.
-Maestra: ...Entiendo.
-Yo:¿Ocurre algo, maestra?
-Maestra: No, Maximirusu. Hiciste bien en retirarte, y la información confirma nuestras sospechas. Buen trabajo, mi querido alumno. Ahora estás en la Tierra, ¿cierto?Puedo enviar a Gyphook a recogerte.
-Yo:En realidad ya he comprado un billete para volver a Deia mañana. No te preocupes, maestra.
-Maestra: ¿Cómo has conseguido el dinero? Imagino que no tenías suficiente.
-Yo:Haciendo cosas de las que no estoy orgulloso, maestra. Así lo he conseguido. Y aun así n-
Los gritos de los viandantes interrumpen mis palabras. Segundos después, una explosión cercana al ayuntamiento hace que me lleve las manos a las orejas con dolor. La gente pasa corriendo a mi alrededor, lo que hace que me lleve más de un buen golpe y pisotón.
-Maestra: ¡MAXIMIRUSU!¡¿QUÉ OCURRE?!
-Yo:Ha...ha habido una explosión. Estoy bien, maestra.
-Maestra: ¡Dime donde estás y voy a buscarte!
-???:¡Eh, tu!¡El alien!
Un tipo vestido con un peto de motocross y un casco de motorista pintado con explosiones se me acerca y me coge del pelo.
-Tipo:Si vienes a mi puto país ten la decencia de hablar en mi puto idioma, ¿te enteras? -Me quita el transmisor y lo aplasta de un pisotón.- ¿Hablando con más de esa escoria alien, comemierda?¿Me estás entendiendo, maricón peludo?
-Yo:S-sí, sí. Te entiendo.
-Tipo:¿Vas a hablarme con ese acento tan ridículo?¿Eh?
-Yo:Bueno, tu tienes acento pileño. No creo que puedas quejarte mucho de-¡eeeeeeeeh! -Me lanza al suelo.
-Tipo:¿Vienes a mi planeta y encima te ríes de mi?¡ESTE ES MI PUTO PLANETA!¡MI PUTO PLANETA! -Saca de un bolsillo una esfera con anilla, de la cual tira. Noto el olor de la pólvora desprendiéndose de la misma.- Un alien bueno es un alien muerto.
Me lanzo a por ella y, cuando la tengo entre las manos, la convierto en una esponja. Noto un buen tirón de mi "reserva" de energía, pero la sorpresa del tipo me permite propinarle un buen empellón. Antes de que se vuelva a levantar, un par de guardias civiles le prender. La marabunta sigue a nuestro alrededor mientras otra guardia civil se me acerca.
-Guardia:¿Podrías acompañarme? | |
| | | En verdad me llamo Franky El Corruptor
Cantidad de envíos : 676 Fecha de inscripción : 26/04/2011 Edad : 30 Localización : Entre el reino de la luz y el reino de la oscuridad...
| Tema: Re: Dimensions Jue Abr 18 2019, 20:56 | |
| -Fono: Pongámonos en la cola- interrumpe así la conversación-.
Se levanta de la banqueta y se dirige al mostrador donde reparten la comida. Yo tardo algo más en ponerme de pie, observando cómo se aleja la máquina andante. Ya más tarde, con un plato de lo que creo que son macarrones con tomate, un plátano y un par de naranjas, me dirijo hacia la misma mesa donde almuerza Fono junto a otros cuatro individuos, a quienes ya he conocido al menos de vista. Uno de ellos es la razón de que me quede paralizado por un largo minuto, ahí de pie y observando desde la distancia, pues se trata de la cucaracha gigante que me dio el susto y empezó la pelea del día anterior. Aunque no es una cucaracha gigante per se, sino que tiene un aspecto mucho más similar a los alienígenas insectos que aparecen en la película “Distrito 9”, es decir, un insecto bípedo y delgado que por poco alcanza los 2m y con manchas amarillas. Su presencia me incomoda.
-Fono: Franky, estamos aquí.
El robot me llama al ver lo desorientado que parezco. Me acerco lentamente y tomo asiento, no desviando la vista del “langostino”.
-¿Qué miras tanto, blandito?- pregunta con desprecio para luego darle otro bocado a su comida; un montón de carne cruda de algún animal que a lo mejor conozco o a lo mejor no-. Eh, ¿no eres el nuevo que por poco se carga a los blanditos de los pelos de colores?- sus antenas no paran de moverse. Parece que alguna se me va a meter en el ojo en cualquier momento-. ¿Qué haces aquí? ¿Buscas a otra larvilla para darle una paliza? Ahí tienes una- inclina su cabeza para señalarme a la niña de piel azul llamada Eshill, quien come tímidamente en la misma mesa que nosotros-. ¿O esta vez vienes a por un desafío de verdad?- eleva y vibra sus antenas-.
-Fono: No es necesario alarmarse, Ckriih.
-Ckriih: ¿Quién ha dicho que esté “alarmado”? Sólo lo digo. Fuiste tú mismo quien lo paró, ¿recuerdas, lata?
-Fono: Reaccionó en defensa propia.
-Ckriih: Ya, y a mí se me cayó el cuchillo sobre mi antiguo compañero de celda. 37 veces.
-Fono: … Retomando lo que estaba diciendo, no es necesario preocuparse, Franky también ha sido invitado a esta reunión.
-Balyed: “Invitado” porque es una reunión secreta, ¿verdad?- sí, otro integrante es aquel extraño personaje que se desmonta si le empujas con la suficiente fuerza. Su almuerzo consiste en un plato de lo que parece pescado, aunque con una textura gelatinosa y de color blanco, junto a ensalada surtida-.
-Fono: Es parcialmente cierta esa afirmación.
-Ckriih: ¿Qué dices ahora? ¡Habla claro, lata parlante!
-Yo: Que es verdad a medias- respondo vacilante-.
-Fono: Tiene razón. A pesar de que estamos hablando tranquilamente en mitad de la cafetería, a la hora de comer de muchos pacientes, nadie nos echa especial cuenta. A pesar de que estamos, supuestamente, en un entorno controlado, no hay cámaras ni micrófonos en lugares comunes o en las habitaciones. ¿Esta forma de hablar se adecua más a tus necesidades, Ckriih?
-Ckriih: Sigue sin gustarme.
-Fono: Pido disculpas.
-Ckriih: ¿Vas a dejarte de mierdas de una vez y decirnos por qué estamos aquí o qué? ¿Qué quiere la loca morada de nosotros?
-Fono: Estamos todos, así que puedo proceder. Tenemos sospechas de que no estamos en este centro de salud para ser curados, sino para ser usados en propósitos desconocidos. Queremos averiguar qué preparan para nosotros y para ello se requieren de vuestras habilidades.
-Balyed: ¿Qué? ¿No van a curarnos?- dice con una cara sorprendida antes de pasar a otra que expresa decepción-. Pero si no vine para otra cosa. Bueno, me dijeron eso cuando me mandaron aquí.
-Fono: No lo sabemos todavía, eso mismo queremos comprobar.
-Ckriih: ¿Y qué gano yo con esto?
-Fono: ¿No te basta la verdad?
-Ckriih: Soy el campeón indiscutible de Lucha a Muerte con Cuchillo de los barrios bajos de Frokey. No he sobrevivido hasta ahora a base de “verdades”, latita. Mis servicios se pagan con material.
El ambiente empieza a tensarse. Miro con atención a la máquina sintiente, esperando a una respuesta ingeniosa que ponga en jaque al insecto macarrilla, pero más le vale hacerlo rápido y no aguantar mucho con esta espera dramática que se está marcando, o si no puede que pierda la credibilidad e incluso parte de la ayuda que necesitamos.
-Fono: El almuerzo de Franky de hoy.
-Yo: ¡Qué-!
-Ckriih: ¡Trato hecho!- utiliza sus brazos superiores para coger el plato de macarrones inmediatamente-. ¡No vale echarse atrás!
-Yo: ¡Eh!
Ya no me escucha, ha sumergido su cara en la pasta roja, quitándome el apetito por ese plato.
-Fono: ¿Cuál es tu respuesta, Balyed?
-Balyed: Mmmh- toma una expresión seria-. Claramente no debería perder el tiempo en este sitio más del necesario. Esta enfermedad, lo que me pasa… Llevo mucho tiempo queriendo quitármela de encima. Sólo me sirve para espectáculos baratos en circos y cosas así, no para… Tengo que asegurarme de que me pueden tratar aquí. Vale, os ayudaré con lo que sea.
-Fono: Excelente- gira su cabeza en dirección a la niña del cuerno rosa- Eshill, ¿cuál es tu respuesta?
La niña continuaba comiendo un plato de lo que parecen ser tortitas.
-Eshill: … Creo que no quiero estar aquí. Tampoco Nabel.
Coge la bandeja y se marcha.
-Fono: Intentaré hablar con ella. Franky, necesito que hables con Ayifahkamla- se levanta para seguir a la chica-.
-Yo: Espera un momento…
Me ignora o sencillamente no me ha oído. Me gustaría pensar que es lo segundo, pero en el fondo sé que no es así. Ahí estoy, cruzando miradas con Balyed, quien no sabe bien qué decir, Ckriih enfocado en terminarse ambos almuerzos y la mencionada Ayifahkamla, con la cara sumergida en un estofado. No está imitando al alienígena insecto. Permanece inerte, como si se hubiera ahogado en el plato. No tengo ni idea de cómo aproximarme a la joven “que no está muerta en absoluto” que conocí en la zona deportiva, ni estoy seguro de que yo quiera hacerlo.
-Yo: Bueno. ¿Qué… dices? ¿Te nos unes…?- como lo esperaba, no recibo respuesta por parte de la “definitivamente no es una cadáver”-. Joder, tenía que echarme el muerto encima. ¡Mierda, no quería decir eso!
-Blayed: ¡Espera! ¿Tú también piensas que está muerta? ¡Gracias, pensaba que era el único!
-Yo: Claro, sólo hay que verla.
-Balyed: U olerla, buff. ¿Desde hace cuanto…?
-Ckriih: Yo no tengo ni idea, pero como pase algo de más tiempo sin que nadie se la pida, me la comeré yo- moja un trozo de carne en el tomate para luego metérselo en la boca-. Así que… ¿decidiste hacerte menos blando y te pusiste el brazo de juguete o qué?
-Yo: Ah, no… El brazo que tenía desapareció y me creció éste- quiero creer que mientras más veces cuente esto de forma tan casual, antes me acostumbraré a que tengo un brazo de robot-.
-Balyed: Oye, ¿y cómo se siente tener un brazo mecánico?
-Yo: Aah, pues… Es como tenerlo dormido. Todo el tiempo. Y cuando cojo cosas con él, bueno… se me ocurre que es como si cogieras algo con una pinza de ropa, ¿sabes?
-Ckriih: Vaya, te expresas como esos poetas callejeros a los que les robaba las limosnas- puedo notar sarcasmo en parte de esa frase-.
-Balyed: ¡CUIDADOAAAAGH!- grita mientras se le cae la mandíbula-.
-Yo: ¿Qué-?- giro la cabeza hacia donde está mirando, encontrándome a Fono siendo lanzado hacia nosotros-. ¡HOSTIA PU-!
La máquina se desploma sobre la mesa, destrozándola bajo su peso y tirando al suelo a quienes comían en ella.
-Ckriih: ¡NOOO, MIS DOS ALMUERZOS!
Última edición por En verdad me llamo Franky el Vie Abr 19 2019, 12:32, editado 2 veces | |
| | | Xalcer Adepto
Cantidad de envíos : 86 Fecha de inscripción : 03/12/2014 Edad : 29 Localización : Con mi melocotonero
| Tema: Re: Dimensions Jue Abr 18 2019, 23:43 | |
| - Yo: Nunca antes había pasado por esta zona.
- Griffith: Normal, solo puedes entrar en los laboratorios con autorización.
- Yo: Y... ¿la tenemos?
- Griffith: Irala no nos habría dejado pasar de no ser así.
A medida que avanzábamos por aquellos desconocidos pasillos, más comprendía por qué iban ella y la pequeña tan abrigadas, lamentando que todo mi escaso vestuario consistiera solo en ropa de verano. El frío se aferraba a mis escamas en un gélido abrazo, alcanzando a ver mi propio aliento frente a mi hocico.
- Invime: ¿Quieres mi bufanda? - me ofreció, arrastrando la prenda tras ella de lo grande que le quedaba.
- Yo: No te preocupes. - rechacé cubriéndome con las alas. - ¿Por qué hace tanto frío de hecho? ¿Se ha roto la calefacción o algo?
- Griffith: El lugar está casi siempre vacío y hay laboratorios que casi no se usan, así que sería un malgasto calentar toda la zona constantemente. Si hace falta usar alguno, Irala se encarga de calentarlo de antemano.
- Yo: Eso espero...
Me eché el vaho en las manos y las froté entre sí. No sabía muy bien por qué había accedido a acompañarlas. Puede que porque no tenía nada mejor que hacer aquella tarde. Era cierto que la actividad allí era bastante escasa. De vez en cuando nos cruzábamos con algún que otro alienígena, ataviado con bata blanca de camino a alguno de los laboratorios. La mayoría nos ignoraba o estaban demasiado ocupados como para preocuparse de nuestra presencia.
- Invime: Vengaaaaa, que solo tenemos una hora.
La pequeña nos esperaba dando botes de puntillas frente a una da las habitaciones, abrazando su mochila con ambos brazos mientras sus branquias se balanceaban de un lado a otro al ritmo de sus movimientos. Una placa enumeraba la puerta con un símbolo desconocido para mí. Nada más abrirla, una inesperada ola de calor me golpeó de lleno. El interior debía de tener un par de decenas de grados más que el pasillo por lo menos. Las escasas luces de emergencia iluminaban una habitación amplia y espaciosa, algo necesario para albergar el enorme depósito de agua que sobresalía en su centro. Debía medir como siete metros de alto y de radio no debía quedarse muy corto. En aquellos momentos se encontraba vacío, como se podía ver a través de su acristalada superficie.
- Griffith: ¿Puedes ir encendiendo las luces de mientras? - me señaló una consola que había frente al tanque, mientras ellas soltaban sus mochilas en la mesa de al lado y se quitaban todas las capas de ropa que llevaban.
Lo que parecía ser una tarea tan sencilla resultó no serlo al acercarme al panel que me decía. Hileras e hileras de botones y palancas decoraban cada centímetro de su superficie, todos ellos de diferentes colores y con extraños símbolos en su centro.
- Yo: Eeeh... ¿cómo? - pregunté, temiendo tocar lo que no debía.
- Griffith: Enciende el panel arriba a la derecha, con el botón rojo, y luego pulsa los cuatro azules en fila que se iluminarán juntos.
Seguí sus instrucciones, pulsado primero el botón rojo, y luego los cuatro azules que encontré entre la maraña de botones que se acababan de activar. Tras parpadear tres veces, los focos del interior del tanque se encendieron, iluminando el agua cristalina de su interior, inundando la habitación en un hipnótico espectáculo de luces y ondas.
- Yo: ¿Algo má-? - me giré para preguntarle, apartando la mirada inmediatamente después.
La ropa de abrigo no era lo único que se estaban quitando. Interpuse el ala entre nosotros, mirando fijamente al otro lado de la sala. Aunque supiera que debajo llevaban el bañador, no quería comprobar cómo el resto de especies respondía ante la falta de intimidad.
- Griffith: Tranquilo, no vas a ver mucho más de lo que no hayas visto ya mientras entrenamos. - comentó desde detrás de la membrana de mi ala.
- Yo: Lo sé, es solo... cuestión de respeto.
Se rió burlona con un resoplido. Por su parte, la pequeña no tardó en cambiarse, y, toalla en mano, subió a toda velocidad a la plataforma que rodeaba la entrada del tanque.
- Griffith: Invy, no corras por las escaleras. - le reprendió al ver que casi se tropezaba un par de veces del ansia.
El sonido del chapoteo del agua fue su respuesta. La grifo suspiró, sacando su toalla de la mochila. Subimos las escaleras hasta la plataforma, esta vez con más calma. Las dimensiones del tanque eran aún más impresionantes visto desde allí arriba, casi rivalizando con una piscina olímpica. Dejando su toalla sobre la barandilla de metal, Griffith se lanzó de cabeza al agua mientras yo me sentaba en el borde, sumergiendo las piernas en el líquido elemento. Era refrescante y agradable, y de haber tenido un bañador, no habría dudado en unirme a ellas. Las piscinas siempre habían sido una de mis debilidades. Me incliné observando mi propio reflejo en la ondeante superficie, estirando los músculos de las garras de los pies para relajarlas, momento en el que el agua frente a mi saltó por los aires, salpicando toda la plataforma, y a mi con ella. Casi me caí de espaldas del susto, con la cara y el bajo de los pantalones empapados.
- Invime: ¿Te he asustado? - se rió, su cuerpo materializándose ante mis ojos. Como era normal, había adoptado su verdadera forma para nadar, haciendo uso de sus numerosas aletas para mantenerse a flote.
- Yo: Bastante. - exhalé con el pulso acelerado. - ¿Cómo...?
- Invime: Es un truco que me enseñó Rollon cuando era pequeña. - Como si a una orden suya se tratara, su piel grisácea se volvía translúcida bajo el agua, permitiendo ver a través de ella y haciéndola invisible. - Dijo que solo funciona cuando me baño, pero a veces si no me seco después de salirme puedo hacerlo fuera durante un rato. ¿Te gusta?
- Yo: Es increíble. - le respondí sorprendido de verdad. La anfibio era toda una caja de sorpresas.
- Invime: ¿No vas a cambiarte? - preguntó señalando que aún seguía vestido. - Venga, Xalcer, el agua está genial.
- Yo: Me gustaría, pero no tengo bañador.
- Invime: Tienes los pantalones, ¿no? Puedes bañarte con ellos.
- Yo: Creo que me daría una hipotermia si saliera de aquí con la ropa empapada.
- Invime: Pero... - Algo dentro de mí se partió al ver sus branquias caer a ambos lados de su cabeza de la desilusión.
- Griffith: Métete de una vez. Como si quieres hacerlo sin nada, a ninguna de las dos nos importa.
Miré a la grifo, los brazos apoyados sobre el borde de la improvisada piscina, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, relajándose en el agua. Abrí la boca, pero no supe qué responder. La expresión de la pequeña se iluminó de nuevo, flotando de un lado para otro frente a mí, esperando expectante a que me uniera a ellas. No tenía muchos reparos en bañarme en ropa interior, pero no sabía si tenía la confianza suficiente para hacerlo delante de ellas. Suspiré.
- Yo: Como pille algo será culpa vuestra. - accedí levantándome y desabrochando los botones de la camiseta.
Invime se zambulló de nuevo en el agua de la alegría mientras yo me cubría con las alas para cambiarme. Sopesé varias veces el dejarme los pantalones puestos, pero caí en que podía taparme usando la cola. Dejándolos sobre la barandilla junto con el guante de Airo, me acerqué al borde del tanque, estirando un poco los músculos antes de lanzarme.
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Me recosté contra el borde, aprovechando que Invime estaba buceando para descansar un rato. Estaba exhausto de nadar de un lado para otro jugando con la pequeña, arrastrando tras de mí el agua con mis para nada hidrodinámicas alas. Cada vez que intentaba dar un aleteo, sentía cómo los músculos me ardían ante el esfuerzo. Las agujetas al día siguiente iban a ser interesantes. En el agua, Invime y yo éramos polos opuestos. La gracilidad y facilidad con la que se movía en él era impresionante, y ya me había demostrado unas cuantas veces lo rápida que podía llegar a ser.
- Griffith: ¿Qué, te arrepientes de haber entrado? - me preguntó sentándose a mi lado, secándose el plumaje con la toalla.
- Yo: Para nada. - Entrelacé la manos sobre el pecho, usando los cuernos y las púas de la espalda para agarrarme al borde. - ¿Qué hora es?
- Griffith: Aún nos quedan unos diez minutos.
- Yo: ¿Deberíamos avisarla? - miré hacia abajo. Invime seguía allí en el fondo, jugando con el efecto de las luces.
- Griffith: Deja que disfrute un poco más. No sé si nos volverán a dar permiso hasta que lleguemos.
- Yo: ¿Soléis venir mucho?
- Griffith: Un par de veces al mes, si está disponible. A Invy le viene bien nadar de vez en cuando. - Con un cepillo, se arregló los picos que le salían en el pelaje. - Si quieres secarte antes de irnos, deberías ir pensando en salirte.
- Yo: Sí, debería.
Cerré los ojos, mentalizándome para volver a ese infierno helado que eran los pasillos. Ojalá pudiera hacer como los dragones de verdad y escupir una lengua de fuego para calentarme. Junté los labios y soplé, recordando cuando era pequeño y fingíamos que nuestro vaho era fuego en invierno. Una potente arcada me golpeó, sintiendo algo subiéndome por la garganta. Presa del pánico, cerré la mandíbula para no vomitar, pero no fue el caso. Me incorporé tosiendo varias veces tratando de respirar, una densa nube de humo negro escapando de mi boca y mi nariz.
- Griffith: ¡Eh, eh, cuidado! - exclamó agachándose a mi lado y sujetándome del hombro para que no me ahogara también en el agua.
La pequeña no tardó en subir preocupada y preguntar lo que pasaba. Era incapaz de escuchar nada de lo que decían. Con una mano aferrándome al borde, con la otra me agarraba el cuello, apretando los dientes con fuerza. Las lágrimas humedecían mis mejillas. No podía respirar. Cada vez que tomaba aire, el dolor más intenso que había sentido en mi vida me recorría toda la garganta. Ayudado por Griffith, conseguí salir del tanque y sentarme contra la barandilla, el regusto a sangre y carne quemada danzando en mi paladar. Tras lo que a mí me parecieron unos eternos y agonizantes minutos, Rollon llegó al laboratorio.
- Rollon: No tenías mejor momento para empezar a pegarle fuego a la estación, ¿no?
Mientras la grifo le explicaba lo ocurrido, abrió la bolsa que llevaba y sacó un pequeño bote con difusor. Abriendo la boca a duras penas como me ordenó, roció su contenido en mi garganta. Una inmensa sensación de alivio y calma me inundó, que lo primero que hice fue hinchar los pulmones con una amplia bocanada de aire fresco. Durante un rato estuve allí, tragando saliva y respirando con pesadez. La cabeza me daba vueltas y hasta tenía náuseas.
- Rollon: ¿Mejor?
- Yo: C-creo que sí... - Me llevé una mano al pecho, tratando de calmar mi cuerpo. - ¿Qu-qué ha pasado?
- Griffith: Has tenido una primera chispa un tanto... accidentada.
- Invime: ¿Qué es eso? - preguntó con curiosidad, sentada cruzada de piernas frente a mi, aún en su forma acuática.
- Griffith: Es cuando una cría de drakara escupe fuego por primera vez, o algo así, ¿no, Rollon?
- Yo: Quieres decir que acabo de...
- Rollon: Todos los drakaras escupen fuego, y porque seas híbrido no ibas a ser una excepción. No os llaman "escupellamas" por nada.
- Yo: ¿Y siempre va a doler tanto? - A un gesto suyo, volví a abrir las fauces.
- Rollon: No debería, al menos solo la primera vez. - dijo examinando el interior de mi garganta con una linterna. - Al nacer, vuestras vías de combustión se encuentran cerradas y la primera llama es la que se encarga de abrirla, quemando la piel en el proceso para curtirlas. Lo normal es que ocurra al poco de nacer, y los críos saben muy bien cómo olvidarse del dolor. En tu caso, en cambio... Te recetaré unos analgésicos.
- Yo: Genial...
- Rollon: Cerrar la boca no ha sido precisamente la idea más brillante que has tenido. Solo has conseguido abrasarte toda la tráquea. Da gracias que los drakaras estáis hechos para soportar el fuego, o probablemente no podrías volver a hablar.
Apagó la linterna, permitiéndome volver a cerrar la boca. Me masajeé el cuello, carraspeando. La pequeña, quien había bajado un momento, subió con una botella de agua y me la ofreció, cosa que agradecí enormemente. Puede que el dolor se hubiera mitigado, pero aún sentía la carne débil y sensible al tragar.
- Rollon: Trata de no hablar mucho y deja la garganta descansar unos días. Bebe algo frío o caliente, como prefieras, para aliviar un poco el dolor, y si notas algo raro, pásate por el laboratorio y te haré unas pruebas. Y por supuesto, ni se te ocurra intentarlo de nuevo hasta que las heridas sanen, ¿entendido?
- Yo: De acuerdo. Tampoco estoy muy seguro de cómo lo he hecho, la verdad. - Este suspiró.
- Rollon: Trata de que no queme nada hasta que encontremos una forma de que aprenda. - le indicó a la grifo, guardando las cosas en su bolsa.
Nos despedimos del roedor, tomando esto como una señal de que deberíamos irnos también. Medianamente secos como estábamos, nos cambiamos a ropa más seca, viéndome obligado a quitarme la ropa interior para no empapar el resto. Iba a tener que pasarme por la habitación antes de ir a cenar. Dejándolo todo como estaba antes y asegurándonos de que no nos olvidábamos nada, apagamos las luces del tanque. Con Invime tratando de saciar su infinita curiosidad sobre mi nueva habilidad, ni siquiera me percaté del frío que hacía fuera. El dolor de garganta que me estaba dando al contestarle se encargaba de ello. | |
| | | M'sheireus Huua Daime'é
Cantidad de envíos : 2957 Fecha de inscripción : 09/06/2009 Edad : 30 Localización : Estudiando, hijo. Estudiando encerrado en mi cuarto.
| Tema: Re: Dimensions Vie Abr 19 2019, 16:16 | |
| Tras montarnos en un coche, no tardamos en llegar a un cuartel, pero para mi sorpresa es de la policía. Encierran al criminal en un calabozo, no sin antes desvalijarle de todas sus posesiones, entre las que se encuentran más explosivos. Una vez quitado también su peto y demás protecciones, soy conducido al despacho uno de los superiores, el cual entra al poco en la habitación. Es un humano de avanzada edad, con una calva que sólo le deja un leve rastro de pelo cano a la altura de las orejas, ojos color avellana ocultos tras unas gafas de culo de botella y una prominente tripa. Alarga una mano, la cual estrecho.
-Hernán:Hernán Costa, comisario de policía. ¿Habla mi idioma, señor? -Asiento.- ¿Puedo saber el motivo de su visita a la Tierra?
-Yo:Estaba de vuelta a mi planeta, Deia. -El español que sale de mi boca me suena raro.- Vengo de hacer una visita a Gwyndallow, en el planeta O'tia. Quería echar un vistazo a una escuela que hay allí. Se ha hecho famosa rápidamente.
-Hernán:¿Me deja su documentación, por favor? -Le paso mi documentación.- Deia, Deia...Sí...Los que os unisteis a Órbita hace poco, ¿no?
-Yo:Ah...Sí. Sí, mi planeta entró hace poco.
-Hernán:Sí. -Empieza a teclear en su ordenador.- Según tengo entendido, usted ayudó a capturar a Explosión, ¿verdad?
-Yo:Más bien ayudé a que no me matase ahí en medio. ¿Desde cuando es esto tan peligroso?
No dice nada durante unos minutos mientras teclea.
-Hernán:"¿Desde cuando?"Mesh...Mash...Mi...Mira, chico. Según mi informe, en Deia no hay transporte a ese planeta, ni creo que tengas a nadie a quien quieras meter te veo con cara de chica como para querer apuntarte tu. Quizás me equivoque. Quizás no. Y hablas muy bien mi idioma.
Noto como empiezo a acalorarme.
-Hernán:Según me ha dicho la agente Lara convertiste una bomba casera en una esponja. Dime que no está loca. No me gustaría decirle que no la necesitamos en el cuerpo. Es muy buena en su trabajo.
Si me meten en el calabozo podría escapar creando un portal, pero no conozco muy bien la zona. Podría aparecer entre dos paredes o encima de una veleta. Paso mi mano derecha por la marca del Caos que baja del ojo del mismo lado.
-Yo:Vale. Vale. Soy de Deia, es cierto. Pero no vengo de ahí directamente. Lo que voy a contarle no puede salir de aquí bajo ningún concepto, o pondría a muchas personas en peligro.
-Hernán:¿Ah, sí?
-Yo:No le miento. DEBE quedarse entre estas paredes. Lo que es más... -Chasqueo los dedos, tras lo cual la puerta se funde con la pared. Jadeo, cansado, pero el sorprendido comisario parece no percatarse.- Quiero saber...qué hacía ese terrorista en el centro. Quid pro quo.
-Hernán:...De acuerdo.
-Yo:De acuerdo. -Me masajeo las sienes, cansado de contar la dichosa historia.- Mi nombre es Maximirusu Pauaa. Sí, sé que es difícil de pronunciar, pero yo no elijo el idioma que me ha tocado ni el nombre que me ponen mis padres. El cariosio es más parecido al español fonéticamente, pero soy de Pallex, y en Pallex se habla pollux. Soy de Bimbpep, una ciudad de la región de Byshann, en Pallex como le digo, pero me he criado aquí, en la Tierra. Más concretamente en Mairena del Aljarafe. M-
-Hernán:No, no. No. Eso es imposible.
Alzo la mano, pero el hombre sigue protestando.
-Yo:¡POR FAVOR!¡Déjeme seguir!Sé lo que piensa. Es imposible que un daime'é se haya criado aquí, en un planeta en el que sólo hay humanos y en el que los aliens hemos llegado hace nada. No sabe lo extraño que se me hace referirme a mi mismo como un alien para usted, pero lo cierto es que sí, me he criado aquí. Y como humano, de hecho -Saco mi antigua cartera y le paso el DNI.- Ese era yo. Parece una locura, sí, pero también lo parecía que una organización alienígena viniera a este planeta. Y tantas otras cosas de este planeta también, para ser sinceros. Cuando tenía tres años me ocultaron aquí como medida de protección. Ni yo recordaba quien era en realidad hasta hace un par de meses y medio, cuando empezó a salirme más pelo en la cara del que debería. Y, por supuesto, nadie de los que me conocieron como humano me conoce.
Espero un poco a que asimile la información. Cuando pasa un tiempo prudencial, recojo toda mi información y la guardo.
-Yo:Sí, esa tal...¿Lara?Lara me suena, sí. No está loca. Convertí la bomba en una esponja, al igual que ahora he fundido la puerta con la pared. Mis...habilidades, digamos, no vienen de mi especie. Somos algo parecido a los humanos, como puede que haya visto en las noticias. No sé qué programación tienen ahora, o si Órbita dispensa ese tipo de información. Más pelo, planeta mucho más frío, una elasticidad impresionante y más, pero nada de eso da esas habilidades. Perdón si me enrollo, pero estoy bastante nervioso. Llevo unos días que uf. Unos meses que UF.
Se levanta y saca de un armarito una pequeña botella de vodka caramelo, de la cual me ofrece una copita. Vacilo antes de cogerla, con el recuerdo de mi detransformación en mente. Doy un pequeño sorbo a la dulce bebida antes de proseguir.
-Yo:Estoy seguro de que se ha fijado en que las marcas bajo mis ojos se mueven levemente y centellean un poco. Las portamos los caomantes. Cada uno de nosotros tenemos unas diferentes, claro. Los caomantes somos personas capaces de alterar nuestro entorno gracias a la fuerza de nuestras almas. Algo más que nuestro entorno, aunque lo que ha visto es lo máximo que puedo hacer ahora mismo. Quizás pueda pensar que es algo como...magia. "Los magos de las marcas en la cara". Siéntase libre de hacerlo, aunque no sea correcto del todo. Vivimos mucho, y algunos de los nuestros son protagonistas de ciertas historias y leyendas de la Tierra. La cuestión es que eso es lo que me ha permitido evitar que el tal Explosión me matase a mi y a todos los que habían alrededor. Y he aquí el quid de la cuestión: hay gente que nos busca.
-Hernán:¿Sois criminales?
-Yo:No, pero para ellos parece que sí.
-Hernán:¿"Ellos"?
-Yo:La Hermandad de Orden. Un organismo enorme, compuesto por cientos de planetas y miles de civilizaciones. Fueron ellos los que nos llamaron "caomantes" de hecho. Podrían aplastar a este planeta con pulsar un botón. Hay algunos en la Tierra ya y sí, alguna vez que otra me has le visto con ellos. Con gente de muy bajo rango por suerte, pero ahí están.
-Hernán:Así que es así, ¿eh? -Se levanta del asiento.- ¿Algo así de grande os persigue a un puñado de aliens?
Me encojo de hombros. Tras esto, me dejo caer en la silla y doy otro sorbo a la copa.
-Yo:Como me he enrollado, pero que bien sienta dejarlo salir todo.
-Hernán:¿Y se supone que tengo que creerme todo eso?
-Yo:Bueno, tiene mi antiguo DNI, el nuevo, es evidente que no soy humano y si quiere puede preguntarme del sitio donde me crié, aunque imagino que dirá algo como "has podido buscarlo", lo que me parecería hasta normal. También está lo de la esponja y la puerta, claro. No voy a convertir su copa en vino porque el fervor religioso sevillano es como es. -Me echa una mirada ceñuda.- ¿Tan difícil es creer que hay una organización así?
-Hernán:Pongamos que me lo creo. ¿Por qué has vuelto aquí?
-Yo:Estoy de paso. Como le he dicho, vengo de ver esa escuela. Se sospechaba que la Hermandad estaba allí, y me mandaron a investigar. La Tierra es sólo un transbordo hasta Deia. No me hace gracia estar aquí ahora mismo, donde nadie me recuerda y por ser un bicho con pelo me miran regular.
El comisario da un par de vueltas por el cuarto. Devuelvo la puerta a su ser y, tras echarle un ojo, el oficial se sienta.
-Hernán:Está bien. Está bien. -Se sirve un buen lingotazo antes de continuar.- Si es cierto lo que dices seguro que conoces la diferencia entre la policía y la guardia civil, ¿verdad? ¿No te extraña que te haya traído un guardia civil y ahora estés en una comisaría de policía? Pues es por esos putos macarras. Como el tal Explosión. Desde hace unas semanas se está alzando una ola de xenofobia contra vosotros, los alienígenas. Órbita ha traído algo más que trabajo y sanidad. También armas y criminales. Sólo les hacía falta una ruta de comercio, y el estraperlo existe ahí fuera al parecer. Un puñado de locos con armas lo suficientemente amenazador como para que nos juntemos los dos cuerpos.
-Yo:¿Y Órbita?
-Hernán:Órbita dice que no es asunto suyo. Nos dan algunos medios, pero ninguna solución directa. Y parece que menos todavía cuando se trata de un grupo que va en contra de todo lo que no sea humano. Ya se han llevado por delante a 121 personas, y sólo te hablo de Sevilla. Lo tenéis crudo ahora mismo.
-Yo:¿Y el ejército?
-Hernán:Es un último recurso. -Otro lingotazo.- No puedo negar lo que ven mis ojos. ¿Nos ayudarías?
-Yo:...¿Qué?
-Hernán:Has ayudado a atrapar a uno. Herrumbe, Cerilla, Ventisca...Hay varios sueltos todavía, y necesitamos toda la ayuda posible.
-Yo:Pero si soy un cobardica, y no tengo formación marcial alguna. Además, esto no es una película. Seguro que hay decenas de leyes de por medio q-
-Hernán:La situación no está como para seguir las leyes al pie de la letra. Además, tener a un alienígena entre nosotros nos ayudaría mucho.
-Yo:Como cebo, claro.
-Hernán:Puede ser. Pero creo que podrías defenderte bien de esos peces. Además, por lo que me has dicho no sería la primera vez que te mandan a hacer una misión o te enfrentas a alguien
Me quedo en silencio unos segundos.
-Yo:Pero...Sigo siendo un blanco fácil. Y en mi base no saben exactamente donde estoy. A-
-Hernán:Es esto o que Órbita empiece a investigarte. Ni un mes desde que Villa Zorro se ha asociado a ellos y ya has usado sus servicios dos veces, cuando los dos sabemos que los primeros viajes están solo a mano de los más poderosos. Y estoy seguro de que la desaparición de ese tal "Antonio" a manos de uno de los tuyos no les gustaría nada.
Las manos me tiemblan.
-Yo:...Pero será temporal.
Nos damos la mano. Salgo del fuego para caer en las brasas.
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